A LA BÁSCULA  

Voluntad y convicción 

Al igual que sucedió hace un par de semanas cuando integrantes de la sociedad civil, organizaciones sociales y hasta militantes de partidos políticos salieron a las calles en la Ciudad de México y en varios puntos de la república mexicana, la asistencia a la realizada este domingo convocada, organizada, promovida e impulsada por Andrés Manuel López Obrador para apoyar a Andrés Manuel López Obrador, el punto del análisis y la discusión no es el número de participantes, que algunos quieren hacer creer que es el badajo con el que se hace sonar la campana.

Conozco a gente —muy respetada y más querida todavía por mí— que asistieron a la marcha de este domingo, y algunos otros que manifestaron su deseo de haber podido participar, pero por circunstancias no pudieron estar presentes. Cuando se manifiesta y se externa de esa manera, libremente y por convicción, es totalmente loable su posición. Porque es en lo que ellos creen y eso es totalmente respetable; el hecho de que piensen distinto a los que marcharon hace dos semanas, ni los convierte en enemigos, ni traidores a la patria, ni son merecedores de insultos ni agresiones, ni nada por el estilo. Punto, se respeta su derecho de pensar en la ideología que quieran y, si es espontáneo y natural, que apoyen a quien crean que merece su apoyo.

A los que fueron por su voluntad, mis respetos. La diferencia en relación con la marcha pasada es que la inmensa mayoría de los participantes no lo hicieron de manera voluntaria, espontánea, por convicción y firmes creencias. La mayoría, y esto, aunque públicamente mientan y no lo aceptan, los gobernantes de la autoproclamada cuatroté saben perfectamente de todo lo que implicó esta marcha en apoyo del Presidente, la logística, el acarreo, el transporte, el avituallamiento y por supuesto el pago por su ‘voluntaria’ participación.

En la anterior, a los mexicanos no nos costó un solo centavo, a ella acudieron quienes quisieron hacerlo, lo hicieron bajo su propia cuenta y riesgo; en la de esta semana el costo fue con cargo al erario municipal, estatal y federal de las entidades gobernadas por el partido del Presidente. Como un ejercicio de sinceridad, sería bueno que se organizara una marcha en apoyo presidencial, sin coacción, sin amenazas, sin presiones, sin utilizar toda la fuerza y el peso del estado ¿Cuánta gente asistiría? El del domingo fue un ejercicio de pararse y preguntar ‘espejito, espejito, quién es el más bonito’, con la amenaza por delante de hacerlo añicos si no ofrece la respuesta impuesta y esperada.

De pronto nada más por metiche y preguntón, los habitantes de los estados como Zacatecas, Guerrero, Veracruz, Baja California, Michoacán, Colima, Sonora, Tamaulipas, Morelos, Quintana Roo —entre otros— ¿consideran que quienes gobiernan en su respectiva entidad, tienen algo que ir a festejar o celebrar a la Ciudad de México, cuando sus entidades están incendiadas, sumidas en una terrible violencia y cayéndose a pedacitos?

Por qué si se trata de supuestamente ser austeros y hasta pobres a la hora de ejercer el presupuesto, se realizan gastos tan onerosos y además hasta inútiles y estériles solamente para que el principal inquilino de Palacio Nacional pueda mostrar un ‘musculo’ conseguido —dirían los deportistas de alto rendimiento— con anabólicos esteroides, es decir, no de manera natural, sino de forma artificial.

De pronto surge la duda de porqué si no hay recursos para adquirir los medicamentos que requieren los niños con cáncer, sí hay para contratar cientos de camiones provenientes de casi todo el país, atiborrados de gente que por una determinada cantidad —que fue desde los 200 pesos hasta los mil 500, dependiendo del estado del que provinieran— como pago por su ‘asistencia voluntaria’, además de alimentación y ‘otros viáticos’; pero muchos otros más amenazados de retirarles los apoyos sociales, cancelarles su contrato laboral y otras lindezas.

Insisto, a quienes por su propia voluntad y convicción fueron a la marcha o se quedaron con las ganas de asistir, mis respetos. Pero por las imágenes tan grotescas del enorme acarreo, dádivas, ‘frutsis’ y tortas, me hicieron recordar los peores tiempos del priismo que tanto se criticaba por los ‘cuatroteros’, pero la forma como se manipula a la gente jugando con su hambre y sus necesidades, este domingo me hizo sentir, aunque fuera a la distancia, como los momentos que vivieron y fueron los primeros pasos que se dieron en Venezuela para convertir a ese hermoso país en lo que es ahora.

Y no se trata de defender a nadie, ni de desear que vuelvan los gobiernos corruptos del PRI o del PAN, ni quiero que me devuelvan privilegios que nunca he tenido. Simplemente expreso mi sentir, derecho que tenemos todos siempre y cuando no se adjetive, insulte, injurie ni agreda a los que piensan distinto. Así de sencillo, así de simple.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

El Heraldo de Saltillo
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