Trenazo de Puente Moreno: entre la devoción y la tragedia 

El saltillense Francisco Ovalle de Anda,  uno de los sobrevivientes de este trágico suceso, compartió su testimonio con El Heraldo de Saltillo 

Han pasado 50 años de aquel 5 de octubre de 1972, cuando el llamado «tren peregrino», que viajaba de Real de Catorce a Saltillo, se descarriló en Puente Moreno, sitio que dio nombre al trágico suceso en el que murió un número indeterminado de personas.

Pese a que entonces era apenas un niño, en la memoria de don Francisco Ovalle de Anda aún retumba el estruendo de los vagones del tren saliendo de las vías, las olas de fuego y gritos de auxilio, al ser uno de los sobrevivientes del Trenazo de Puente Moreno.

«Recuerdo que estaba muy oscuro, ya veníamos de regreso; yo venía recostado entre los respaldos de los amplios asientos que se encontraban frente con frente. De pronto escuché un ruido y fui a dar al suelo; ya para cuando acordé, alcanzaba a ver las llamaradas de los vagones que ardían y las explosiones», compartió en entrevista con El Heraldo de Saltillo. 

«Yo venía ahí, fue hace muchos años pero se revive por estos días que empiezas a ver los reportajes del periódico. En aquel tiempo no le veías la dimensión, yo apenas estaba en tercero de primaria. Se veían las fumarolas, las llamaradas bastante grandes», añadió.

FUE LA VELOCIDAD

El saltillense de 55 años narró que junto a él viajaban en el tren sus cuatro hermanos, sus padres Francisco Ovalle Bustos (+) y Guadalupe de Anda de Ovalle (+) y su abuela Susana Bustos de Ovalle (+), siendo esta última quien desafortunadamente perdió la vida en el lugar mientras que el resto de sus familiares logró salir del vagón.

«Íbamos cuatro hermanos, mi hermana la menor que en ese tiempo tendría seis años, mi hermano el mayor de 10, la que sigue de 12 y la última de 14. Mis papás y hermanos solo resultaron con golpes y lesiones, mi padre y mi madre con vida; mi abuela sí perdió la vida por su avanzada edad, andaba arriba de los 70 años», señaló.

Ovalle de Anda notó que el retorno había tomado menos tiempo en comparación con años pasados, ya que el tren viajaba a exceso de velocidad, lo que en su consideración causó el descarrilamiento.

«Ya casi estábamos llegando a la estación, recuerdo que el tren sí venía rápido, sí traía velocidad excesiva. Como pude salí por mi propio pie, casualmente a donde llego estaba mi padre recostado en la tierra; mi hermana empieza a acercarse a dónde todavía no llegaban las llamas y nos empieza a conducir a mis hermanos. Fuimos a dar a donde estaba mi padre, mi hermana se encargó de encontrarnos», platicó.

«Lo que no recuerdo es cómo nos trasladaron a la ciudad, recibimos atención médica. Afortunadamente nosotros veníamos a la mitad del tren y no llegó hasta allá el incendio. En los vagones de adelante sí veías las llamaradas y escuchabas el ulular de las sirenas de las ambulancias», indicó.

FOTOGRAFÍA TOMADA Por la Agencia UPI en el lugar de la tragedia, cortesía del historiador Carlos Recio

ÚLTIMO VIAJE EN TREN

Desde que sus padres murieron por causas naturales no ha regresado con sus hermanos a Real de Catorce y mucho menos ha pensando en volver a subirse a un tren, ya que el sólo hecho de pensarlo lo remite al Trenazo.

«Desde ahí, prácticamente no piensas en subirte a un tren. A raíz de eso se acabó la tradición que mi padre tenía; pasaron muchos años y no regresamos a Real de Catorce, en familia ya no regresamos a Real de Catorce», externó.

«Conforme pasan los años te das cuenta de las pérdidas que se dieron, valoras más la vida; te sientes afortunado de seguir en esta vida», finalizó. (OMAR SOTO / EL HERALDO)