COMO DECÍA MI ABUELA

Mujeres juntas… 

De este dicho no tengo una anécdota en particular, más bien, recuerdos vagos de que mi abuela o cualquier otro miembro de la familia hacía referencia a él cómo única explicación posible ante las diferencias entre mujeres.

Hoy en día me doy cuenta de la misoginia que hay detrás de tal dicho popular «mujeres juntas ni difuntas».

Se nos presenta la idea de que las mujeres somos incapaces de trabajar en equipo y de generar relaciones afectivas sanas y amigables con otras mujeres. Todo esto no tiene un fundamento científico; es más bien una cuestión social, se sustenta en la creencia de que las mujeres por alguna razón innata, quizá algo genético, no podemos llevarnos bien entre nosotras y que constantemente rivalizamos, pero es la manera en la que se nos educa o se nos socializa.

En mi familia era común hacer comparaciones entre mis primas más pequeñas para ver quién era la más bonita, la que bailaba mejor, la que desfilaba mejor, eran inocentes emulaciones del mundo de los certámenes de belleza que veíamos en televisión y que nos mostraban (aún al día de hoy) que el valor de la mujer se encuentra en su físico y la idea aún más distorsionada, de que hay mujeres más valiosas que otras.

Actualmente lo que vemos en televisión no es muy diferente. Diputadas y Jefas de Gobierno exhibiendo el trabajo de otras políticas y criticándolo, mujeres policías y feministas enfrentándose durante las marchas y la protagonista y la antagonista de la novela estelar rivalizando por el mismo hombre, todo como parte del mismo circo, de la misma idea de que las mujeres no sabemos llevarnos bien.

Mientras nuestros referentes sean esos, está será una realidad no solamente para nosotras sino también para nuestras hijas y las futuras generaciones.

Necesitamos voltear los ojos, buscar otra mirada, encontrar a las mujeres que trabajan juntas para desarrollar proyectos como la llamada ley Olimpia, por ejemplo, que al día de hoy es una realidad para todas las mujeres de nuestro país pero que inició con Olimpia Corral Melo, una sola mujer a la que se fueron uniendo una a una mujeres que tenían el mismo dolor y la misma lucha que ella, mujeres iguales a cualquiera de nosotras.

Diana Infante-Vargas es otra mujer admirable que también sabe trabajar en equipo, ya que en su proyecto denominado Acosadores a Bordo supo incluir a otras mujeres que la ayudaron a convertir su investigación en un libro que presentó en la FILC 2021, y que estoy convencida, que algo tuvo que ver con la implementación del programa “Espacios Seguros” que se observa al día de hoy, al abordar las unidades de transporte público de nuestra ciudad. Prometo indagar más, para corroborar mi teoría.

Cuándo volteamos y vemos en una mujer una hermana más que una rival, empezamos a reconciliamos con aquellas partes rotas de nosotras, encontramos un sentimiento de hermandad, de cobijo y entendemos que no estamos solas y que efectivamente hay otras mujeres caminando lado a lado, con nuestras mismas dolencias, carencias, opresiones y la misma necesidad de justicia.

Por eso la próxima vez que escuches “mujeres juntas ni difuntas” pregúntate ¿a quién le beneficia este tipo de pensamiento? ¿a las mujeres?