Página 14 - El Heraldo de Saltillo 16 Abril 2013

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EL HERALDO DE SALTILLO
| Viernes 17 de Junio de 2016
El relato de los abusos
cometidos por Woody Allen
"¿Qué película de Woody
Allen es su favorita? Antes de res-
ponder, les contaré algo que deben
saber: cuando yo tenía siete años,
Woody Allen me cogió de la mano
y me llevó a un ático sombrío, casi
un armario, que había en la segunda
planta de nuestra casa. Me dijo que
me tumbara boca abajo y jugara con
el tren eléctrico de mi hermano. Y
entonces me agredió sexualmente”.
Este es el relato de Dylan Farrow
del como el famoso cineasta Woody
Allen abusó impunemente de ella.
“No dejó de hablar mien-
tras tanto, de susurrar que era una
buena niña y que aquello era un se-
creto entre los dos, de prometer que
íbamos a ir a París y yo iba a ser una
estrella en sus películas. Recuerdo
mirar fijamente el tren, no perderlo
de vista mientras daba vueltas por el
ático. Todavía hoy, me resulta difícil
contemplar trenes de juguete.
Desde que tengo memoria,
mi padre siempre me había hecho
cosas que no me gustaban. No me
gustaba con cuánta frecuencia me
apartaba de mi madre, mis herma-
nos y mis amigos para estar los dos
a solas. No me gustaba que me me-
tiera su dedo pulgar en la boca. No
me gustaba tener que meterme en la
cama con él, bajo las sábanas, cuan-
do él estaba en calzoncillos. No me
gustaba cuando colocaba la cabeza
en mi regazo desnudo y respiraba
hondo. Me escondía bajo las camas
o me encerraba en el cuarto de baño
para evitar esas situaciones, pero él
siempre me encontraba. Ocurría
tantas veces, como si tal cosa, ocul-
tándoselo con tanta habilidad a una
madre que me habría protegido si se
hubiera enterado, que yo creía que
era lo normal.
Creía que así era como los
padres mimaban a sus hijas. Sin em-
bargo, lo que me hizo en el ático me
pareció distinto. Ya no pude seguir
guardando el secreto. Cuando le
pregunté a mi madre si su padre le
había hecho a ella lo que me hacía
Woody Allen a mí, no tenía since-
ramente ni idea de cuál iba a ser la
respuesta. Ni tampoco sabía la tor-
menta que iba a desencadenar.
No sabía que mi padre iba
a utilizar su relación sexual con mi
hermana para encubrir los abusos
a los que me tenía sometida. No sa-
bía que iba a acusar a mi madre de
meterme la idea en la cabeza ni que
iba a llamarla mentirosa por defen-
derme.
No sabía que me iban a
pedir que contara mi historia una
y otra vez, a un médico detrás de
otro, para presionarme y comprobar
si reconocía que estaba mintiendo,
dentro de una batalla legal que yo no
podía entender de ninguna manera.
En un momento dado, mi madre se
sentó conmigo para decirme que no
me pasaría nada si estaba mintien-
do, que podía retractarme de todo
lo que había dicho. Pero no podía
hacerlo, porque era todo verdad. Sin
embargo, a una persona poderosa le
es muy fácil entorpecer una acusa-
ción de abusos sexuales.
Enseguida aparecieron ex-
pertos que impugnaron mi credibi-
lidad. Médicos dispuestos a usar sus
armas psicológicas contra una niña
que había sufrido esos abusos.
Después de una reunión
para decidir la custodia en la que a
mi padre se le negó el derecho de vi-
sita, mi madre decidió no presentar
una demanda penal, pese a que el
Estado de Connecticut había llega-
do a la conclusión de que había cau-
sa probable. Lo hizo, en palabras del
fiscal, por la fragilidad de "la niña
víctima".
Woody Allen no fue nunca
condenado por ningún delito. El he-
cho de que hubiera salido indemne
me atormentó durante mi infancia
y adolescencia. Me sentía terrible-
mente culpable de pudiera seguir
relacionándose con otras niñas.
Me aterrorizaba que me
tocaran otros hombres. Adquirí un
trastorno alimentario. Empecé a
cortarme con cuchillas. Y la tortura
se agravó aún más por culpa de Ho-
llywood. Todo el mundo, salvo unos
pocos (que son mis héroes), hizo la
vista gorda. A la mayoría de ellos
les resultaba más fácil aceptar la
ambigüedad, decir "quién sabe qué
sucedió", fingir que no había pasado
nada. Los actores le elogiaban en las
ceremonias de premios. Las cadenas
de televisión le llevaban a sus pro-
gramas. Los críticos hablaban de él
en las revistas.
Cada vez que veía el rostro
de quien había abusado de mí --en
un cartel, una camiseta, un televi-
sor--, no podía más que disimular
mi pánico hasta que encontraba
un rincón en que estar a solas para
desmoronarme. Hace unos días,
Woody Allen recibió una nueva
nominación a un Oscar. Y esta vez,
decidí no desmoronarme. Durante
mucho tiempo, la aceptación de la
que ha disfrutado me ha mantenido
en silencio.
Me parecía un reproche
personal, como si los premios y los
aplausos fueran una manera de de-
cirme que me callara y me fuera.
Pero varios supervivientes de abu-
sos sexuales que se han puesto en
contacto conmigo, para mostrarme
su apoyo y compartir sus temores a
dar la cara, a que les llamaran men-
tirosos, a que les dijeran que sus re-
cuerdos no eran reales, me han dado
un motivo para romper el silencio,
aunque solo sea para que otros se-
pan que no tienen que permanecer
callados. Hoy me considero afortu-
nada.
Estoy felizmente casada.
Cuento con el respaldo de mis ma-
ravillosos hermanos y hermanas.
Tengo una madre que supo encon-
trar en su interior la fortaleza ne-
cesaria para salvarnos del caos que
había introducido un depredador en
nuestro hogar.
Sin embargo, sigue habien-
do otras personas asustadas, vulne-
rables, que se esfuerzan para encon-
trar el valor que les permita decir la
verdad. Y el mensaje que les trans-
mite Hollywood es importante. ¿Y si
hubiera sido tu hija, Cate Blanchett?
¿Louis CK? ¿Alec Baldwin? ¿Y si hu-
bieras sido tú, Emma Stone? ¿O tú,
Scarlett Johansson? Diane Keaton,
tú me conociste cuando era niña.
¿Te has olvidado de mí?
Woody Allen es una prue-
ba viviente de que nuestra sociedad
no se porta bien con los supervivien-
tes de abusos y agresiones sexuales.
Por eso, imagínense a su hija de siete
años, imagínense que Woody Allen
se la lleva al ático. Imagínense que,
durante el resto de su vida, a esa
niña le dan náuseas cada vez que
oye el nombre de él. Imagínense un
mundo que aplaude a su atormenta-
dor. ¿Se lo imaginan? Y ahora, ¿qué
película de Woody Allen es su favo-
rita?"
(Autor: ActitudFem / Fo-
tografías: ActitudFem)