COMO DECÍA MI ABUELA

En mis tiempos

Ir a misa no era precisamente de mis actividades favoritas, pero los domingos que visitábamos desde temprano a la abuela, la acompáñanos a «misa de 10» en la capilla de la colonia. Mi abuela miraba con asombro a las mujeres que llegaban vistiendo escotes, blusas de tirantes, shorts y minifaldas, ya que, por el contexto, lo consideraba inapropiado. «En mis tiempos, no se veían éstas cosas» exclamaba, mientras me indicaba que me pusiera de pie para recibir al sacerdote.

El #8M es un día en el que se viven muchos contrastes. Mujeres que salimos a pronunciarnos por nuestros derechos ya sea en las calles acompañando a la marcha, o desde los lugares de trabajo y hogares, a través de la vestimenta o de redes sociales; pero también, mujeres que consideran que este día no tiene nada de especial y que «las feministas no las representan».

Hombres que apoyan la causa social y comparten el posicionamiento político del feminismo, hombres que no entienden el trasfondo de la fecha y nos felicitan por «el día de la mujer» y también, hombres que se muestran francamente molestos e indignados y cuestionan que ¿Por qué no hay un día del hombre? O ¿Por qué si a ellos los matan más, nadie hace nada? Sin embargo, no importa si el hombre se percibe «aliado» o no. Este día no se trata de ellos.

Hoy es un día para conmemorar nuestra lucha, un día para romper el silencio. Se trata de nosotras y nuestros derechos.

Lo cierto es, que lo que veremos hoy, no se veía en los tiempos de mi abuela, porque a ella le tocó vivir en una época en la que el código de comercio señalaba que la mujer necesitaba del permiso de su marido para adquirir bienes. Le tocó vivir en una época en la que tenías que concebir los hijos “que Dios te mande” y no había muchas oportunidades de trabajo para las mujeres.

Hoy, gracias a la lucha feminista, tenemos acceso a empleos, anticonceptivos, aborto y a administrar nuestros propios recursos. Gracias a nuestras ancestras, es que marchamos a paso firme para defender a nuestras instituciones democráticas, porque ellas marcharon antes por nuestro derecho al voto. Se trata de las mujeres y su lucha, se trata de conmemorar a aquellas que, aunque no pudieron verlo, lograron un cambio en las condiciones laborales de las que venimos detrás.

Yo también quiero llegar a vieja y decir cómo mi abuela «en mis tiempos, no se veían éstas cosas» porque será la señal de que las marchas de hoy, se consolidaron en el progreso de mañana. Y esto no se logra solas. Nos necesitamos todas. Necesitamos que cada vez más mujeres cobren conciencia del entorno misógino en qué vivimos, y no para considerarnos víctimas, a nadie le gusta eso, sino sobreviviente a un sistema que cada día se transforma y busca nuevas formas de objetificarnos y comerciar con nuestras vidas y nuestros cuerpos.

Mujer, escucha, esta es tu lucha y la de todas las mujeres que te rodean, no importa si se consideran a sí mismas, feministas o no. Porque el feminismo no lucha por unas cuantas, el feminismo lucha contra todas las formas de opresión hacia todas las mujeres. Este día, salimos a hacer visibles las realidades que todos los demás días son ignoradas y pasan por invisibles. Hoy marchamos por un trato digno en nuestros hogares, escuelas, centros de trabajo y cualquier otro espacio que habitemos y compartamos. Marchamos por una vida libre de violencia para las mujeres, madres y sus infancias, marchamos porque se visibilice nuestra condición desigual y se entienda, que no buscamos un mundo donde seamos iguales a los hombres, porque no nos reconocemos ni nos visibilizamos desde su mirada, queremos un mundo donde la mujer pueda decidir libremente qué quiere para su vida, sin que nadie se lo imponga a través de la violencia y la misoginia.

Hoy salimos a decir basta, ni una más, ni una asesinada más movidas por el hartazgo y la digna rabia ante tanta impunidad e injusticia. Realmente espero que llegue el día, en que no tengamos que marchar más y el #8M sea un día solo para conmemorar y no seguir luchando, para poder decir, como decía mi abuela “en mis tiempos, no se veían estas cosas”.

Autor

Leonor Rangel