EN EL TINTERO


Periodistas Contra la Desinformación

Inmersos en la era digital, con el constante bombardeo de información, tenemos a la mano enormes herramientas tecnológicas que pueden representar ventajas para todos, pero también grandes peligros para la sociedad.

Debido al fácil acceso en el mundo para recibir y emitir mensajes de todo tipo, una parte importante de los datos que se encuentran en la red suelen ser falsos o engañosos y somos la propia sociedad quienes contribuimos con ello. Es aquí donde el papel de los periodistas y los medios de comunicación se vuelve crucial para combatir la desinformación.

El pasado fin de semana se llevó a cabo en Nuevo León el primer Seminario de Periodistas Contra la Desinformación, que congregó a colegas de diversos estados de la República. Verificado, un medio de comunicación especializado en el fact cheking o verificación de hechos, en conjunto con el Consulado de Estados Unidos en Monterrey y la Red de Periodistas del Noreste, tuvieron la iniciativa para capacitar a estudiantes y docentes de las carreras de Ciencias de la Comunicación, así como periodistas en activo.

Personas de Nuevo León, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Sinaloa, Yucatán y Ciudad de México se dieron cita al Seminario que se efectuó durante tres días, interesados en obtener herramientas que permitan atacar las noticias falsas comenzando con el rigor que debe existir desde la redacción para el trabajo periodístico.

Una de las grandes reflexiones de este evento, es que la desinformación mata, pues la propagación de mentiras que siempre juega con las emociones y sentimientos del lector, espectador o radioescucha, puede tocar las fibras más sensibles de las personas atacando a la razón y generando desenlaces fatales.

Así, el caso del linchamiento de dos hermanos en Puebla confundidos con secuestradores, el daño moral a mujeres y hombres por información falsa que se propaga rápidamente, suicidios, muertes por retos virales, personas discriminadas por alguna enfermedad, cuyos datos se transmiten de forma errónea o imprecisa, son solo algunas de las consecuencias de la desinformación.

A lo anterior, hay que añadirle que los contenidos periodísticos han sido desplazados por influencers y/o youtubers que en la mayoría de los casos emiten opiniones desde el lado subjetivo sin una preparación sobre temas que se tocan y en gran parte sin verificar. Nos topamos con un reto enorme.

Incluso desde las altas cúpulas, simplemente la sección de Quien es Quien en las mentiras que dirige Elizabeth Vilchis desde la Presidencia de la República, incurre en información falsa y engañosa que pretende pasarse como cierta ante un público cautivo que piensa que por ser difundida desde la autoridad es verídica.

Cada uno de quienes leen esta columna tendrá alguna experiencia de alguna cadena en WhatsApp que alertaba de robachicos en determinada colonia o una banda de secuestradores de mujeres en algún municipio. Cuando surgen las preguntas de ¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo dijo? La respuesta de los difusores de esa información es que lo pasó el hijo de la vecina, y al hijo de la vecina se lo envió el primo de su amigo, y al primo del amigo, la hermana de su novia, y nunca se llega a la fuente original. Pero más grave aún es que la mayoría de las personas ni siquiera están interesadas en saber de dónde se origina la información, si está verificada y si es verdad.

Estas son solo algunas de las reflexiones obtenidas en el primer Seminario Periodistas Contra la Desinformación, por lo que nos toca replicar las buenas prácticas para combatir este fenómeno, ya que tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad: generar periodismo de calidad.

Y aunque nos pudieran decir que los periodistas no debemos buscar más likes o reproducciones, hay que tener claro que en este momento sí es importante el alcance de las audiencias, pues tiene más impacto la mentira que el desmentido. Es ahí donde habrá que encontrar la forma de llegar a la sociedad y recuperar esos espacios con información útil y periodismo de calidad. Es ahora que hace falta verificar antes de compartir y desmentir antes de propagar.