RAREZAS ANIMALES

 Está tan fea por acá la situación política que para descansar de ella, hoy mejor voy a platicarles de algunas investigaciones sobre animales, que sorprenden a los científicos.

Estudios realizados en Gamboa, Panamá, y en Australia, descubrieron que las hembras de colibrí cambian de plumaje para defenderse de los machos con ganas de copular y que las serpientes de mar australianas suelen confundir a los buceadores hombres, con posibles novias.

No sé si serán iguales, pero en Isla de Mujeres y Cozumel en el Caribe mexicano, las serpientes marinas se llaman Morenas y son de colores café amarillento o negro con lunares blancuzcos, ojos chiquitos, sin escamas, con una aleta dorsal que va de cabeza a cola y horribles dientes.

Me las tope varias veces, al bucear en esa zona y me daban terror.

Porque además de su fealdad y tamaño, pueden medir hasta 4 metros, lancheros me contaron que al morder se les bloquean las mandíbulas y no sueltan a sus presas, causándoles heridas que se infectan fácilmente, por las muchas bacterias que viven en sus bocas que abren y cierran constantemente para respirar.

Y algunas lanzan veneno cuando se sienten amenazadas.

Estaba una vez nadando en Isla de Mujeres, cuando vi se me acercaba lo que creí era un monstruo marino de color blanco con rojo, que abría una gigantesca boca al compás del oleaje.

Regresé a la lancha volada y uno de los lancheros se echó al mar con su arpón y volvió riéndose y trayendo en la punta una desgarrada bolsa de plástico de las que entonces daba de la Comercial Mexicana, con un pelícano rojo estampado.

Me quedó entonces como lección, siempre averiguar qué es lo que me asusta y generalmente descubro, es algo sim importancia.

Volviendo a las Morenas, son especies solitarias que durante el día duermen cerca de arrecifes de coral en cuevas rocosas de aguas poco profundas, para esconderse de barracudas y tiburones.

Una nota de Jason Bittel publicada por The Times del pasado el 25 de agosto da cuenta de la investigación sobre serpientes australianas a me refería al empezar este artículo.

Y en la que pide a los buceadores que si se les acerca una, mantengan la calma porque rara vez atacan.

Explica que Rick Shine, herpetólogo de la Universidad de Macquarie de Australia, sugiere dejar que se aproxime porque, “solo cometió un error buscando novia y si se las golpea pueden ponerse agresivas.”

Shine aprovechó los confinamientos del Covid, para analizar datos recogidos durante varios años por Tim Lynch, quien hizo su doctorado en Ciencias, observando serpientes marinas de la costa noreste de Australia.

Al pasar 250 horas bajo el agua con 158 ejemplares, descubrió que raramente se acercan a las mujeres y a los buceadores hombres los buscan entre mayo y agosto, meses de invierno en esa parte del mundo y para no sufrir sustos y contratiempos aconseja bucear allá, en primavera o verano.

En otra nota del Times, Sabrina Imbler informa de un estudio realizado en Panamá, sobre una especie de colibríes que vive de México a Brasil.

Y que resulta muy curiosa, porque al revés de lo que sucede en otras especies de aves son las hembras las que hacen el nido y en cuánto ponen un huevo, el macho desaparece y solas deben alimentar al voraz polluelo.

Deben hacerlo, además, perseguidas por machos que quieren emparejarse y se caracterizan por el color azul cobalto de sus cabezas.

Para evitarlos y realizar con tranquilidad su tarea de madres proveedoras, las hembras transforman en azul brillante el color verde claro de sus plumas, buscando verse iguales a los machos y así poder calmar su acoso.

La situación fue descubierta por John Falk que realizaba en Gamboa, su doctorado para la Universidad de Cornell mientras trabajaba en el Smithsonian Institute.

Todo empezó porque le sorprendió ver tantos colibríes azules, supuestamente machos, y casi ninguna hembra.

Intrigado prestó atención y descubrió que a medida que las jóvenes se volvían adultas, recobraban su color y concluyó que las hembras son verdes, cuando no les interesa encontrar pareja.

Pero como no es colibrí sino rinoceronte, la pobre Elena no pudo cambiar pelaje y según el diario Excélsior del pasado 17 de septiembre, murió ahogada en la reserva Wildlands de Holanda.

Limpopo de 19 años, llegó a ese zoológico a principios de septiembre y se adaptó tan bien, que sus cuidadores intentaron cruzarlo con Elena o Zahra, ambas huyeron asustadas; pero el enamorado Limpopo, persiguió a Elena, hasta que agotada por la corretiza cayó a un pozo del que no pudo salir.

 

Autor

Teresa Gurza