Museo de las Aves: el sueño de un niño que se convirtió en realidad

Cuando tenía cinco años, don Aldegundo Garza de León observó en pleno vuelo a un ave conocida como mosquero rojo (Pyrocephalus rubinus), por su vivo plumaje de ese color. Sin poder explicarlo a ciencia cierta, en ese momento surgió, como él mismo lo señala, su sueño de convertirse en coleccionista y conocedor de más especies de alados.

Un año después de ese revelador instante, fue su propio padre quien le regaló un pequeño rifle para poder capturar aves, bajo la promesa de que sólo dispararía a aquellas que fuera a utilizar para disecar, proceso que perfeccionó años más tarde al ser instruido por el taxidermista Pedro C. Fuentes. Así fue como don Aldegundo inició su colección de aves.

«(A ese niño) le diría que qué bueno, que qué suertudo fue de haber visto ese pajarito, porque si no ha sido por ese pajarito a lo mejor no existiría el Museo. A mí me han preguntado ‘¿Cómo nació en ti eso? (coleccionar aves)’, no nació en ningún momento, es algo que yo traía adentro por información genética, porque a lo mejor tuve algún antepasado que era un enamorado de la naturaleza, de las flores o de las aves. De ahí despertó en mi la pasión por las aves», compartió con El Heraldo de Saltillo. 

PRIMERA EXHIBICIÓN

Ya siendo adulto, cerca de sus 30 años, el ornitólogo decidió abrir las puertas de su hogar para que el público en general conociera las más de mil 500 aves disecadas que colocó en vitrinas para evitar que el polvo y la luz afectaran su estado. El ambientalista bautizó este espacio de su hogar como «El Salón de las Aves».

«Yo nunca me he sentido dueño de las aves, ni dueño del museo, porque yo no he construido ni siquiera la pluma de un chilero, eso lo hizo el Creador. Yo las he juntado para que la gente las conozca, para que las vea, para que nos ayuden a cuidarlas, a conservarlas, pero de ninguna manera para que yo piense que yo soy el dueño. ¿Cómo voy a ser el dueño de la naturaleza? Yo simplemente soy un enamorado, alguien que cree mucho en la conservación, que cree que las aves nos pueden enseñar muchísimas cosas en la conducta nuestra», platicó.

 

NUEVO LEÓN QUERÍA SU COLECCIÓN PARA MUSEO 

Garza de León recuerda que periódicamente realizaba cápsulas informativas sobre aves para el programa «Reportajes de Alvarado» que se transmite por televisión abierta en Nuevo León. Fue así que, a mediados de 1991, empresarios de aquel estado, propietarios y socios de marcas como Coca Cola y Grupo Vitro, conocieron y se interesaron por su acervo al grado de que un día llegaron a su casa con la intención de que les cediera su colección para abrir un museo en Monterrey, Nuevo León dedicado a las aves.

Sin embargo, pese a la insistencia de los inversionistas, la intención de don Aldegundo no era en aquel momento fundar un museo y, en caso de hacerlo, aceptaría hacerlo exclusivamente en Saltillo.

«El intento sí lo hicieron, inclusive a través de empresarios de Saltillo, pero el Museo de Saltillo no se va a ir», contó.

NACE EL MUSEO DE LAS AVES

El ornitólogo recuerda que, tras la visita de los inversionistas de la entidad vecina, el entonces gobernador de Coahuila, don Eliseo Mendoza Berrueto, se reunió con él para pedirle que aceptara y coordinara la realización de un recinto museístico para mostrar sus aves a la ciudadanía y visitantes.

Tras esta charla, Garza de León comenzó a buscar un predio adecuado para este espacio en la capital coahuilense, hasta que llegó a un inmueble ubicado en la calle Hidalgo 151 de la Zona Centro de Saltillo, mismo que conocía bien ya que quedaba cerca de donde estudió su primaria.

Luego de que el mandatario estatal hiciera las gestiones para recuperar el inmueble que data del siglo 19 y que inicialmente funcionó como el antiguo Colegio de San Juan, ya que antes de arrancar el proyecto estaba bajo la jurisdicción de la federación al fungir como instalaciones de la Secretaría de la Reforma Agraria, comenzó a materializarse el proyecto del Museo.

Las puertas del Museo de las Aves (MUSAVE) se abrieron por primera vez hace casi 30 años, el 15 de noviembre de 1993, y gracias a donativos pasó de contar con mil 548 aves disecadas a poco más de 3 mil ejemplares, lo que representa el 73 por ciento del total de las especies que habitan en México.

«Para ahorita son poco más de 3 mil aves. Ahora ya el Museo recibe donaciones muy interesantes, muy bonitas. Un día llegó una señora con un perico amarillo, de los que hablan mucho, y venía a dejarlo aquí porque no lo iba a tirar a la basura. Se llamaba Pancho y dice ‘quiero que aquí se quede en el Museo si me lo recibe’. Se disecó y se puso en las vitrinas, la señora venía, traía a sus hijos a que vieran al tal Pancho», recordó.

«Otra vez nos llama una señora que si íbamos a recoger un ave que había caído en su casa. Ella le echó una toalla y lo recogió, pero se había muerto después de que lo tenía en su casa. Fuimos inmediatamente y nos la trajimos, y resultó que era una pequeña garcita del tular, una especie nueva que nunca la había visto yo en el campo. Así han llegado aves muy valiosas al museo».

 

REMODELACIÓN Y NIÑOS GUÍA

En noviembre de 2013 el Museo de las Aves cerró temporalmente para remodelar sus instalaciones por completo. Bajo una inversión conjunta entre gobiernos federal, estatal y municipal de 16 millones de pesos, se modernizaron sus cinco salas de exhibición para su reapertura el 8 de junio del 2016.

Entre sus adecuaciones, destacan el reacomodo de las aves en vitrinas panorámicas, equipo de sonido de alta calidad, luces que se encienden únicamente al detectar movimiento y pantallas táctiles que incluyen la explicación de cada una de sus áreas. Cabe precisar que durante su recorrido se muestra desde los diversos cantos de las protagonistas del espacio hasta las principales amenazas por las que atraviesan para su extinción.

Sin restarle importancia a los servicios tecnológicos del MUSAVE, para su fundador los pilares de este espacio siempre han sido sus Niños Guía, proyecto que inició poco después de que abrió el Museo para que infantes de la localidad pudieran liderar los recorridos por sus rincones.

«Empezamos a enseñar a los niños a hacer los recorridos guiados, eso nació aquí en el Museo y fue copiado ahora por muchos museos, no sólo de Saltillo sino de muchos lugares que vienen de repente y ven a los niños haciendo el recorrido. Me pasó una experiencia que vino gente de Estados Unidos y los atiende un niño mío, la persona que venía encabezando el grupo, en el libro de visitantes escribió ‘nos fascinó el Museo, es una obra maravillosa que nunca pensamos que pudiera existir en un país como México’, estoy hablando de hace veintitantos años, ‘pero lo que más nos gustó fueron los niños guía’. Ya tenemos nosotros Niños Guía que ahora son biólogos. Hay biólogos, hay sacerdotes, hay abogados, hay personas que están casadas», indicó.

CONOCER PARA VALORAR Y CONSERVAR

Bajo el lema de «Conocer para Valorar y Conservar», el Patronato del MUSAVE cuenta desde hace 20 años con dos reservas naturales en predios que adquirió para la conservación del Gorrión de Worthen (Spizella Wortheni) y de la Cotorra Serrana Oriental (Rhynchopsitta Terrisi).

La primera reserva es conocida como «La India» y se ubica a 40 kilómetros al sureste del municipio de Saltillo, con una extensión de 700 hectáreas donde además de proteger al Gorrión se llevan a cabo labores de vigilancia y monitoreo de especies de pastizal y migratorias. En este predio se protege también a especies amenazadas como el Águila Real.

La segunda reserva es «El Taray», sitio que ubica en la Sierra de Arteaga y que se administra por el MUSAVE en conjunto con la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO). Su extensión es de alrededor de 373 hectáreas y tiene como objetivo proteger el sitio de reproducción más importante de la Cotorra Serrana Oriental, que utiliza riscos para anidar y pinos para alimentarse.

«Desapareciendo una especie no hay manera de volverla a traer, se pierde para siempre (…). Si permitimos que se extinga una especie, no la podemos devolver. La misión del Museo fue y seguirá siendo Conocer para Valorar y Conservar, esa es la satisfacción más grande. El Museo ha contribuido a que las aves sean más cuidadas, más valoradas, mejor conservadas, esa ha sido nuestra misión», comentó.

«Yo sigo estando aquí, al pie del cañón en el Museo, voy a estar aquí hasta que me muera porque esto para mí es más importante que muchas otras cosas en mi vida. Siento que estamos cumpliendo con la responsabilidad, con la confianza que se nos ha dado». (TEXTO: OMAR SOTO / FOTOS: JOSÉ TORRES / EL  HERALDO)