AVISO DE CURVA

Fe y buena política

La política en México se encuentra debajo de una montaña de egoísmos ideológicos. Los titulares de prensa de los últimos meses han estado dominados por la descalificación de todo aquello que provenga del “adversario”, sin importar lo que es bueno para resolver los grandes problemas por los que atraviesa el país.

Los líderes nacionales, salvo honrosas excepciones, ejercen su profesión bajo una idea desfigurada de la política, creyéndola como el espacio para vencer y vengarse. Una imagen hueca, siendo que las advertencias de un reducido crecimiento, presiones inflacionarias, aumento de la pobreza y el repunte de la inseguridad exigen otra talla de políticos, menos ideologizados y más propensos a la negociación y la construcción de mayorías y consensos.

Desafortunadamente, la confianza en que los problemas del país se pueden solucionar en el corto o mediano plazo se desploma en la población a medida que la confrontación y el escarnio crecen y se agudizan.

Este narcisismo político no es privativo de México, aunque sí pudiera convertirse en un perfecto ejemplo de lo que sucede en las democracias latinoamericanas.

Latinobarómetro, organismo privado con sede en Chile, que desde 1995 aplica encuestas respecto a la satisfacción de las democracias, describe una situación alarmante en el prólogo de su más reciente informe (2021): “Una ola recorre América Latina consecuencia del egoísmo de las élites, es la ola de la escasez de mayorías”.

México, no es la excepción. Las cúpulas políticas, gobernantes y opositoras, se empeñan en imponer su agenda, su pensamiento y su “verdad” antes que construir acuerdos y formar mayorías a favor del país. Siempre ha sucedido, es cierto. Es solo que ahora está empeorando.

Las cosas se están poniendo bastante incómodas en la política mexicana y los problemas nunca han sido tan complejos como hoy. Solo los lideres anquilosados piensan que los retos de la agenda global se resolverán en el ring, a golpes y sombrerazos.

Al respecto, Latinobarómetro advierte: “Las ideologías se corrompieron con el poder dejando a la izquierda y la derecha desarmadas con baja legitimidad”. Por lo tanto, si las élites no mejoran su oferta política, sucederá que los ciudadanos llenen las calles en protesta o, peor aún, “los populismos y las autocracias sustituirán a las decadentes democracias”.

Los ciudadanos no esconden su desencanto de la política y la democracia. No solo porque detectan que en ocasiones los gobiernos y las oposiciones defienden con sus propuestas e iniciativas los intereses de unos pocos, mientras que los muros de la desigualdad, pobreza y marginación permanecen intactos, sino también debido a que la montaña de polarizaciones aplasta los escasos intentos de establecer acuerdos para alcanzar objetivos comunes.

¿Es posible remover el montículo de egoísmos y confrontaciones que hunde a la política mexicana?

A falta de respuestas sensatas entre la clase política, consultemos a la fe, la cual, por cierto, coincide con la opinión de los ciudadanos consultados por Latinobarómetro.

En un singular y fuerte mensaje dirigido en diciembre de 2021 desde Atenas, Grecia, el papa Francisco reveló algunas pistas de la “buena política”: a los otros no se les debe ver como adversarios, sino como ciudadanos con los que se pueden construir acuerdos y mayorías, a la manera que sucedió, en su momento, en “la cuna de la democracia”.

El máximo jerarca de la Iglesia católica expresó su preocupación al percibir que en algunas sociedades los problemas de inseguridad, desigualdad y pobreza, junto a la polarización y la distancia de las instituciones, conducen a “una suerte de escepticismo democrático”. Advierte, sin embargo, que el “remedio no está en la búsqueda obsesiva de popularidad, en la proclamación de promesas imposibles o en la adhesión a abstractas colonizaciones ideológicas, sino que está en la buena política”.

Las declaraciones del papa Francisco se produjeron al momento que la pandemia descobijó a la democracia. Dejando en descubierto ese mal hábito, como lo señala el pontífice, de “elaborar teorías para oponerse a los demás”.

Confiemos en el “deber ser” de la democracia. Tengamos fe en que la praxis política puede cambiar.

 

olveraruben@hotmail.com

 

Autor

Rubén Olvera Marines
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