ESPECTADOR

Jesucristo, los Beatles y América

Pasó el mes de agosto y se cumplieron 56 años, un viernes 13 de agosto de 1965, en que los Beatles partieron del aeropuerto de Heathrow de Londres con destino a Nueva York para su nueva gira americana. Al día siguiente 14 aparecieron en la televisión estadounidense y a los dos días siguientes actuaron en el Shea Stadium, en uno de los más memorables conciertos, no por las excelencias de su actuación o sonido de los que nadie dudaba, sino por lo que representó su presencia en América.

Era la primera vez que un grupo musical llenaba un estadio de beisbol. Las escenas tomadas de aquel show se han convertido con el tiempo en uno de los documentos fundamentales para comprender la beatlemanía. La gira americana tuvo también dos momentos cruciales: su nueva aparición en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, concierto que fue grabado, y la despedida el 31 de agosto en San Francisco. Aquel día, John Lennon desencadenó uno de los más formidables escándalos de los años sesenta, ¿en qué estaría pensando? al declarar que los Beatles eran más famosos que Jesucristo.

Escribe uno de sus biógrafos, el escritor Jordi Sierra I Fabra, que John dijo lo que pensaba, pero también hay que matizar la forma en que lo dijo, que no fue la misma que reflejó la periodista que le hizo la entrevista.

Aunque John desmintió inmediatamente sus palabras y las enmarcó de nuevo dentro del contexto de lo que había querido decir, la caza de brujas volvió a conmocionar a los Estados Unidos: la quema de discos y fotografías de los Beatles, demostraron que los fanatismos no estaban muertos, sólo callados, a la espera del adecuado y preciso momento para resurgir como ha sido siempre.

¿Qué pasó ese día que las palabras de John Lennon convulsionaron al mundo? Aparecieron títulos en los periódicos calificando al grupo de músicos ingleses de satánicos, irreverentes, blasfemos, ofensivos, antirreligiosos, herejes, anticristos que hasta ellos mismos se asustaron.

Es que ustedes han malinterpretado mis palabras pues no quise decir lo que ustedes se imaginan –dijo en 1966 en reunión con la prensa el propio John Lennon. La declaración de Lennon señalaba también que cuando he visto que esto se estaba convirtiendo en algo serio he comenzado a preocuparme. De lo que he leído y observado he tenido la impresión de que el cristianismo no está tan cerca de la gente como en el pasado, que está perdiendo el contacto.

Creo que esto es muy interesante cuando John Lennon dice que el cristianismo no esta tan cerca de la gente como pudiera creerse, algo que molestó al Vaticano, y fue una observación muy aguda de su parte en aquel tiempo si se piensa como dice Jordi Sierra sobre la acción de los

fanatismos, es decir, aquellos que son intolerantes ante una creencia, que cualquier declaración relacionada con la religión puede cimbrar al mundo y resentir intereses colectivos.

Recordemos que los Beatles alcanzaron dos papados: el de Juan XXIII de 1959 a 1963 y el de Pablo VI de 1963 a 1978, dos ilustres prelados universales a los que se les debe la modernización de la Iglesia con el Concilio Ecuménico Vaticano II en que se trataron temas como la vida litúrgica, las relaciones sociales y la Iglesia en el mundo moderno.

La posición del Vaticano con el padre Rasinger, hagamos recuerdo, a la cabeza llevando el nombre de Benedictus XVI, es decir, Benito XVI, fue tomada con una madurez poco vista por parte de la Iglesia y a su vez con un sentido fresco y carismático en homenaje a los 40 años de la separación del célebre grupo que ocurriera en 1970, junto con el recuerdo de la última producción discográfica que generara el cuarteto desde 1968 con su volumen The Beatles conocido como el Álbum Blanco en 1969 con Abbey Road y finalmente en 1970 el disco Let it Be, siendo el primero de estos tres de la predilección del Vaticano.

Una obra musical conocida como White Album con 30 canciones que según los críticos de la revista La Mosca en una edición especial para coleccionistas, con esa producción los Beatles regresaban a lo básico, es decir, a los temas sencillos, sin mucha instrumentación donde todos ellos intervinieron: 24 canciones de la autoría de Lennon y McCartney, 4 de George Harrison y una de Ringo Starr, Don´t Pass Me By, su primera canción grabada con los Beatles, de ahí las palabras del director del

periódico L´Osservatore Romano, Giovani Maria Vian al manifestar que la música de los Beatles “es hermosa y el sólo escucharlos uno se olvida de todo”.

Lógicamente el adjetivo hermosa y lo que le sigue cierra y concluye de una vez por todas la polémica verbal latente y silenciosa de aquel lapsus linguae o altercado de lo que en su momento, hace 56 años en 1965, se consideró una blasfemia contra el Hijo de Dios, Jesucristo, y que desde entonces la Iglesia condenó entre comillas a cuatro muchachos que no llegaban a los treinta años de edad y melenudos, que su único pecado consistió en imprimirle historia original a la música pop y haber producido en ese año 65 dos sendos discos Help y Rubber Soul inmortalizando así su nombre para siempre con canciones inolvidables como I Need You, Yesterday, Ticket to Ride, Another Girl, Michelle, Norwegian Wood (recordemos a Muracami en Tokyo Blues), entre otras.

Traer a este espacio el significado histórico de la palabra blasfemia y definirla de acuerdo a los acontecimientos suscitados entre el Vaticano y los Beatles y adentrarnos en su etimología y todo aquello que le concierne desde el punto de vista religioso, sería una pérdida de tiempo por tres razones: 1) ya nadie se acuerda del altercado, 2) el cuarteto jamás le dio importancia a lo largo de sus 7 años de existencia porque jamás volvió a repetirse, y 3) como bien dijo Ringo Starr, “el Vaticano nada tiene que perdonarnos, aquello fue una simple malhumorada que nos hizo sentir mal y Paul McCartney se lo dijo a John”, aquí termina la cita.

Hagamos, finalmente, un poco de memoria, el Dios de John Lennon fue siempre su madre, Julia, a la que respetó a pesar de todo desde que vino él al mundo bajo aquel bombardeo alemán en 1940. Igual sucede con el futbolista portugués Cristiano con respecto a su madre que lo es todo: “Ella estará siempre donde yo esté”. John supo de la separación de sus padres y de la agitada vida de su madre a la que quiso mucho hasta su muerte en un increíble accidente.

Creo que de haber vivido ella, Julia Stanley, hubiésemos tenido, quizás, a otro John Lennon y jamás hubiera dicho aquellas palabras que se siguen malinterpretado hasta la saciedad y que todos hemos abrevado de una u otra forma de ellas para bien y para mal. Un aniversario que nos recuerda toda una época, cuya fecha se repite, y que volveríamos, por qué no, a vivir.