CÁPSULAS SARAPERAS

De amor y camiones

En esta ocasión te platico de una historia de amor y de camiones, que sucedió aquí en esta hermosa ciudad de Saltillo. Los involucrados son dos Saltillenses por adopción.

Esta es una parte de la historia entre Santa Saucedo quien nació en General Cepeda y de José Guadalupe Valdez nacido en Arteaga. Todo inició en el año de 1974 cuando varias rutas de camiones de esta hermosa ciudad pertenecían a la cooperativa de rutas urbanas de Saltillo, cuyas instalaciones se encontraban en la esquina de Purcell y Corona, en ese mismo año los transportes Saltillo – Monterrey todavía se ubicaban en el mero centro de la ciudad específicamente en donde topa Abott sobre Padre Flores. Él, Lupe Valdez, trabajador del volante de las rutas urbanas, con 27 años cumplidos, ella, Santa con tan sólo 17 laboraba en los transportes Saltillo – Monterrey.

Cierto día Lupe la vio desde el camión a la distancia, al pasar a su lado disminuyó la velocidad para pasar a su lado de una manera muy muy lenta y gritarle por la ventana que, a la hora de salida, vendría por ella, a los que Santa no ignoró sino le aclaró que no se podría pues ella tenía novio. Llegó la hora de la salida y Lupe también, quien divisó a Santa acompañada de su novio, a lo que de manera directa y sin rodeo alguno, eso sí aprovechando su edad y tamaño, pues tenía 10 años más que el novio, Lupe le dijo: “Usted que hace aquí, váyase con su mamá para que termine de darle la mamila”, Santa en ese momento caminó de manera presurosa hacia el lado opuesto al que había tomado su novio, de quien, por cierto, como el dinero y de Camila, nunca más se supo nada. Lupe sabía que había ganado la primera partida.

Al día siguiente y durante varios meses Lupe quien recorría la ruta Juárez en el camión número 47, marca DINA, pintado con los colores amarillo y blanco, inició la estrategia del camión descompuesto, sabiendo que, a quien pretendía tenía como hora de entrada al trabajo las 9 de la mañana y que en la parada del cruce de Otilio y Urdiñola, Santa tomaba el transporte público para llegar a su trabajo.

Lupe, el chofer, quien ya tenía muy bien medidos los tiempos, sabía que al llegar a las 8:45 tendría la oportunidad de ver y cortejar a su amada durante 10 minutos, pero también sabía que tenía 5 minutos de margen. Y es que en muchas ocasiones con la única intención de esperarla, Lupe el chofer enamorado, detenía el camión, descendía del mismo y levantaba el cofre, diciendo que no funcionaba, asegurándole al pasaje que la única manera en que funcionará era que se “subiese” una muchacha que estaba esperando, situación que repitió varias veces, en algunas de ellas se escuchaba a los pasajeros decir, volteando hacia la dirección de donde vendría Santa, “ojalá que no tarde”, en otras ocasiones había reclamos hacia el chofer quien sin empacho alguno les decía, pues tome sus 20 centavos y bájese del camión. Pero eso sí, siempre de manera milagrosa al subirse Santa al camión, este empezaba funcionar.

Bien dice el dicho que “tanto va el cántaro al agua hasta que un día revienta” que a los meses iniciaron un noviazgo y cuando Lupe le propuso matrimonio a Santa, ella le dijo que le faltaban dos meses para cumplir 18, a lo que Lupe, el novio, le dijo, pues los cumples allá en la casa. Casándose el 25 de noviembre de 1975 aquí en esta hermosa ciudad de Saltillo, hoy a casi 50 años de esta anécdota forman una gran familia junto a sus hijos Lizbeth, Luis Carlos y Eduardo, quienes les han dado la dicha de ser abuelos de 5.

Cuando platicas con Lupe, quien tiene una manera amena de conversar y quien me ha brindado su amistad abriéndome hasta las puertas de su casa, te das cuenta que es un hombre sumamente enamorado de su esposa, pues no hay conversación en la cual no te afirme que: “gracias a Dios y a ella, es feliz”.

Y eso que no les platiqué de la anécdota del programa de radio llamada: “las rápidas de la divertida”.

Definitivamente estas historias de amor, son dignas de compartir y de conocer, estas historias de amor que día a día se presentan en nuestra hermosa ciudad de Saltillo definitivamente valen la pena presumir.

 

 

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas. *El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.