EL HERALDO DE SALTILLO
| Viernes 19 de Febrero de 2016
7
METRO PARQUE LINEAL DEL RÍO NAZAS
ARCELIA AYUP SILVETI
0
0
0
SEDUCTOR DE LA PATRIA
HUMBERTO LÓPEZ-TORRES
In memoriam por Braulio Manuel. Un hombre bueno
Regreso al tema de los nuevos espacios
públicos en Torreón. Traté en las anteriores
columnas sobre el Complejo Cultural yDeportivo La
Jabonera, La Línea VerdeOriente, y hoyme referiré
al Metro Parque Lineal del Río Nazas. Esta última
obra se ubica en un costado del lecho seco del Río
Nazas, la cual fue utilizada de manera óptima.
Los laguneros pueden disfrutar de áreas
verdes, patinaderos infantil y juvenil, juegos para
niños, así como una pista para bicicletas. Cuenta
además, con equipamiento urbano, áreas de
descanso conbancas, bebederos, contendores para
basura y señalética. A la vez, ofrece una vialidad
interior de mil cien metros lineales para el futuro
transporte interno de los paseantes.
La primera etapa comprende del Puente
Plateado al Puente Falcón, y la segunda parte de
la obra está en proceso. La idea del alcalde Miguel
Riquelme y del gobernador, RubénMoreira Valdez
es estrechar unión con la vecina ciudad de Gómez
Palacio, Durango y que sus habitantes también se
beneficien con este proyecto.
La segunda etapa del parque, consistirá
en la creación de un canal que permitirá el paso
de una avenida de hasta mil 750 metros cúbicos
por segundo, con esto se complementarán ocho
hectáreas de esparcimiento para los laguneros de
Coahuila y Durango.
Quiero pensar que con sitios como éste,
cientos de niños y jóvenes podrán visualizar a
personajes del deporte como posibles modelos a
seguir. Que conozcan a personas extraordinarias
que han dado todo su esfuerzo por destacar
en cualquier deporte. Que les permita abrir su
visión mucho más allá del que ofrece el canal de
la estrellas, de las series tergiversadas de moda
en donde nos muestran a narcotraficantes como
héroes, galanes que ayudan a su pueblo, mientras
lo envenenan al mismo tiempo con su mercancía
de muerte lenta.
Acciones como la creación de esta área
servirá para tomar criterios más amplios en los
laguneros. Pasar más tiempo haciendo deporte
y conviviendo con niños o jóvenes sanos, dejará
mejores resultados en su futuro desarrollo personal
y profesional.
biznagaas@hotmail.com
El propio Simón Bolivar lo consideró
el más protervo de los mortales; s
u paisano, el
escritor y diplomático, José Mancisidor lo calificó
de
El Dictador Resplandeciente
, el historiador
Enrique Krausse fue más certero; invoca a Justo
Sierra para quienAntonio López de SantaAna fue
un auténtico
Seductor de la Patria.
Con la muerte de Vicente Guerrero, se
había cerrado el ciclo histórico de la insurgencia
en nuestro país. No había podido ser un imperio
ni tampoco construir una república. Ante la
fluctuación de proyectos, el idealismo de las leyes
y la debilidad e irresolución de las élites civiles,
los militares sintieron que su sagrada obligación
era prevenir la anarquía y evitar que un déspota
cualquiera se apoderara de las riendas. Y así surge
el personaje al que sectores muy amplios del
pueblo adoraron de modo ciego e inexplicable por
casi tres décadas: El caudillo de caudillos.
Se le atribuye una probable ascendencia
gitana; creció en el puerto comercial más rico,
alegre, despilfarrador y laxo del país. Su padre,
Antonio López, un subdelegado del gobierno
español derrochador y endeudado de por vida con
trece personas a la vez; su madre, Manuela Pérez
Lebrón fue acusada ante la Inquisición en 1809 de
organizar en su casa bailes en donde “se ofendía
al Señor”; un tío, con fama de seductor, había sido
al mismo tiempo sacerdote y torero.
Su pasión, según uno de sus biógrafos,
Lucas Alaman, eran las peleas de gallos y --por
extensión-- las apuestas; éstas pueden ganarse (y
enhorabuena) pero en el caso de Antonio López
de Santa Ana no siempre fue así: En el puerto
de Veracruz hizo fama, más que por sus deudas
de juego, por su propensión a pagarlas con
documentos mercantiles falsificados.
Muy joven fue comerciante y a los 16 años
se alista en el ejército realista desde el que, con el
grado de teniente, combate a los insurgentes y se
hace notar por su valentía personal.
Vocación conspiratoria
le atribuye
Enrique Krauze. Militando en el bando realista el
Plan de Iguala lo sorprende y, sin más, se vuelve
iturbidista; mediante el Plan de Casamata se
levanta en armas contra el emperador y más tarde
respalda a Vicente Guerrero en su levantamiento
contra Manuel Gómez Pedraza. Desempeña
una brillante estrategia al rechazar el intento del
brigadier Barradas por recuperar para España el
fuerte de San Juan de Ulúa.
Encumbrado Anastasio Bustamante tras
derrocar a Guerrero, hace frente a una conspiración
y Santa Ana se une a los conspiradores, ésta vez
tras una meta clara: La presidencia de la república.
Logra la renuncia de Bustamante y la reinstalación
de Gómez Pedraza al que cuatro años antes el
mismo Santa Ana contribuyó a deponer. Entra
triunfal a la ciudad de México en carretela junto
a Gómez Pedraza.
Y al poco tiempo, proclamado héroe
nacional el amado, por abrumadora mayoría
triunfa en las elecciones y llega a la primera de
las que serían sus once presidencias.
Pero el refinamiento de la ciudad de
México no era lo suyo, como tampoco lo era en
ese momento, el gobernar. Ni siquiera asiste a
la toma de posesión; deja el poder en manos del
vice-presidente, Valentín Gómez Farías y se retira
a sus haciendas, Manga de Clavo y El Encero,
ambas en Veracruz, mas no para descansar, sino
para que lo extrañen, para que lo aprecien, para
que lo llamen si algún enemigo (de dentro o de
fuera) amenaza a la nación.
Mientras tanto, el vicepresidente Gómez
Farías introduce un conjunto de importantísimas
reformas contra los privilegios corporativos de la
iglesia: libertad absoluta de opiniones, supresión
de instituciones monásticas y de todas las leyes que
conferían al clero conocimiento de los negocios
civiles; supresión de la coacción civil en el pago
de diezmos; destrucción del monopolio educativo
clerical; clausura de la universidad y anulación de
todas las transferencias de propiedad hechas por el
clero después de la independencia, etc.. .
Santa Ana no era ajeno a tales reformas;
desde su aparente retiro dejaba hacer y media
la temperatura de la sociedad; advirtió la
belicosidad clerical contra las reformas; vence
a los conspiradores, encabezados en Morelia
por un general Durán, en favor de “Religión y
Fueros” y en contra del gobierno, y se retira a
Manga de Clavo para discurrir que, después de
todo, los conspiradores tenían razón. Despide a
Gómez Farías, suspende los trabajos del Congreso
y modifica el rumbo de su gobierno con la
expedición de las Siete Leyes, de corte centralista,
que a la postre ocasionaron la declaración de
independencia de Texas y los intentos separatistas
de Yucatán y Tamaulipas.
En el año de 1836 los territorios deYucatán
y Texas rechazan la nueva constitución centralista
y se separan de la federación. Santa Ana levanta
un ejército de seis mil hombres y marcha hacia
el norte para abatir a los secesionistas. Con mala
fortuna (dormían la siesta él, su estado mayor y
muchos de sus soldados) pues el 21 de abril fue
batido y hecho prisionero por Sam Houston en la
batalla de San Jacinto.
Santa Ana vivió siete meses prisionero en
Texas; sufrió befas, vejaciones y amagos, y firma
con el presidente de Estados Unidos un vago
tratado que propiciaba la independencia de Texas.
Su único fin era recuperar su libertad.
Derrotado y con seiscientos noventa y
dos mil kilómetros cuadrados menos en nuestro
territorio, es recibido en Veracruz, esta vez sin
demasiados vítores y se retira a Manga de Clavo.
Pero un año después recupera la confianza y el
amor de su pueblo. Rechaza una escuadra francesa
que se había apoderado de Veracruz, en una
batalla en la que pierde la pierna izquierda. Es ya
benemérito de la patria
Recupera el ánimo y vuelve a su verdadera
vocación: conspirar. Entierra con lágrimas a su
esposa y 41 días después contrae nupcias con una
bellísima joven de quince años. Yentierra también,
entre himnos marciales, con la asistencia de todos
sus ministros, todos los estados mayores y toda
la tropa, al pie que cayó cortado por la metralla
francesa.
Antonio López de Santa Ana permaneció
en el poder hasta 1854, cuando un levantamiento
en Ayutla, Guerrero, lo obligó a abandonar la
capital y exiliarse en Cuba. Trece años más
tarde, cuando el efímero imperio de Maximiliano
languidecía, Santana, desde La Habana, le ofrece
su espada y sus servicios, pero nada se podía
hacer ya.
Ni espada ni servicios fueron aceptados.