COMO DECÍA MI ABUELA

Al que no quiera avena… 

Casi no me gusta el arroz con leche, pero mi abuela lo hacía seguido, creo que por eso me dejó de gustar. En una ocasión que la visité, acababa de hacer dicho postre y me lo ofreció, a lo que le dije, “gracias, pero sírveme poquito”, al parecer, no le agradó mucho que la despreciara, así que de inmediato me respondió, “al que no quiera avena, la taza llena”, y me sirvió una taza rebosante de arroz con leche, que no pude rechazar.

El sábado 21 de mayo, fue atacada la abogada y activista, Cecilia Monzón, en Cholula, Puebla, por dos sujetos que dispararon contra su vehículo mientras conducían una motocicleta. Cecilia perdió la vida al momento del ataque según los medios. La fiscalía de Puebla aún no se ha posicionado sobre los perpetradores del hecho, pero nuestro presidente ya exhibió sus “otros datos” calificando de “ajusticiamiento” al homicidio y de “sicarios” a los agresores. Este adelanto de información, más que un detalle para esclarecer los hechos, pareciera un intento de López Obrador para señalar culpables fuera del palacio de gobierno y de sus políticas públicas, que nos cuestan a los ciudadanos 11 mujeres al día y 95 activistas en lo que va del mandato de AMLO.

Por su parte, colectivos feministas se manifestaron afuera de la Fiscalía General de Puebla, para exigir que este hecho se investigue como feminicidio, dada la naturaleza de casos que litigaba la abogada, pues se dedicaba en las ramas familiar y penal, a defender mujeres víctimas de la violencia machista, inclusive ella misma llevaba un juicio de alimentos contra Javier López Zavala, quien fue secretario de Gobernación en Puebla durante el gobierno de Mario Marín Torres. La manifestación fue recibida, cómo ya es costumbre en nuestro país, con el despliegue de elementos policiales y vallas alrededor de la fiscalía, para evitar que las feministas lo “quemen todo” como rezan en sus consignas, hartas de la ineficiencia de las autoridades.

Cecilia, más que ser víctima de los sicarios, fue víctima del sistema de impunidad que opera en nuestro país. Ella había señalado que, a pesar de contar con elementos suficientes, su caso no avanzaba; un caso interpuesto, no por una ciudadana de a pie, sino por una mujer que conocía el sistema y sabía de leyes, que se dedicaba a eso, que hizo del activismo y ejercicio del derecho su profesión, vamos, que, si el caso de Cecilia no avanzaba, es evidente que se trataba de corrupción en el sistema, tráfico de influencias, violencia institucional en contra de las mujeres: en resumen, la violencia patriarcal. Que Cecilia, la mujer que defendía los derechos de las mujeres, ahora esté muerta, señala una falla más del sistema, una injusticia más, pero también una razón más para levantar la voz y para exigir, no más leyes, no más fiscalías especializadas, no más programas de género que de tanto nombrarlo y escucharlo los propios operadores de dichos programas ya ni siquiera saben lo que es. Lo que necesitamos y exigimos es esa justicia que promete nuestra carta magna, pronta y expedita, y la seguridad que el Estado de Derecho le debe a todos sus ciudadanos y ciudadanas.

Porque no sólo es el ataque contra Cecilia, las mujeres somos atacadas a diario en México, entre el 15 y 16 de mayo fueron asesinadas 5 mujeres en Oaxaca, además de los 113 casos de feminicidios que sucedieron del 01 al 15 de mayo en el resto del país, y sin contar en ellos casos de agresiones, acoso, violación y otras formas de violencia contra las mujeres.

Pareciera que como decía mi abuela “al que no quiera avena, la taza llena”, pues apenas se conoce un caso de feminicidio o cualquier otra manifestación de la violencia machista, cuando ya hay dos o tres o hasta más casos por denunciar. Es triste, alarmante y hasta vergonzoso que, a estas alturas, las autoridades prefieran culpar a “sicarios” antes que aplicar correctamente los protocolos que establece la Ley General de Acceso a las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia y las demás leyes que protegen nuestro derecho a la vida, seguridad, justicia y libertad.

Por eso, también nosotras seguiremos insistiendo, con más acciones para visibilizar la violencia, más marchas, más conferencias, más plantones frente a las fiscalías y más antimonumentas, porque como decía mi abuela “al que no quiera avena, la taza llena”.