NUESTRO CEREBRO (I DE II)

 

Este 22 de julio fue el Día Mundial del Cerebro, propuesto en 2014 por la Federación Mundial de Neurología para enfatizar el valor de la salud cerebral.

Que implica buen funcionamiento de las tareas de las que el cerebro es responsable: emociones, movimiento, percepción, juicio, aprendizaje, memoria, comunicación, toma de decisiones y solución de problemas.

Nuestro cerebro está formado por dos hemisferios, en los adultos pesa en promedio entre kilo y kilo y medio y contiene alrededor de veinte mil millones de neuronas.

La razón para tener un cerebro grande, no se conoce, pero podría ser por la naturaleza social de nuestra especie.

El número de neuronas no determina la inteligencia, las ballenas tienen más; tampoco el tamaño, hay animales con cerebros pequeños más inteligentes, como cuervos y ratas que superan a las vacas.

La determinan las conexiones que establecen entre las distintas partes del encéfalo.

Cuando fallan, ocurren los padecimientos cerebrales; que constituyen el 6 punto 3 por ciento de las discapacidades mundiales.

Aunque está protegido por los huesos del cráneo y suspendido en líquido cefalorraquídeo, el cerebro es muy delicado.

Lo afectan accidentes cerebrovasculares, golpes, intoxicaciones y enfermedades como el Alzheimer que sufren 55 millones; Epilepsia, 50; Parkinson, 7 y Esclerosis Múltiple, 3 millones.

Actualmente más de 60 millones de personas mayores de 65 años, más mujeres que hombres, tienen demencia; serán 78 millones para 2030 y 139 millones en 2050.

La demencia más frecuente es el Alzheimer, con efectos devastadores para enfermos y familias.

Y como los médicos concuerdan que sus síntomas pueden retrasarse algunas décadas, hay en curso muchas investigaciones.

Una de las más relevantes, es la que encabeza Francisco Lopera Restrepo, director del Grupo de Neurociencias de la Universidad de Antioquia, Colombia, quien ha dedicado más de la mitad de sus 71 años a estudiar a 6 mil habitantes de Yarumal, con Alzheimer hereditario.

Al tratar a Aliria Rosa Piedrahita, advirtió dos mutaciones genéticas contradictorias; una la condenaba a enfermar de Alzheimer a los 44 años, la otra la protegió hasta los 78, que murió de cáncer sin demencia grave.

Este 2 de agosto Lopera presentará en el congreso de la Asociación Internacional de Alzheimer en San Diego, California, sus hallazgos y el posible tratamiento para eliminar el amiloide tau que cerca de los 28 años, se deposita en el cerebro de quienes tendrán Alzheimer genético.

Este Alzheimer es responsable solo del 1 por ciento de casos; la otra variante es el Alzheimer esporádico y se ignora su causa.

Para ambos casos, es urgente anticipar tratamientos; porque la enfermedad inicia décadas antes de advertirse los síntomas.

Un artículo reciente en The New York Times, indaga si comportamiento cotidiano como omitir pagos de la tarjeta de crédito o frenar mucho al conducir, pudiera predecirlo.

Y asienta lo dicho por Sayeh Bayat, autora de un experimento de la Universidad de Washington en San Luis que sostiene que la forma como nos movemos dice mucho sobre nuestra salud y que uno de los primeros avisos de demencia, es deambular y perderse.

Explica, que prometedores medicamentos han fracasado porque se recetan tarde y que detectar temprano a quienes podrán tenerla, puede lograrse con simples aparatos GPS que, colocados en vehículos de adultos mayores, checan si aceleran o frenan con frecuencia, exceden límites de velocidad o manejan por debajo y se puede entonces empezar a medicarlos.

Otro estudio comparó antecedentes clínicos de 80 mil beneficiarios de Medicare, con sus informes crediticios; descubriendo que los diagnosticados con Alzheimer, se retrasaron en pagar sus tarjetas de crédito con mayor frecuencia.

Y el instituto australiano de Investigación de Innovación en Salud Curtin, que dirige el profesor John Mamo, encontró que los depósitos de proteínas tóxicas que se forman en el cerebro se filtran con partículas grasas a través de la sangre; por lo que con dieta y algunos fármacos, el Alzheimer podría evitarse.

Recuerdo al respecto, que un amigo de Matías con demencia severa fue hospitalizado por una anemia que requirió varias transfusiones y tras ellas, sorprendió su lucidez.

Y hace unos 25 años leí en una revista Time, que monjas de Saint Paul en Minnesota fueron parte de una investigación que incluía la revisión de autobiografías escritas décadas antes, al entrar al convento; textos que permitieron comprobar que las monjas sin Alzheimer las habían redactado en forma entretenida y detallada.

Lo que se acerca a resultados obtenidos en Japón por investigadores de IBM, que graban conversaciones telefónicas buscando señales de Alzheimer, porque tonos, intensidad, silencios y manejo de las palabras, pueden predecirlo.

Aún no hay cura para las demencias seniles, pero su detección temprana garantiza mejor calidad de vida.

 

Autor

Teresa Gurza