COMO DECÍA MI ABUELA

Al pan, pan…

 Mientras estudiaba en la secundaria, tomé clases de oratoria y participé en algunos concursos. En cierta ocasión, le pregunté a mi abuela cómo podría suavizar el mensaje de mi discurso, el cual abordaba el tema de la corrupción en México, pero mi abuela me recomendó no hacerlo, “al pan, pan, y al vino, vino”  me dijo, y luego añadió, hay cosas que es mejor nombrarlas como son.

A la sociedad en general, le cuesta o nos cuesta mucho trabajo identificar la violencia feminicida, ya sea porque tiene muchas facetas y múltiples nombres con los que la hemos justificado a través de los tiempos, o quizá porque nos resulta incómodo reconocernos inmersos en un entorno hostil que nosotros mismos hemos alimentado.

Ejemplo de esto es lo que aconteció a raíz de que la creadora de contenido colombiana Adriana Valcárcel compartió en su cuenta de TikTok un vídeo procedente de una cámara de seguridad, en el que se observa a su pareja tiktoker, Carlos Feria, cuando la agrede frente a la hija de ambos, empujándola violentamente y haciéndola caer hasta el suelo. El video fue borrado a los pocos segundos, y Adriana asegura que no fue ella quien lo compartió. Sin embargo, luego de que diversos medios de comunicación emitieron diferentes notas al respecto, Carlos Feria decidió pronunciarse mediante un vídeo en el que relata su versión de los hechos: «yo me paro súper enojado, cojo una silla, caigo en cuenta ahí mismo, porque con la silla ¡ya es una barbaridad! y después, voy dónde Adri y la empujo» más adelante, a manera de justificación señala «no somos la única pareja que pasa por esto, solamente que somos personajes públicos y esto se vuelve viral y ustedes lo ven mal porque somos personajes públicos, pero esto pasa todos los días» y continúo diciendo que «hay hombres que le quitan la vida  a una mujer, hay  mujeres que le quitan la vida al marido».

Hay mucho qué quisiera rescatar, tanto del vídeo original como del que se compartió a manera de respuesta, pero me voy a concretar a tres puntos. Primero, me parece sumamente peligroso que Carlos pueda reconocer como bárbaro el acto de golpear con la silla a su pareja, pero luego normalice el acto de empujarla, porque, según su dicho, ese tipo de cosas suceden en todas las parejas y todos los días. Recordemos que los actos de violencia suelen tener una secuencia de escalada o aumento gradual de intensidad y normalización, hasta que, quizá algún día, golpear con una silla a su pareja ya no le parezca «una barbaridad».

Segundo, justamente, tenemos tan normalizada la violencia que consideramos que son «cosas que pasan» como si fuera parte de la vida, sin cuestionar porqué ocurre ni cómo modificar esa realidad.

Tercero, el hecho de que sabe que existe la violencia machista a tal grado que señala que «hay hombres que le quitan la vida a mujeres» y luego trata de darle un giro aseverando que «hay mujeres que le quitan la vida al marido» como si ambas cosas sucedieran con la misma frecuencia y con la misma brutalidad, quizá, siendo más grave la última aseveración, ya que, a través de resaltar el vínculo relacional de matrimonio, pareciera más grave lo que, según el tiktoker, hacen las mujeres que lo que hacen los hombres.

Cómo el vídeo del relato anterior, también encontramos otro rondando por redes sociales, pero este con hechos acontecidos en México. En él, se encuentran Abigaíl y su ex pareja, el tatuador Vladimir Abascal, quién presuntamente le debe alrededor de 10 mil pesos a Abigaíl, lo que motivó la visita de ella al local donde él trabajaba. Al momento de requerirle el pago de por lo menos la mitad del adeudo, Vladimir arremete contra Abigaíl, empujándola con tal fuerza que la hace caer al suelo, y luego, en un arrebato de furia, la patea mientras le sigue gritando y haciendo señales indicándole la puerta de salida. Luego de estos hechos, Valeria decidió levantar la denuncia, pero la Fiscalía de la Ciudad de México no continúo con las diligencias correspondientes, alegando que no procede por falta de pruebas, a pesar de que existe un vídeo en el que consta la agresión. También aquí, vemos la normalización de la violencia, pues Vladimir, no solamente la afecta en su patrimonio impunemente, sino que, además, puede violentarla físicamente sin que existan consecuencias para él.

Si en algo le doy la razón al colombiano Carlos Feria, es en qué, este tipo de cosas pasan todos los días, y a estos actos los reviste tal impunidad, que los hombres, a pesar de saber que la violencia de género se encuentra tipificada y conlleva consecuencias jurídicas, siguen realizando actos cada vez más violentos en contra de las mujeres. Mientras las personas que estamos alrededor no nombremos las diversas agresiones y violencias contra las mujeres como lo que son, VIOLENCIA FEMINICIDA, seguiremos normalizando estás conductas y minimizando sus consecuencias. Así que, los invito, a alzar la voz cuando presenciemos estos actos, ya sea en público, en el hogar, o tras una pantalla y nombrar, como decía mi abuela, «al pan, pan, y al vino, vino».