COMO DECÍA MI ABUELA

POR LEONOR RANGEL

 La salud no tiene precio…

En casa de mis abuelos, abundaban los remedios y plantas medicinales. Por ejemplo, mientras mi abuelo nos enviaba a cortar menta en “el monte” mi abuela ponía a hervir el agua para el té y eso nos aseguraba un sueño reparador por la noche, también nos preparaba té de gordolobo o miel de abeja con limón para la tos o un atole de arroz y guayaba para “asentar” el estómago.

Y nosotros, niños pequeños, seguíamos sin usar suéter, andábamos descalzos o cortábamos las frutas antes de tiempo y las consumíamos cuando aún estaban verdes.

Entonces mi abuela nos sentenciaba:

“La salud no tiene precio y el que la arriesga es un necio”.

¡Cuánta razón le asiste al dicho popular! Y ¡cuánta necedad encontramos en nuestras conductas actualmente!

Después de casi un año y medio de encierro, tanto alumnos como maestros y ciudadanía en general, queremos recuperar el ritmo que llevábamos antes de marzo del 2020, sin embargo, olvidamos que delante de nosotros aún tenemos una emergencia sanitaria por resolver.

Es momento de tomar en serio hechos como que México se encuentra en cuarto lugar entre los países con mayor número de muertes por covid-19, que las nuevas variantes son más contagiosas y más letales y que la mayoría de las personas que se están involucrando en el regreso a clases aún no tienen un esquema completo de vacunación.

Los especialistas en salud invitan al uso del cubrebocas, guardar la sana distancia y ventilar áreas comunes para evitar contagios, pero seguimos observando que, en los llamados “filtros sanitarios” que encontramos en parques, escuelas, centros comerciales, etc., aún se toma la temperatura, se aplica gel antibacterial y se coloca un tapete sanitizante, acciones que ya se ha demostrado que nada tienen que ver con medidas reales y seguras para evitar contagios de SARS Co-V 2.

La salud nos compete a cada uno de nosotros, para cuidarnos y cuidar a nuestra familia y aquéllos que más nos importan. No es momento de aglomerarse afuera de las escuelas y demás espacios públicos, tampoco es tiempo de escondernos dentro de nuestros caparazones como si de tortugas se tratara. Sólo digo que es importante y urgente que cada quién, sea razonable y asuma la responsabilidad sobre su propia salud.

Cuidémonos todos, usemos adecuadamente el cubrebocas y sigamos teniendo precaución en la convivencia diaria con otras personas.

Recordemos que la pandemia aún no termina, sino que, estamos regresando progresivamente a nuestras actividades A PESAR DE ELLA.