COMO DECÍA MI ABUELA

El primer paso… 

En la clase de «Economía Doméstica», o “Taller de cocina” como la nombrábamos nosotras, se nos pedía bordar un mantel de tela de dominó con punto de cruz. Cómo imaginará el lector, ésta era una tarea bastante complicada para una niña de 14 años que apenas sabía agarrar la aguja. Entonces acudí a mi abuela, quién me enseñó a hacer las puntadas optimizando hilo y tiempo, mientras me decía «el primer paso, es el más difícil». No sabía, en aquél entonces, cuánto me servirían sus palabras para el futuro.

Recientemente, se ha viralizado a través de redes sociales, un vídeo íntimo de una pareja donde participa, presuntamente, una menor de edad. El video se ha replicado rápidamente mediante comentarios dentro de publicaciones de memes que aluden a la joven de una manera bastante vulgar y sin importar la procedencia del video ni la edad de quién en él aparece.

Llama la atención cómo la sociedad, difunde rápidamente contenido de mercados digitales de explotación sexual, sin reparar en que, de ser una menor de edad entraría en la categoría de pornografía infantil y, por lo tanto, se comete un delito; y si no fuera el caso, aún entra el tipo de delitos contra la intimidad sexual, o lo que conocemos coloquialmente como Ley Olimpia.

Y mientras un sector importante de la población, sigue sin reconocer a la violencia digital como algo real, que no se queda sólo en el «cibermundo«, sino que traspasa las pantallas y lastima a las personas en la realidad, hay otro sector que, con el empuje de las mujeres, ha logrado un cambio que trasciende obstáculos sociales y traspasa fronteras.

El pasado 7 y 8 de junio se llevó a cabo la gala de la revista Time, en Nueva York, donde la activista y feminista Olimpia Coral Melo fue reconocida como una de las personas más influyentes del 2021, siendo la única mexicana en acudir a la gala. Al respecto, Olimpia compartió en diferentes medios que la Ley Olimpia es sólo la punta del iceberg en cuanto a la violencia digital y que no se esperaba que después de una década de lucha, lo que inició como la búsqueda individual de justicia para ella, terminaría reconociéndose en todo el país como otro tipo de violencia y traspasando fronteras.

«El primer paso, siempre es el más difícil» y no se puede lograr sin cuestionarnos nuestras propias actitudes. Si nos topamos con contenido íntimo de alguien que no brinda su consentimiento para ello, ¿Qué deberíamos hacer?, ¿Ceder ante el morbo?, ¿Denunciar comentarios y publicaciones?

Mirando más a fondo, ¿Cuáles son mis creencias al respecto? ¿Pienso que lo virtual no tiene repercusiones más allá de la pantalla? ¿Quizá es cierto que lo virtual es real para las personas víctimas de este tipo de violencia?

En cada individuo subyace la creencia del colectivo, de la sociedad en la que fue «educado», por eso es importante cuestionarnos si lo que aprendimos sigue vigente en nuestros días o, por el contrario, es solo un constructo que está afectando a la mitad de la población. Porque cuando un vídeo de este estilo sale a la luz, somos las mujeres a quiénes se señala y etiqueta con diversos apelativos que califican nuestra calidad moral y, por el contrario, los varones aparecen como héroes con dones «impresionantes«. Este doble estándar es el que lleva a las mujeres a padecer las consecuencias sociales de compartir sus «nudes» con la persona en quien confiaba, pues no se piensa en quien comparte como agresor, sino que, más bien, se culpa y estigmatiza a la mujer que “se deja” grabar, que manda el «pack» o que vive libremente el ejercicio de su sexualidad usando las tecnologías que tiene a su alcance.

Afortunadamente ya existen mecanismos legales para penalizar estás conductas y cada vez más personas toman consciencia de los alcances de la violencia digital, pues como decía mi abuela «el primer paso, es el más difícil» y gracias a mujeres como Olimpia, no tenemos que recorrer el camino solas.