GENTE ANSIOSA

 

Esta miniserie sueca, estrenada recientemente en la plataforma de Netflix, es una propuesta cautivadora, que se puede ver en una tarde con sus seis capítulos de 30 minutos cada uno, con una historia que funciona como reloj, dejando ganas de seguir conociendo más de este peculiar grupo de individuos, rehenes de un asaltante de banco que ve frustrada su acción y se esconde con estos personajes en un departamento la víspera de Año Nuevo. Se trata, a no dudarlo, de la miniserie ideal para quienes quieren algo diferente y alejado de las fórmulas hollywoodenses, “Gente Ansiosa” cumple con todos los requisitos para llenar (y superar) las expectativas de los espectadores.

Se trata de una adaptación que dejará más que satisfechos a los fans del exitoso autor sueco Fredrik Backman, estrenada recién en Netflix, que tiene la particularidad de que puede ser visionada en 150 minutos, los que pasan literalmente volando.

¿Qué tiene de especial “Gente Ansiosa”?

Primero, una vena cómica y un sentido de los valores, con especial énfasis en la familia, que se agradece, ya que no tiene una sola escena de sangre ni de efectismos, ni de trucos baratos.

Luego, el estilo visual, limpio, ambientado en una ciudad que está repleta de luces navideñas y con la luminosidad particular de los países fríos cercanos al Polo Norte, en este caso Suecia.

Y tercero, la trama que gira en torno a un asaltante enmascarado que entra a un banco donde no guardan efectivo y sale huyendo de la policía, encerrándose en un departamento que está en alquiler y en donde se congregan cerca de ocho personajes, todos ellos pintorescos y, en apariencias, sin ninguna particularidad más que la de querer arrendar un inmueble central.

El espectador empezará a dudar pronto, porque los rehenes aparecen extrañamente relajados, se pasean por las habitaciones y hasta se encierran en el baño, descansan en una cama o se preparan comida, mientras en el exterior la policía intenta llegar a un diálogo con el asaltante. Sorprendentemente, cuando la policía irrumpe en el lugar, no encuentran al delincuente, mientras que los rehenes son liberados tras haber comido pizza y admirado los fuegos artificiales solicitados previamente.

Uno de los policías, comienza a obsesionarse con la desaparición del asaltante solitario y de manera extraña, todos se muestran algo reacios a entregar mayores datos de lo sucedido durante el período en que estuvieron retenidos en ese departamento. Cada capítulo aporte elementos clave para desembocar en un final que une y concreta cada elemento que ha sido desplegado para darle pistas al espectador.

Con un excelente guion de Camila Ahlgren (The Bridge) y una solvente dirección de Felix Herngren (Bonus Family), los seis capítulos breves sirven para reconstruir qué fue lo sucedido en el interior del departamento, durante el encierro obligado, del mismo modo en que alguna vez el maestro Akira Kurosawa lo hizo en su notable “Rashomon”, es decir, cada personaje aporta su mirada, su punto de vista, obligando a los espectadores a estar atento a lo que cada uno de los personajes aporta en la media hora que dura cada capítulo.

Hay hechos del pasado que resultan pieza clave en la miniserie, en especial el encuentro del policía cuando tenía 13 años con un suicida, que le entrega una carta dirigida a una mujer, antes de lanzarse a las frías aguas del mar desde un puente elevado.

Los personajes son, por decir lo menos, peculiares: una pareja infelizmente casada desde hace 40 años y que se dedican al extraño hobbie de comprar casas para alhajarlas; una pareja de lesbianas, una de las que está a punto de dar a luz, que está en crisis; una alocada mujer que parece esconder más secretos de los habituales y una gerente de banco que sufre crisis de pánico cuando visita el departamento que todos desean alquilar. A ellos se suma un actor disfrazado de conejo que tiene una extraña relación con alguno de ellos.

Y mientras avanza esta breve serie, los personajes irán mostrando también sus particularidades, contándose secretos y anécdotas, todo ello debido a los lazos de amistad o de cercanía que les genera el haber estado juntos como rehenes en una situación especialmente traumática. De esas relaciones, sobresale la que se establece entre Ro y Roger: ella es una lesbiana que trata de entender el significado de ser madre y él es un tipo triste, aburrido, que se deleita con las novedades que le brinda la tienda internacional IKEA.

Los policías que conducen la investigación son un punto aparte: padre e hijo son miembros de las fuerzas del orden y deben compartir este extraño caso con la llegada de Jill, hija y hermana de los protagonistas, con un pasado de drogas y desorientación. Esta dupla de policías, unidos por la sangre y por el oficio, darán vastas pruebas de su generosidad y sagacidad, aunque al comienzo parezcan un poco chistosos, en especial Jack, con su corte de pelo a medio completar cuando comienza la serie y se desencadenan los acontecimientos.

Así, todas estas historias personales son mucho más interesantes incluso que el mismo suceso policial y en verdad, poco a poco, nos vamos dando cuenta que son otras las motivaciones del director y que el desenlace es coherente si entendemos que todavía puede haber decencia y solidaridad en la vida. Acá no hay grandes revelaciones al estilo de Agatha Christie, ni persecuciones incansables en autos por la ciudad. Nada de eso. Solo personas que tienen razones para hacer cosas, equivocarse o tratar de apoyar a otro, aunque eso sea complicidad desde el tecnicismo legal.

La miniserie escarba en otros temas que salen por ahí: el suicidio, la crisis financiera con su secuela terrible -una de las sospechosas está viviendo en un armario y la descomposición de una pareja. Pero, ojo, para alivio de los espectadores estos son tratados sutilmente y sirven de contexto para una historia que tiene también su lado cómico y hasta perverso.

Esta es una miniserie de exquisita ternura, sobre todo en los episodios finales, que deja con un buen gusto por su brevedad, concisión y cariño con que cada uno de sus personajes es tratado en un rinconcito de Suecia. Gran aporte para este inicio de año.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación