A LA BÁSCULA

INVISIBLES 

La invasión de migrantes indocumentados haitianos –principalmente, aunque los hay nicaragüenses, cubanos y venezolanos- en la frontera entre Ciudad Acuña, Coahuila, y Del Rio, Texas, y que se está convirtiendo en una situación de crisis humanitaria, abre muchas interrogantes que hasta el momento nadie ha podido despejar.

Con un muro humano desplegado en la frontera sur mexicana para contener el ingreso de inmigrantes centroamericanos, principalmente de Honduras, Guatemala, El Salvador, integrado por personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional mexicana, es poco creíble que alrededor de 15 mil haitianos pudieran haber cruzado todo el territorio nacional en autobuses, hasta llegar a la frontera coahuilense.

Las imágenes que hemos visto de los enfrentamientos que autoridades mexicanas han tenido con los migrantes centroamericanos en nuestra frontera sur, nos muestra la dureza con que son tratados quienes buscan llegar a través de nuestro territorio nacional a los Estados Unidos, donde aspiran poder alcanzar el ‘sueño americano’, con todos los riesgos que ello implica.

Sin que haya sido de manera material como lo planteaba durante su mandato en su momento Donald Trump, de la construcción de un muro a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, y que terminaríamos pagando los mexicanos, en término reales así ha sucedido, solo que este muro es humano y se ha recorrido a la frontera sur mexicana con Centroamérica, y en efecto, como está integrado mayoritariamente por elementos de la Guaria Nacional, los mexicanos estamos pagando por él, para evitar que las olas de indocumentados lleguen a los Estados Unidos.

Por ello, ante el arribo de los inmigrantes haitianos a territorio coahuilense con la intención de internarse a los Estados Unidos vía Ciudad Acuña, es poco creíble, por decir lo menos, que las autoridades mexicanas no los hayan detectado durante todo su trayecto por el territorio nacional.

Hay quienes suponen y sospechan que hay una ‘mano negra’ en todo este asunto, que facilitó el trayecto de los autobuses hasta Ciudad Acuña ¿Cuántos camiones tuvieron que emplearse para transportar por la vía terrestre, como lo hicieron, a tal cantidad de personas? ¿Nadie los vio pasar? ¿Nadie los detectó cuando las medidas contra los centroamericanos han sido tan rígidas y duras? ¿Quién facilitó su llegada? ¿Con qué intenciones? ¿Quién se ve beneficiado con toda esta situación que se ha generado y que está a punto de convertirse en una crisis humanitaria?

¿Cómo es posible que por el lado de Tamaulipas las autoridades sí lograron detectar y detener a unos 500 haitianos que viajaban en autobuses turísticos, y no lograron ubicar a los que transportaron a cerca de 15 mil? En este caso las autoridades los bajaron de los camiones y les permitieron seguir su trayecto a pie, aunque kilómetros más adelante los volvieron a detener en un operativo de la Guardia Nacional para intentar que subieran nuevamente a los autobuses para iniciar su repatriación.

Entre los 500 detectados en Tamaulipas iban mujeres embarazadas y niños. Algunos automovilistas se compadecieron de ellos y les dieron un ‘aventón’, pero ahora están enfrentando cargos de tráfico ilegal de personas.

Pero en el caso de los casi 15 mil que cruzaron todo el territorio nacional, nadie los vio, nadie los detectó, fueron invisibles ante los férreos ojos de los agentes del INM y de la Guardia Nacional, que al mismo tiempo según lo demuestran los hechos, es una vista selectiva, ven a quienes quiere ver, y no ven a los que consideran que deben ser invisibles para su labor retenedora de inmigrantes indocumentados, para luego ser deportados.

Alguien, indudablemente, está jugando con fuego porque la crisis que se ha provocado, ha sido no solo para Coahuila, para Ciudad Acuña, sino también para Texas y del Río en el lado norteamericano

Pese al cierre de la frontera por parte de Estados Unidos, los haitianos buscaron y encontraron alternativas para asentarse bajo el puente del lado texano, con regresos a México sólo para conseguir agua, alimentos y medicinas. Pero el gobierno norteamericano inició la deportación vía aérea. Según estimaciones, se tiene programado abrir siete vuelos diarios hasta lograr la repatriación de la mayoría de los indocumentados que lograron traspasar su frontera.

Ante esos embates, no es difícil advertir que muchos de ellos, antes de permitir que los deporten a su país de origen, se regresen del lado mexicano, y si bien no serán los 15 mil que ya lograron cruzar el río, el problema se quedará para el gobierno de Coahuila y el municipio de Acuña, donde deberán ser atendidos porque, al final, ellos mismos, tampoco se merecen ser ignorados, no son invisibles, son seres humanos de carne y hueso, que atraviesan por una terrible situación fuera de su patria.

No, no son invisibles. No podemos hacer como que no existen. Son reales, y no deben ser ignorados. Pero de que hubo una ‘mano negra’, eso creo que no podemos dudarlo.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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