A LA BÁSCULA

 

Ya resulta ocioso

¡JUSTICIA!, reza el titular del periódico Expreso, de Ciudad Victoria, Tamaulipas, con una portada a blanco y negro ilustrada por una fotografía a toda página, de Antonio de la Cruz, quien hasta este miércoles fue su reportero, cuando fue cobardemente asesinado cuando salía de su casa acompañado de su familia. ‘#Nuestro reclamo: Que caigan los asesinos’, se lee en el antetítulo o en otros tiempos irónicamente llamado ‘balazo’.

‘Justicia, ¿qué es para ustedes justicia? ¿que es lo que están pidiendo, qué significa para ustedes justicia?’, pregunta el periodista Ciro Gómez Leyva a Miguel Domínguez, director editorial del diario donde por más de dos décadas laboró como reportero de diferentes ‘fuentes’ Antonio.

Su respuesta es tan contundente como dolorosa: ‘Me parece que ya resulta ocioso pedir justicia’, cada vez que un compañero periodista es asesinado. Lastimosamente en lo que va del presente año, esta es la doceava ocasión que el gremio pide justicia, y sí, parece que ya hasta resulta ocioso. Van justo antes de que termine el primer semestre de este 2022, un total de 12 periodistas asesinados, con todo y que el gobierno diga que ellos tienen otros datos. El gremio, los periodistas, llevamos un registro puntual de cada compañero al que le ha sido arrebatada la vida de manera tan violenta como cobarde.

Y es tan ocioso pedir justicia, porque ya sabemos qué es lo que vendrá enseguida desde las esferas del gobierno federal o locales: que repudian los hechos, que rechazan la violencia, que envían condolencias a sus familiares. Pero de ahí no pasa. Y con la pena debo reiterar lo dicho ‘ene’ número de ocasiones, los gobiernos no están para repudiar la violencia, ni para rechazarla, ni para condenarla, los gobiernos están para resolver los problemas, para eso fueron electos, no para asumirse como si fueran ciudadanos comunes cada que se repiten estos hechos, que en el caso de los periodistas es cada dos o tres semanas cuando mucho.

Lo mismo ocurrió recientemente con el asesinato de los sacerdotes Jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar en la Sierra Tarahumara. Cuando en su primera aparición ante los medios, la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, salió ante los medios a decir que gracias a un ‘esfuerzo extraordinario’ de la Fiscalía General del Estado, ya tenían la ubicación de los cuerpos.

No, Gobernadora, su Fiscal no hizo ningún esfuerzo extraordinario, simplemente cumplió con la que es su obligación básica y por lo que se le paga y bastante bien. Igualmente, para la mandataria chihuahuense: usted no está para lamentar, para repudiar, para rechazar la violencia; como gobernante está usted para solucionar los problemas, en este caso de la inseguridad.

Los rechazos, los repudios, a la violencia nos corresponden a los ciudadanos, porque nosotros no tenemos monopolio de la fuerza pública, ni las corporaciones policiacas fuertemente armadas y dotados de vehículos y todo lo necesario para cumplir su trabajo, nosotros los ciudadanos no tenemos las instituciones para defendernos nosotros mismos de lo que los gobiernos han sido incapaces, ni las instancias de ‘inteligencia’, de las que sí disponen los gobiernos.

Los ciudadanos de la forma más democrática, votamos por quienes nos gobiernan, y lo menos que uno espera es que cumplan con lo más básico que señala nuestra Constitución, que nos garanticen seguridad en nuestras personas y nuestros bienes.

“¡Cuántos asesinatos en México!”, dijo el Papa en su mensaje en redes sociales tras la muerte de sus compañeros Jesuitas, quien externó su dolor y consternación por los hechos. Y por ello también resulta triste y doloroso la sentencia de Miguel Domínguez, director editorial del diario Expreso de Ciudad Victoria, pedir justicia ya hasta resulta ocioso, porque las respuestas van a ser las mismas de siempre: estamos investigando, vamos a llegar hasta el fondo, nuestras condolencias a sus familiares compañeros y amigos, lamentamos los hechos, rechazamos y repudiamos la violencia.

Pedir justicia se ha convertido en este país, predicar en el desierto. Como no la hay, es hasta ocioso pedir justicia. Y eso, duele en verdad. Duele.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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