LA DEMOCRACIA ES PATRIMONIO DE LA SOCIEDAD

 

Las dirigencias nacionales de los partidos Acción Nacional (PAN) y de las Revolución Democrática (PRD) anunciaron la suspensión temporal de la coalición legislativa y electoral, Va por México, “hasta en tanto el Revolucionario Institucional (PRI) no defina con claridad si habrá de honrar la “plataforma electoral común”, firmada en 2021 y la moratoria constitucional de junio pasado.

Buena oportunidad para los políticos de todos los partidos y para la ciudadanía de reflexionar y hacer un ejercicio respecto a en qué lado se encuentra cada quien dentro del espectro de identidades políticas sustanciales. ¿Qué tan a la izquierda y qué tan a la derecha?

Como apoyo les compartiré algunas definiciones y explicaciones de Michelangelo Bovero, filosofo de la Universidad de Turín.

En primer lugar, señala Bovero que el concepto de izquierda, bien entendido, no sólo no coincide con los de socialismo y comunismo (etcétera) y no se agota en los mismos, sino que se ubica en plano distinto porque no expresa una identidad política sustancial, un ideal determinado, un modelo de sociedad, un proyecto de convivencia y un programa para ejecutarlo, que estén fundados en una ideología determinada, en una visión del mundo, en una constelación de valores, sino que indica un lugar del espacio político, o sea, una posición. El que afirma “soy de izquierda” no responde a la pregunta “¿quién eres?”, “¿cuál es tu identidad política?”, sino a la interrogante “¿en dónde estás respecto a otros?, ¿cuál es tu ubicación?

Por ello, “izquierda” es un concepto relativo, o mejor dicho, relacional, y los caracteres sustanciales que permiten identificar a los sujetos políticos que ocasionalmente se ubican “a la izquierda” cambian cuando cambian los términos de la relación. En otras palabras, la identidad de la izquierda – “de quién es de izquierda, de los sujetos que están “a la izquierda”- será distinta dependiendo de la identidad de quienes se ubican a su derecha, y viceversa. Esto supone, por ejemplo, que en contextos en los que solamente existen dos posiciones políticas, y el espacio de la derecha está ocupado por sujetos “conservadores” o “tradicionalistas”, un sujeto “innovador” con identidad política “liberal” (como quiera que se interprete este adjetivo) resultará ubicado a la “izquierda”; mientras en otros contextos caracterizados, por ejemplo, por la presencia de movimientos socialistas, un sujeto sustancialmente similar al anterior resultará ubicado en una posición de “derecha” (moderada).

 

Pero, en segundo lugar, esto significa, que el mismo sujeto político puede “cambiar” de posición – pasando desde la izquierda a la derecha, o viceversa – también “cuando no se mueve”, es decir, cuando permanece idéntico a sí mismo, fiel a sus principios: simplemente porque otros sujetos (partidos o movimientos) han venido a ocupar el espacio a su derecha o -como ha sucedido con frecuencia en los últimos siglos- a su izquierda.

Así las cosas, en la historia política de la modernidad, que podemos comenzar a contar desde la revolución francesa, tenemos que al cambiar las fases históricas, “a la izquierda” del espacio político se encuentran los movimientos liberales, los movimientos democráticos, los movimientos socialistas. Los liberales nacieron “a la izquierda”, combatiendo por la constitucionalización de los derechos individuales de libertad contra los partidarios del ancien régime y de la restauración; pero enseguida “se deslizaron” hacia la derecha porque fueron “rebasados” por la izquierda, primero por los demócratas, que combatían por la ampliación de los derechos políticos más allá de las fronteras discriminatorias, después por los socialistas, que asumieron (de diferentes y contradictorias maneras) como objetivo político la emancipación económico-social más allá de la emancipación política.

Por si fuera poco, todavía hoy, en el contexto particular de Estados Unidos, la posición definida como liberal -con un significado de la palabra distinto al que se desarrolló en el ámbito europeo-es considerada como una posición de izquierda respecto de los conservadores.

Pero ¿por qué en la historia de la política moderna los movimientos liberales, democráticos y socialistas se ubican, de vez en vez, a la izquierda?, se plantea Bovero. Y, para explicarlo, retoma los orígenes de la distinción entre izquierda y derecha.

Podemos, incluso, indicar estos orígenes con una fecha: el 28 de agosto de 1789, en Versalles, día en que tuvo lugar una sesión crucial de la discusión en la cual, entre el 5 de mayo y el 11 de septiembre, los miembros de los “Estados Generales” de Francia, luego convertidos en “Asamblea Nacional”, elaboraron la que sería en la “Constitución del Año uno”.

El 5 de mayo, día de la apertura de los Estados Generales, la asamblea se acomodó observando el orden característico del ancien régime: el rey en un trono elevado, los nobles y el clero en una tribuna inmediatamente por debajo, el tercer Estado más abajo, en el fondo de la sala. El 28 de agosto se debía tomar una decisión sobre el poder de veto real: en ese momento, las distinciones y separaciones entre los estamentos ya se habían desmoronado, y para facilitar el cálculo de los votos individuales, todos los promotores de la institución del veto del rey se sentaron a la derecha del presidente de la asamblea, todos los opositores a la izquierda.

En este acontecimiento histórico -más que en la toma de la bastilla- se encuentra simbólicamente representado el significado de la revolución que marca el pasaje desde el ancien régime hasta la modernidad política: una sociedad orgánica y jerárquica, marcada por las distinciones de rango que se colocan en la dimensión arriba/abajo, queda reemplazada por una sociedad individualista, en la que las diferencias relevantes para la vida política son de opinión y de partido, y se colocan en el eje derecha/izquierda.

En primer lugar, entonces, la revolución conduce a la constitución horizontal del espacio político moderno: la posición de cada uno ya no depende de un rango predeterminado dentro de un orden jerárquico, en el que se nace en lo alto o en lo bajo, ahora todas las posiciones se ubican en el mismo plano, o sea, tienen la misma dignidad, y pueden asumirse libremente -pueden ser elegidas y ocupadas- por los individuos.

En segundo lugar, el modo específico de la génesis del espacio político moderno manifiesta su regla constitutiva: podría decirse, metafóricamente que, con una rotación de noventa grados, el que se encontraba arriba “descendió” a la derecha, quien estaba abajo “subió” a la izquierda. Esto sugiere, fuera de la metáfora, que los movimientos políticos “de izquierda” son, de vez en vez, siempre movimientos de emancipación de los subordinados, que apuntan a escapar de una situación de inferioridad y para lograrlo deben abatir las pretensiones de superioridad de sus adversarios. Derrotar privilegios para eliminar discriminaciones.

Los excluidos -que no cuentan ni son contados- son los que presionan para alcanzar la línea horizontal de la visibilidad, de la igual dignidad. Pensemos en el “cuarto Estado”: era el que estaba más abajo y que cuando se emancipa sube más a la izquierda.

En tercer lugar, tenemos como consecuencia que el criterio con el que las posiciones de izquierda se asumen y se reconocen en cuanto tales, coincide, en tiempos y circunstancias distintas, con la opción por la igualdad como valor político supremo. O, mejor dicho, por una especificación determinada de la igualdad.

Sin embargo, aclara Bovero, no es suficiente con afirmar que la igualdad es el valor que sirve para identificar a la izquierda. Es necesario precisar cuál igualdad identifica cuál izquierda, contestando a las preguntas “¿igualdad entre quién?” y “¿en qué cosa?”.

Y es así como el modelo de sociedad promovido en tiempos distintos por diferentes movimientos de emancipación que se sucedieron a la izquierda,  “rebasándose por la izquierda”, en la historia moderna se ha identificado con una sociedad caracterizada por cierta igualdad específica: el modelo liberal buscaba la igualdad entre todos los individuos en los derechos de libertad, el democrático la igualdad entre los ciudadanos en los derechos políticos, el socialista igualdad entre todas las personas como sujetos de la cooperación (trabajadores) en la distribución de los papeles y en los recursos económicos-sociales. (books.google.com.mx)

Siempre serán para la sociedad y para su clase política tiempos de definiciones, por ello siempre será pertinente recordar que la democracia es un patrimonio de cada uno de los que conformamos la sociedad.

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

josevega@nuestrarevista.com.mx