Vacunas reducen severidad de la Covid-19: UNAM

92 por ciento de la población adulta cuenta con esquema completo contra el coronavirus. El sector infantil representa el siguiente desafío al ser afectado también por la variante ómicron

El tiempo ha demostrado que, con constancia y cobertura universal, la vacunación es una de las mejores herramientas para preservar la salud humana; prueba de ello es que en 1980 la viruela desapareció del planeta. Es necesario que quienes no se han vacunado lo hagan, afirmó la profesora del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM, Gabriela García Pérez.

“Son estos grupos que no se vacunan, los que abren la posibilidad de que estos virus sigan circulando, porque son reservorios donde pueden infectar y replicarse”, alertó.

La especialista recordó que, como resultado de la vacunación, también se erradicaron enfermedades severas del territorio nacional como la poliomielitis -devastadora entre la niñez-, la difteria y el sarampión.

Aun cuando implican un riesgo, “siempre es menor al de no vacunarse, pues con ellas podemos prevenir la enfermedad o bien evitar que ésta se agrave”, insistió.

Explicó que la severidad de ómicron no se ha podido medir con exactitud, porque gran parte de la población ya está vacunada. “Es factible que sea menos grave, pero eso no implica que lo vaya a ser en todos, ya que cada organismo es diferente. Esto lo vemos cada año, cuando una misma gripe le hace muy poco a un individuo, mientras que a otro lo deja postrado en cama”.

La variabilidad depende de nuestro estilo de vida, alimentación, salud integral y herencia; aquí los genes sí importan, porque los mecanismos de respuesta de cada uno dependen de su genética, agregó la académica, quien recomendó no confiarse ante la nueva variante.

“En definitiva, las vacunas nos ofrecen protección y lo hemos visto con esa caída tan abrupta en el número de intubados y hospitalizaciones. Claro, los contagios van al alza porque seguimos sin cuidarnos, pero sí percibo un cambio”, añadió.

Hace 208 años, rememoró, se aplicó la primera vacuna en México por parte del doctor Francisco Xavier Balmis, quien comenzó a inocular contra la viruela a los habitantes de la entonces Nueva España.

Sin embargo, las estrategias de nuestro país en el rubro no siempre han sido las óptimas, de ahí que el 24 de enero de 1991 se creó, por decreto presidencial, el Consejo Nacional de Vacunación (Conava). Hasta ese momento sólo 46 por ciento de la población infantil contaba con un esquema de inmunización completo, un índice bajo que se fue revirtiendo.

A partir de entonces, la función del organismo es establecer cómo deben distribuirse las vacunas y que sean accesibles, así como las vías para llegar a los lugares más remotos, labor nada sencilla ya que no todos los biológicos resisten al ambiente y ello obliga a cuidar desde cadenas de frío hasta planear los calendarios de inmunización a detalle, acotó.

Con base en evidencia científica generada a nivel internacional, el Conava debería poner en marcha la vacunación en niños, consideró García Pérez.

“Hablamos de un sector muy afectado por la variante ómicron y, a fin de cuentas, es crucial que todos tengamos protección de algún grado”, estimó.

La investigadora destacó: según cifras oficiales nuestro país ha conseguido que 92 por ciento de la población adulta cuente ya con un esquema completo contra el SARS-CoV-2, y 83 millones de mexicanos (de los casi 129 millones que conforman la población) recibieran al menos una dosis. (UNAM)