FRACCIÓN EN MODO DICTATORIAL

En “modo dictatorial”, a la fracción morenista de la Cámara de Diputados le resulta inadmisible que uno de sus integrantes piense diferente y vote en contra de una iniciativa presidencial, como ocurrió con la pretendida y rechazada reforma electoral.

La iniciativa de reforma electoral, bateada en el pleno de este martes, no alcanzó los 334 votos mínimos requeridos para alcanzar las dos terceras partes, es decir, la obligada mayoría calificada. Morena necesitaba convencer a 57 diputados de la oposición. Pero ni siquiera convenció al total de “los suyos”, pues Carlos Noriega Romero se abstuvo en lo que fue la única abstención, mientras que la chiapaneca Adela Ramos Juárez, sufragó en contra de la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador. Tuvo el apoyo de sus aliados del Partido del Trabajo y del Verde Ecologista.

Inmediatamente, sus compañeros la acusaron de “traición a la patria” y demandaron su expulsión de las filas de Morena. La legisladora ni se inmutó, contestó en redes sociales que tiene la conciencia en paz y que emitió su voto “en defensa del pueblo, soy testimonio vivo de que el INE debe ser neutral”. Arremetió que “traición fue votar por el Fobaproa y por la reforma eléctrica (te hablan, Shamir Fernández), y  son nuestros dirigentes en Morena. Yo voté por lo justo”.

Y es que ciertamente, como priista, el diputado federal torreonense Shamir Fernández Hernández votó en el mes de abril pasado en contra de la reforma eléctrica, lo que a los ojos de Morena lo convirtió en traidor a la patria junto con los demás “opositores” que también se manifestaron en ese sentido. Pero limpió esa mancha con el solo hecho de adherirse al partido de López Obrador.

Pero hay más: como diputado local, Fernández Hernández votó a favor de la llamada “megadeuda” de Coahuila, “para darle viabilidad al Estado”, según sus propias palabras. Tres veces legislador local por el PRI, estuvo a las órdenes de los exgobernadores Humberto y Rubén Moreira. Ahora aparece  en los mítines junto a Ricardo Mejía Berdeja, quien habla pestes del “moreirato”, de la corrupción en esos dos sexenios y de la “impagable megadeuda”. Y el diputado federal le aplaude, lo ovaciona y le levanta el brazo. Total, ya es morenista.