CINEMATÓGRAFO

“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”

Cuando hablamos de una disrupción en el cine o en cualquier otra de las artes, pensamos siempre en acabar con el discurso oficial, implementar elementos antagónicos a lo establecido y cortar de tajo con todo cuanto ligeramente tenga que ver con una idea tradicional, en cambio, hay filmes que consiguen eso apropiándose de los elementos más banales, los más insignificantes y los transforman en entes narrativos llenos de vida y dotados de gran carácter… así es “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, la nueva película de Alejandro González Iñárritu.

Dice la sinopsis oficial que “Bardo es una comedia nostálgica en el marco de un viaje épico. Una crónica de incertidumbres donde el protagonista, un reconocido periodista y documentalista mexicano, regresa a su país enfrentando su identidad, sus afectos familiares o la absurdidad de sus memorias, así como el pasado y la nueva realidad de su país”, lo cual dice todo y nada a la vez, sin embargo, da pie para entender al menos la parte simple, la estructural, donde nos indican que es una gran amalgama de conceptos y referencia, pero que no dista jamás de una crítica social necesaria en extremo.

El guion del propio Iñárritu y Nicolás Giacobone, capturan los desubicados pensamientos de Silverio Gacho -personificado de gran forma por Daniel Giménez Cacho- el mismísimo periodista y documentalista del cual nos cuenta la sinopsis, con el que parten por un viaje de recuerdos y emociones, pues el hombre viene de Estados Unidos aunque nació en México y encuentra por acá grandes cambios que lo llevan a recuperar muchas referencias de lo que aprendió y asimiló a lo largo de su vida, de los cuales, la mayor parte no coinciden con esta realidad.

Bardo va y viene en el tiempo, de una secuencia a otra Silverio viaja en su cabeza al pasado y regresa al presente, critica lo que sucede en México, pero también lo que Estados Unidos ha contribuido para que esto suceda, habla de todo y en realidad no concluye nada, es decir, es un gran sueño, lleno de pensamientos desatados, de los cuales en inevitable pensar en su carga surrealista por la naturaleza de la narrativa.

El filme disponible en Netflix, al final es muy recomendable. Más allá de ser una comedia, resulta un instrumento crítico en sus 174 minutos, retomando a personajes como Hernán Cortés con una montaña de cadáveres, que hace explotar la cabeza.

La fotografía que juega un papel trascendental en “Bardo” -como en toda la filmografía de Iñárritu- ya no está en manos de Emmanuel Lubezki, pues en esta ocasión Iñárritu acude a la magia de Darius Khondji, quien refleja una aparente sociedad en caos, que en realidad es una proyección personal, aunque el sentido estético del filme cumple e n parte con ese carácter de crítica social del que le hablaba al principio.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

 

Autor

Héctor Trejo
Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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