Página 14 - El Heraldo de Saltillo 16 Abril 2013

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EL HERALDO DE SALTILLO
| Viernes 05 de Mayo de 2017
Lemuel Burciaga, a 40 años de su heroica muerte
logró aterrizar en un terreno bal-
dío en el cruce de Presidente Cár-
denas y Emilio Carranza, don-
de ahora se ubica el restaurante
Vips y la tienda Suburbia; desde
allí trasladaron en ambulancia al
capitán Lemuel hasta el antiguo
hospital del ISSSTE, ubicado por
la calle Murguía, donde lo aten-
dieron de inmediato.
Pasadas las 5:00 de la tar-
de, los médicos dieron a conocer
que Lemuel había sido operado
con éxito, y minutos después al
hospital arribó el gobernador Ós-
car Flores Tapia, quien había sus-
pendido una gira por el norte del
estado para visitar a Burciaga.
Un día después, el estado
de salud del director de Policía y
Tránsito era reportado como sa-
tisfactorio. Al mismo tiempo eran
sepultados los reos en el Panteón
San Esteban, y el cuerpo del di-
rector del penal, Daniel Cama-
cho, fue trasladado a Michoacán,
donde residía su familia.
MURIÓ COMO UN HÉROE
La familia del Capitán no
se había despegado del hospital
desde que supieron la noticia; los
amigos de la familia tuvieron que
contarles a los hijos de Lemuel lo
sucedido; su esposa había llegado
de Tabasco y su hija Latiffe de Ve-
racruz, junto con su esposo.
Patricia Burciaga recuer-
da que un día después de la ope-
ración, visitaron a su padre, y ella
le preguntó cómo estaba, pues ob-
servó que sus manos aún estaban
manchadas de sangre, a lo que el
capitán respondió:
“Muy bien hija, listo para
la otra”.
Sin embargo, el destino
estaba escrito, y esta sería la úl-
tima batalla del ahora legendario
Capitán Lemuel Burciaga, pues
días después una infección provo-
có que el ‘soldado’, como él se de-
finía siempre, decayera de nuevo.
Pese a los esfuerzos de
los médicos, las esperanzas no au-
mentaban, la infección, provoca-
da por las heridas de las balas, tra-
jo consigo más complicaciones.
Finalmente, el 9 de junio
de 1977 el capitán Raúl Lemuel
Burciaga Rodríguez falleció a las
8:15 de la mañana. El luto invadió
a Saltillo y a todo Coahuila. Había
muerto un gran hombre.
El eterno Capitán,
luciendo orgulloso su uniforme militar. A su muerte, se le concedió el grado
de Mayor
la equitación, amante de la lectu-
ra y poeta nato, incluso, miembro
de una asociación de periodistas.
Dueño de una biblioteca personal
de casi 5 mil ejemplares.
En el Ejército ocupó dife-
rentes cargos en el país, era un es-
tratega ejemplar, comandante de
Escuadras, Pelotones, Secciones y
Escuadres; de Retenes, Partidas y
Destacamentos.
Hasta el día de su muer-
te, fue miembro activo del Estado
Mayor Presidencial, del que fue
representante en Saltillo, teniendo
a su cargo la seguridad de las visi-
tas de Adolfo López Mateos, Gus-
tavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría
Álvarez y José López Portillo.
Fue colaborador cercano
del gobernador Téofilo Borunda,
en Chihuahua.
En Coahuila, su primera
incursión política fue como se-
gundo comandante de la Policía
Municipal en Torreón, designado
por el gobernador Raúl Madero
González. Fue también coman-
dante de la Policía Municipal de
Saltillo, invitado por el alcalde
Roberto Orozco Melo.
El gobernador Braulio
Fernández Aguirre lo nombró por
primera ocasión director de Poli-
cía y Tránsito del Estado, cargo en
el que lo ratificó Eulalio Gutiérrez
Treviño, y años más tarde, luego
de haber regresado a Chihuahua,
fue requerido por Óscar Flores
Tapia para de nuevo convertirse
en director de la Policía y Tránsito
hasta el día de su muerte.
En una entrevista, meses
antes de su muerte, el capitán Le-
muel Burciaga definía las caracte-
rísticas de un buen policía.
“Respetuosos pero enér-
gicos, severos y pacientes has-
ta cierto límite, y tomar muy en
cuenta los atributos legales y ju-
rídicos, es decir, no abusar de su
autoridad”, señaló.
Aquel día, el 9 de junio de
1977, cuando el capitán Lemuel
Burciaga murió y se convirtió en
legendario, quedó grabado por
siempre en la historia de Coahui-
la.
“Un clarín tocó al silen-
cio, un cuerpo están sepultando,
amigos y policías último adiós le
están dando”, dice una parte del
corrido que le compusiera Alfre-
do Breceda Pérez al capitán Le-
muel.
El estado había perdido a
uno de los mejores funcionarios,
el Ejército, según palabras del ge-
neral Gaspar Mota Elizarraráz,
comandante de la 6ª Zona Militar,
“perdió uno de sus mejores solda-
dos”.
El
gobernador
de
Coahuila, Óscar Flores Tapia, or-
denó enseguida suspender todas
las actividades públicas del Go-
bierno Estatal, y declaró luto ofi-
cial en el estado.
Sus hijos recuerdan
aquel triste día, cuando debieron
despedir a su padre en la última
morada. La marcha dragona era
entonada por la banda del Ejér-
cito, mientras el panteón estaba
atiborrado de gente, personas que
habían viajado de todas partes del
estado e inclusive de la República,
pues el capitán Lemuel había esta-
do en distintos lugares a lo largo
de su paso por el Ejército.
Frente a su tumba, Gus-
tavo Espinoza Mireles y Rodrí-
guez, escritor y representante del
gobernador Flores Tapia, ofreció
palabras de aliento a la familia
Burciaga Neme.
“La vida y ahora muerte
del Capitán merecen ser oficial-
mente elogiadas y enaltecidas, hoy
despedimos con dolor al Capitán,
lo heroico de su conducta merece
la calificación más alta, la men-
ción más respetuosa y admirada
que pueda otorgársele, al mismo
tiempo, al soldado, el funcionario
y el ciudadano”, señaló.
“Fue un ejemplar solda-
do, disciplinado y respetuoso, sus
superiores supieron valorarlos y
estimarlo, con sus subalternos fue
siempre justo. Como funcionario
modesto siempre y consciente de
sus deberes, como amigo supo dar
afectos”, agregó.
Fue una pérdida irrepara-
ble para su familia. Su esposa La-
ttife Neme, a quien sus hermanas
apodaban “la Adelita”, porque se
había ido con el soldado Burciaga,
duró más de 20 años de luto; dia-
riamente iba al panteón a visitar la
tumba de su amado.
Sus hijos, aún muy jó-
venes, debieron aprender a vivir
con la ausencia de su padre, aquel
que en alguna ocasión les dijo que
quería morir “como soldado”, y
aunque entonces no lo entendie-
ron, después comprendieron que
era morir en la raya, en cumpli-
miento de su deber.
EL ETERNO CAPITÁN
El eterno Capitán, porque
aunque después de su muerte fue
elevado de grado a Mayor, como
dictan los protocolos del Ejérci-
to cuando uno de sus elementos
muere en acción, sus hijos prefie-
ren referirse a él como Capitán,
el grado que lo hacía sentirse or-
gulloso, y que inclusive utilizaba
cada que llegaba a casa.
“¡Ya llegó el Capitán!”,
gritaba, y sus hijos corrían a orde-
nar todo para recibirlo enseguida.
El Capitán Raúl Lemuel
Burciaga Rodríguez era origina-
rio de Zaragoza, Coahuila. Se casó
con Lattife Neme Zaletas, origina-
ria de Veracruz. Padre de Lattife,
Aída, Lemuel, Patricia, Francisco,
Jorge, Salvador, Alberto y Leonel.
Enlistado en el ejército
desde los 13 años, siempre ansio-
so por aprender cosas nuevas, por
eso cursó la Escuela Militar de
Transmisiones, la de Especialistas
en Armamento y se licenció como
piloto aviador privado. Practicaba