POR LA BOCA MUERE EL PEJE

A como van las cosas, no tendremos que esperar a que la oposición tenga un candidato único, para ver a López Obrador derrotado.

Pero ¡aguas! porque como advertimos varios periodistas hace semanas, el enojo lo tiene fuera de control y si antes la derecha decía que era un peligro para México, hoy la mayoría así lo pensamos.

Estoy convencida que está mal de la cabeza y no es insulto, sino diagnóstico.

Un jefe de Estado cuerdo, no dice al embajador de Estados Unidos “Ken aguanta que el pueblo se levanta” al enterarse que el presidente Biden desautorizó sus elogios a la reforma eléctrica.

Tampoco es de un mandatario en sus cabales, criticar a España y demandar “pausar” las relaciones diplomáticas; para después recular acobardado “No hablé de ruptura. Dije ‘vamos a serenar la relación’…”

Si fuera cierto que las empresas españolas nos están saqueando, ¿por qué les da la construcción de tramos del tren maya? ¿por qué no les quita contratos y las denuncia?

Hace mucho que la desmesura ha sido la constante en sus críticas a periodistas; nos ha llamado maiceados, golpistas, mercenarios, vendidos, canallas y zopilotes y le hemos tenido demasiada paciencia.

Y cómo estará de desequilibrado y cómo será su sed de venganza, que este lunes 14 anunció ¡que va a defenderse de nosotros!

Antes de que ocurra una tragedia, debíamos demandarlo como gremio por daño moral y ataques a la libertad de expresión.

A ver si como ronca, duerme.

Su iracunda reacción ante los vídeos de Carlos Loret de Mola sobre corrupción de sus hijos, parientes y colaboradores, su petición de que sea “rastreado” y las descalificaciones a Carmen Aristegui, sobrepasaron límites y diariamente vuelve a la carga con tenacidad de demente.

Abusando de su cargo, obtuvo información sobre salarios de Loret para divulgarlos en la mañanera, violando su privacidad, derechos humanos y varios artículos constitucionales.

Y ocasionó que funcionarios que se la pasaron, faltaran al Código Fiscal de la Federación, la Ley de Responsabilidades Públicas y el Código de Ética de la Administración Pública Federal; delitos que se persiguen de oficio y dudo lo haga su fiscal.

Pero con cinismo, a la avalancha de críticas respondió «Es bueno el debate, es parte de la democracia».

Me alegra saber lo que el presidente y la historiadora que lo mueve como títere, consideran “democracia” y “debate”.

Ojalá también nos dijeran lo que entienden por “conflicto de interés”.

Y ojalá pudiera Loret indagar, qué hay detrás de la amenaza “… me lo va a tener que aclarar los directivos… se supone que Loret ya no está en Televisa…” porque surge la incógnita de si el presidente les cambió canonjías, por su despido.

No estoy entre quienes sostienen, que López Obrador era mejor y ha cambiado.

Lo conocí siendo yo corresponsal de La Jornada en Michoacán y él presidente nacional del PRD y ya era un ególatra malvado, con visibles ansias de destruir la izquierda.

Y hoy que es jefe de la nación, sus múltiples rencores no le dejan tiempo para gobernar y lo llevan a crear problemas, que no tendríamos si él no fuera presidente.

Mientras se da a la tarea de destruir México, se muestra dócil con los narcos que han acrecentado su influencia y presencia en todo el país y con gente violenta de la CNTE, normalistas de Ayotzinapa y toma casetas de Sonora, a los que pagará para que permitan la circulación de vehículos y cada día suma más “enemigos a los que combatir”.

No le son ya suficientes, “las mafias del poder” por cierto incrustadas en su gabinete, Ongs, mujeres, científicos, intelectuales, INE, ecologistas, clase media y “aspiracionistas” que no quieren seguir en “la admirable pobreza franciscana” como desde el lujoso palacio donde reside y nos cuesta millonadas omitidas al hablar de su salario, pregona él que vive.

Da vergüenza que el mundo lo esté mirando como chiflado, pero no puede ser de otra manera porque por todos lados ve conspiraciones, ha arremetido contra periódicos extranjeros y agredido a España por «explotadora», a Austria por “egoísta” al no prestarle el penacho de Moctezuma, al Vaticano por no arrodillarse al pedir perdón, a Panamá por rechazar como embajador a su amigo acosador sexual Pedro Salmerón, a Bolivia por no apoyar a Evo Morales, a EU por cuestionar sus políticas ambientales, a Italia por permitir subastas de piezas arqueológicas.

Y a Perú, porque “el conservadurismo está atacando al presidente Castillo”; ora sí que como diría mi sabia nana Natalia, “a este señor hasta lo que no come le hace daño”.

 

Autor

Teresa Gurza