AVISO DE CURVA

Migrantes: protestar con los pies y huir de la macana 

A fines de julio de este año, prácticamente dos días después de que el presidente Joe Biden anunció la cancelación de algunos de los contratos impulsados por su predecesor, Donald Trump, para la construcción del muro fronterizo, el Gobierno mexicano informó que destinaría 50 mil millones de pesos adicionales para la Guardia Nacional, cuerpo armado de formación militar que, entre otras misiones, se le ha encomendado la de contener, incluso con violencia, el paso de migrantes a la frontera sur de México, controlar su circulación dentro del territorio nacional  e impedir su ingreso a los Estados Unidos.

Diferentes organizaciones que apoyan a migrantes y distintos medios de comunicación han alertado y documentado como durante los últimos años, la intervención de la Guardia Nacional, junto a los agentes del Instituto Nacional de Migración, se ha convertido en un “muro” inteligente que se extiende de frontera o frontera. Una barda humana, soñada por la mayoría de los presidentes norteamericanos. Claramente efectiva y, de acuerdo con las imágenes que recientemente se han presentado, más inhumana que el propio muro que pretendía erigir Donald Trump.

El presidente Biden detendrá la edificación de esa muralla, porque sabe que el “muro” terminó  de construirse por su predecesor, siendo más alto y extenso que lo planeado, desde Baja California hasta Chiapas. Pagado, como lo aseguró Trump, por los mexicanos.

Los constantes reconocimientos que el ex vicepresidente norteamericano ofrecía al Gobierno mexicano y la reciente cancelación del muro, son un reflejo de que México “hizo y está haciendo bien su trabajo”.

“Lo están haciendo muy bien”. “Colocamos miles de efectivos de la Guardia Nacional mexicana en la frontera norte de México”. “AMLO ama a México y a los EE UU”, se ufanaba Donald Trump, como sí él mismo gobernara una parte de este país.

¿Por qué el Gobierno mexicano evapora las gotas que le quedaban de tradición hospitalaria, humanismo y solidaridad, en cambio, ha arreciado en utilizar la macana y la represión para detener y arrestar a migrantes? Elemental y evidente: éxitos diplomáticos y comerciales.

En efecto, primero fue el temor a un alza en los aranceles. Luego esa adicción a los halagos provenientes del Gobierno de los Estados Unidos. Y, más recientemente, la donación de vacunas.

Quid pro quo. En algún momento de los últimos años, los éxitos diplomáticos y comerciales del Gobierno mexicano quedaron sometidos al número de migrantes detenidos.

En otras palabras, el Gobierno de México no ha frenando la expansión inteligente de los Estados Unidos hacia el sur de su frontera. No se hizo con Donald Trump y no se está haciendo con Joe Biden. El “muro” continua infranqueable.

Las imágenes, crónicas y testimonios más recientes comprueban lo que algunos analistas y activistas pro migrantes han señalado respecto a la política migratoria y la militarización del sur en los últimos años: “México aceptó el puesto de policía fronterizo de los Estados Unidos”.

Más allá de la política gubernamental, llama la atención el crecimiento del antimigrantismo, sobre todo en algunos sectores afines al Gobierno, lo cuales, por cierto, en antaño encabezaban las caravanas e incluso criticaban fuertemente a las autoridades por ejecutar el trabajo de gendarme a los Estados Unidos.

El sacerdote, premio nacional de derechos humanos por su defensa y solidaridad con los migrantes, Alejandro Solalinde, recientemente ha señalado que se “usa a los migrantes para golpear al gobierno de AMLO”. Antes reconocido como “El cura de los migrantes”, hoy rotula como golpistas a quienes lo encumbraron.

En fin, mientras las condiciones de pobreza e inseguridad permanezcan y se agudicen los efectos del cambio climático en Centroamérica y el Caribe, las personas seguirán protestando con los pies y emprenderán su camino hacia el norte.

En tanto esto suceda, los Estados Unidos continuarán abriéndose paso para crear una nueva frontera, alejada de su propio territorio pero cercana a lo que ellos consideran la fuente de múltiples de problemas de inseguridad y violencia. Tal vez emplazarla muy al sur de Texas y California. Acaso entre Chiapas y Guatemala. ¿Habrá alguien que los detenga?

olveraruben@hotmail.com

 

Autor

Rubén Olvera Marines
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