COMO DECÍA MI ABUELA  

Ni tanto que queme al santo…

 El día de muertos es mi festividad favorita después de navidad. Me encantan los colores, sabores y texturas de esta fecha, pero sobretodo, la habilidad de los mexicanos para transformar las penas en una hermosa fiesta tradicional que ha sido reconocida por la UNESCO desde 2003 como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

En casa de mi abuela, no se ponían ofrendas o altares especiales, pero comíamos pan de muerto y rezábamos el rosario por nuestros “fieles difuntos”. No faltaban las flores ni las velas al lado de la virgen de Guadalupe y las fotos de nuestros parientes fallecidos. Mi abuela ponía una cantidad moderada de velas blancas siempre encendidas “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre” decía mientras las colocaba frente a su altar antes del rezo.

Este día de muertos, extraño a mi abuela y a mis tías, me hacen falta sus risas y sus consejos. Sin embargo, ellas y nosotros como familia, tuvimos el consuelo de que fallecieran por causas naturales y que las pudimos velar. Tenemos un espacio a dónde llevarles flores y nos quedan los recuerdos de su vida a nuestro lado. Sin embargo, para muchas familias la realidad es distinta.

Hace tiempo, con motivo de visibilizar los feminicidios, surgió la iniciativa de nombrar el 03 de noviembre como “Día de Muertas”, y aunque lo que se buscaba era crear consciencia de la gravedad de este problema en nuestro país, las voces disidentes señalaron con bastante atino a mi parecer, que añadirlo a las festividades de día de muertos podía enviar el mensaje equivocado a la sociedad en el sentido de que nos hemos acostumbrado a ello.

Lo vemos a diario en las noticias, mujeres desaparecidas que después aparecen muertas, víctimas de la violencia machista que sigue vigente en nuestro país. Mujeres que acudieron ante las autoridades y que en muchas ocasiones fueron enviadas de vuelta a sus casas donde convivían con el agresor, mujeres que no pudieron denunciar porque no se sintieron seguras de hacerlo, en fin, casos son incontables como las velas que sus familiares prenden en las ofrendas donde no les acompaña el consuelo de haber encontrado sus restos o de alcanzar la justicia para sus difuntas.

Frases como “No alcanza el cempasúchil para guiar a tantas que nos han quitado” “En México todos los días son días de muertas” y similares, se pudieron observar en diferentes redes sociales con motivo del 02 de noviembre, porque por duro que sea, la realidad es que cada día nos faltan 11 mujeres en México.

Así que, los que tengamos memorias felices con nuestros difuntos, sigamos el consejo de mi abuela, encendamos una cantidad prudente de velas para alumbrar al santo e iluminar el camino de nuestros seres queridos hacia nuestras ofrendas. Pongamos flores, velas, pan de muerto y papel picado y por un momento, demos gracias de que nuestros difuntos tuvieron una muerte digna si así fue el caso. Pero aquellos que aún buscan con la esperanza de encontrar a sus desaparecidas con vida, los que lloren por culpa del feminicidio, los que no tienen un lugar donde llevar flores, los que siguen reclamando justicia ante las autoridades no se detengan, quemen santos, iglesia y Estado. Quémenlo todo si es necesario, hasta que se escuche fuerte la consigna “Ni una muerta más”.