CLAVE DE FA

El Waterloo de Trump: 6 de enero de 2021

Donald Trump tenía teflón. Al menos eso pensábamos porque nada le hacía mella a su imagen a pesar de estar involucrado en escándalos sexuales, fiscales, corrupción empresarial, misoginia y bullying. Pero una vez fuera de la presidencia, la suerte le puede cambiar, por un pecado menos llamativo pero capital: el abuso de poder.

Resulta que el Congreso integró un comité para presentar testimonios sobre lo ocurrido el 6 de enero del 2021 en el Capitolio. Ese día, se iba a llevar a cabo al conteo oficial y certificación de los votos del Colegio Electoral que daban por ganador a Joe Biden. Ese era el último paso para poner a Trump fuera de la Casa Blanca.

Poco después se supo que Trump decidió amarrarse a la silla, al punto de ordenar al entonces Vicepresidente Mike Pence, que actuaba en su calidad de Presidente del Senado, a cambiar el conteo de los votos a favor de Trump. Obvio, se negó y la base de Trump se le fue encima.

Pero la cosa no quedó ahí, una muchedumbre instigada por el discurso trumpista que alegaba fraude en la elección, tomó por asalto el Congreso dejando un saldo de cinco muertes relacionadas con el incidente.

Entre los múltiples testimonios presentados ante el comité están el de Bill Barr, quien fuera el Procurador General en la administración de Trump, y le dijo reiteradas veces a su jefe que había perdido la elección y que sus acusaciones de fraude eran infundadas. También habló Ivanka, la hija de Trump, quien le dio la razón al Procurador.

Pero uno de los que más llama la atención es el de Liz Cheney, diputada republicana, quien afirmó que “Trump convocó a la multitud, la organizó, y prendió la flama del ataque”. De aquí se infieren dos cosas: la primera es que quien puede detener a Trump en su intento por regresar a la Casa Blanca no es Biden, ni los Demócratas, sino el mismo Partido Republicano, para evitar que la base de Trump lo secuestre.

Y lo segundo es que afortunadamente en Estados Unidos las instituciones tienen más peso que los berrinches políticos, por lo que la afrenta que hizo Trump a la ley y el sistema de balances y contrapesos, esta vez sí le va a costar, máxime ahora que está en campaña de nuevo.

El caso de Trump aferrado al poder me recuerda cuando Emiliano Zapata rechazó ocupar la silla presidencial, porque decía que volvía loco a quien se sentara en ella. Pero para decirlo de otra forma, el poder no corrompe, solo magnifica lo que la persona es en realidad.


Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael