A LA BÁSCULA

Nostalgia y tristeza 

A pesar del avance de la tecnología y que el desarrollo tecnológico nos ha ido empujando casi sutilmente al mundo de las nuevas tecnologías y plataformas para ‘compartir contenidos’ a través de las redes sociales, ante todos ustedes me declaro abiertamente y sin tapujos, un romántico del papel. Sobre mi escritorio y en todos los muebles en que es posible colocarlos en la oficina, hay pequeñas montañas de periódicos impresos, revistas y, por supuesto, libros.

En el impreso de ‘Nadie acabará con los libros’, en el que nos comparten “una charla erudita y amena entre dos hombres -Umberto Eco y Jean-Claude Carriére- que han escrito mucho y son ávidos lectores, que coleccionan libros y nos llevan a su biblioteca para comentarnos gustos y manías (…)”, el entrevistador y prologuista del mismo, Jean- Philippe de Tonnac, dice que “Las prácticas y las costumbres coexisten y no hay nada que nos guste más que ampliar el abanico de nuestras posibilidades ¿Acaso las películas han matado a los cuadros?, ¿o la televisión al cine? Bienvenidos sean, pues, los soportes y los periféricos que nos aseguran el acceso, a través de una simple pantalla, a la biblioteca universal ya digitalizada”.

Entre los impresos más masificados, por supuesto que debemos poner en primer lugar a los periódicos que, tras el embate de los medios digitales, muchos de ellos han sido colocados contra las cuerdas, y enfilan sus esfuerzos hacia la digitalización o se dirigen hacia el aparentemente inminente camino de la desaparición.

Sobre todo, en los tiempos actuales, ver nacer un diario impreso –en papel, pues-, es ya poco menos que imposible por lo que ver morir a uno, sobre todo para quienes pertenecemos al gremio y a generaciones no tan actuales, es una verdadera tristeza.

A lo largo de mi carrera me ha tocado ver nacer acaso dos diarios, a la distancia, ambos de circulación nacional Reforma y Milenio, y aunque no en éstos, he tenido la fortuna de laborar en ambas organizaciones, en El Norte, de Monterrey, y en La Opinión Milenio Laguna de Torreón; en este último me tocó vivir desde adentro un par de cambios importantes: el cambio de propietario cuando pasó de manos de la familia Guerrero, a formar parte del Grupo Multimedios, y posteriormente en el cambio de formato, del estándar al de tabloide europeo que todavía conserva.

Igualmente me ha tocado ver la muerte de dos impresos, si bien no desde adentro, sí de medios a los cuales en un momento dado pertenecí a su cuerpo de redacción. Uno de ellos fue en 1998 el periódico ‘El Centro’ de Irapuato, que fue el que me contrató y llevó a mis andanzas por el Bajío, y donde fui subdirector editorial. Cuando se dio su cierre definitivo, ya pertenecía yo al a.m. de León, Guanajuato, pero ello no impidió que me provocara una gran nostalgia y tristeza, porque yo laboré ahí, y porque quienes perdieron su fuente de empleo habían sido mis compañeros de trabajo, y son todavía grandes amigos por los que siento un aprecio y cariño muy especiales.

El pasado 31 de septiembre fue el último día en que se elaboró el periódico Express de Torreón, perteneciente al Grupo Milenio -o no sé si ahora esté todo concentrado como Grupo Multimedios-. Este diario tiene su origen en La Opinión de La Tarde, fundado por don Rosendo Guerrero Carlos el 10 de agosto de 1955, es decir, recién había cumplido 66 años.

El 12 de diciembre de 1998, ya bajo la propiedad de Multimedios, cambió su nombre primero al de Extramex, y posteriormente al de Express, este último bajo el cual circuló este 1 de octubre por última vez. Igualmente, su desaparición o muerte me tocó verla a la distancia, pero muchos de los que nos formamos y crecimos en el periódico La Opinión, mucho tuvimos que ver con La Opinión de La Tarde, de hecho, por un periodo muy corto me desempeñé como su editor gracias a la confianza que me otorgó el licenciado Eduardo Guerrero Martínez.

Pero otra vez, la nostalgia y la tristeza me alcanzaron porque la mayoría de los que perdieron su empleo fueron mis compañeros, son mis amigos, o por lo menos conocidos.

Cierto que las nuevas tecnologías y la nueva forma de ‘distribuir, compartir y consumir contenidos’ como se dice ahora, han colocado contra las cuerdas a los diarios impresos de todo el mundo, y una gran cantidad de ellos antes que ir a la desaparición optaron por transformarse para montarse en la autopista de la digitalización, y uno esperaría que esa fuera la salida que todos adoptaran.

Tristemente por alguna o algunas razones, otros prefieren algo así como la eutanasia, antes que transitar a la digitalización. Para los periodistas de las nuevas generaciones quizá no signifique mucho y les parecerá hasta ‘normal’ la desaparición no de uno, sino lo esperarían de muchos otros más; pero para los que pertenecemos a varias generaciones atrás, vivir un momento como ese se verdaderamente doloroso. Ojalá como el libro impreso al que hago referencia al principio de estas líneas, aplicara también y pudiéramos decir ‘Nadie acabará con los periódicos’, así fuera vía digitalización.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.