PREGONERO

Discúlpeme, se me hizo fácil

Como muchas personas, decidí instalar cámaras de videovigilancia en mi casa desde hace un tiempo atrás, para poder mantener un tanto más seguro nuestro hogar, pues, aunque vivamos en una de las ciudades más seguras del país, lo cierto es que los amantes de lo ajeno no descansan nunca.

La semana antepasada por un error de confianza (así le digo ahora, pero en su momento dije que por p…) dejé mi carro estacionado afuera de mi domicilio sin activar los seguros. Si a esta altura de la lectura ya se imagina lo que pasó, tiene usted toda la razón: me robaron.

Alrededor de las 3:00 de la madrugada un tipo camina por la calle observando los carros alrededor y descubre gustoso que este confiado vecino se lo dejó a su merced. Se acerca, y sin batallar abre la puerta del copiloto, cauteloso el hombre, para no hacer ruido y despertarme.

Luego regresa a las 4:00 y se sube al vehículo, abre la guantera y se lleva una pequeña mochila en donde van cosas sin mucho valor: un perfume (Hugo Boss, pa’ las emergencias), medicamento y otros pequeños artículos. Repito, nada de gran valor, porque seré confiado, pero no tanto. Luego intentó sin éxito abrir la cajuela, y finalmente optó por irse.

En la mañana me percaté de lo sucedido y enseguida revisé las cámaras, logrando obtener video y fotografías para poder ubicar al ahora perfumado sujeto. Alerté de lo sucedido en un grupo de seguridad para solicitar más rondines por el área y a los vecinos para que tuvieran cuidado.

Este viernes, cuando escribía en mi oficina al mediodía, vi por la misma cámara al sujeto caminar por la calle sin empacho alguno, acompañado de una mujer. Quizá usted lector creerá que lo correcto era hablarle a la Policía, pero no hice eso. Bajé lo más pronto posible y caminé detrás de ellos, hasta que llegaron a su destino, una vez allí lo encaré pidiéndole –hasta con cortesía- que regresara lo que había robado. Al principio lo negó, pero al verse acorralado y saber que había pruebas, terminó aceptando que era él.

– “Discúlpeme, se me hizo fácil. Me corrieron del trabajo y pues el carro estaba abierto (ahora era mi culpa), además ese día iba drogado”, dijo el tipo cabizbajo frente a quien después me confesó era su novia.

Luego de unos 10 minutos de un interrogatorio y sermón sobre valores, buena vecindad y una amenaza latente de que no volviera a acercarse a mi domicilio, so pena de difundir su imagen por todos los medios posibles, el frustrado joven ladrón terminó por regresarme lo robado, aunque este amable vecino que escribe, le dijo que se quedara con la fragancia, a ver si así conseguía un trabajo.

Ahora le pregunto, estimado lector, ¿es justificable robar por desempleo o hambre? ¿Dónde se deben combatir estas actitudes de algunos jóvenes?

Imposible es que, en cada casa, cada calle o cada cuadra exista una caseta o una patrulla de la Policía para vigilar 24/7 todos los hogares. El punto para combatir esto es meramente formativo y de sana convivencia, es lamentable que en la mayoría de robos a casa habitación o vehículos estacionados, sean vecinos de la misma colonia y hasta la misma cuadra los delincuentes.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi, Saltillo es una de las ciudades más seguras del país, pues solamente el 24.8 por ciento de los encuestados dijo sentirse inseguro.

Pero, también en la misma ENSU queda plasmado que el 77 por ciento de los saltillenses ha tenido algún conflicto vecinal. Y es que en una calle hay de todo: ruidosos, sucios, los que se apropian de banquetas o espacios en la calle; los que tapan la cochera del de al lado, y hasta los que se les hace fácil (rateros, pues).

¿Qué tan difícil es practicar la buena vecindad? ¿Tanto nos cuesta el generar nosotros mismos un ambiente seguro en el entorno cercano? Al final de cuentas es donde vivimos. Es momento de que algunos dejen de lado esa mala costumbre de joderse unos a otros.

BREVIARIO SALTILLENSE

CAMPAÑAS MÁS HUMANAS. Desde hace un tiempo la tendencia para realizar campañas políticas es la de humanizar al candidato. Atrás quedaron (y anticuados se ven quienes aún lo hacen) aquellas campañas de insultos, ataques y denostaciones, por eso ahora vemos a los suspirantes compartir más momentos con sus familias y en sus pasatiempos. Queremos gobernantes genuinos y cercanos, no aquellos que creen que esto es una guerra y le apuestan a la división.

¡CHORROS!… Cuándo será que el Gobierno Federal se digne a meterle mano a Los Chorros, pareciera que ni ruido hacen los accidentes que semana tras semana se reportan, algunos de ellos con víctimas mortales. Ya han levantado la voz alcaldes y diputados, pero los de la 4t hacen oídos sordos.

Autor

José Torres Anguiano
José Torres Anguiano
Reportero Multimedia. Periodista de barrio y contador de historias apasionantes.
Premio Nacional de Comunicación "José Pagés Llergo" 2017.
Premio Estatal de Periodismo 2015, 2016, 2017 y 2018.
Premio de Periodismo Cultural UAdeC 2016, 2018, 2021 y 2023.