ESPECTADOR

 SIGIFREDO LÓPEZ HERRERA

 Al COVID-19 con amor

Agradezco mucho la oportunidad que El Heraldo de Saltillo me da para colaborar en sus páginas de internet  cada semana; feliz porque regreso a la escritura que por más de quince años ejercí en algunos medios informativos motivado por la historia de nuestro terruño coahuilense tanto en lo social como en el campo de la cultura regresando siempre con la sinceridad de nuevos aconteceres y enfoques que nos enriquecen y nos proyectan hacia una mejor vida. Al licenciado Francisco de la Peña, gracias en recuerdo su señor padre por su confianza y a todo su equipo de trabajo.

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Hagamos un recuento histórico de las estadísticas pandémicas de la humanidad: La viruela con 300 millones de muertos, el sarampión con más de 200, la gripe española entre 50 y 100 millones, el VIH, más de 25 millones de decesos, la plaga de Justiniano del Imperio Bizantino en el siglo VI se llevó 25 millones de muertos, la peste bubónica de China con 12 millones, la Peste Negra del siglo XIV costó 25 millones de vidas, la gripa que se dejó sentir en 1918 en Europa con 20 millones de víctimas al término de la Segunda Guerra Mundial, es un recuento aproximado de los decesos más letales en el mundo de ayer y hoy.

A esta numeralia, pero de otro tipo, donde interviene la mano del hombre, se suman las 600 mil víctimas de Hiroshima y 600 mil de Nagazaki, los seis millones de judíos en la Alemania de Hitler, los efectos de la lluvia ácida, los incendios forestales de cada año, la deforestación, el cambio climático, los ríos y mares contaminados por el petróleo y substancias químicas, los residuos nucleares, la basura cósmica y en general la terrestre, el histórico barco “Haven” que cargado con 210 mil toneladas de crudo se derramó en la costa de Génova; Chernobil cuya explosión alcanzó más de 10 mil víctimas con una nube que se dispersó por Polonia, Finlandia, Noruega, Suecia, y ahora el Corona Virus-19 que se acerca a miles y miles de muertos en el mundo, nada parece detener el daño que tanto bacterias como virus con una fuerza endemoniada revelan lo que pueden hacer estos microorganismos, o mejor dicho, estos micro universos difíciles de controlar.

Sin embargo, el estudio ya era plausible a partir del siglo XIX gracias a los trabajos de investigadores de la talla del doctor Paul de Kruif, de hombres famosos como Spallanzani, Alexander Fleming, Luis Pasteur, Roberto Koch, Teobaldo Smith, Walter Reed, Elías Metchnikof y Anton van Leeuwenhoek, entre otros, todos ellos llamados “Los cazadores de microbios”, que hace muchos años, usted amigo lector como un servidor, tuvimos el honor de leer como estudiantes.

Este gran tema de bacterias y virus surgió en mí con la misma nostalgia que me produce una novela de Agatha Christie, una fotografía de Man Ray, una sonrisa de María Callas, un chiste de Bing Crosby, la portentosa y romántica voz de Elvis Presley o bien un guiño de Charles Chaplin, ya todos ellos habitantes del más allá; me llega, decía, de esta forma también al corazón la tragedia del virus letal llamado COVID-19 que ha sacudido al mundo por una razón personal sustentada en una frase universal: “Sirve o sé útil al prójimo y serás feliz”.

Las grandes pandemias, y hay que estar conscientes de ello, como la que está padeciendo el mundo actual de origen chino debido a una mutación genética del virus de la gripa común y corriente, pero cuya diferencia es que viene de un país tan lejano, donde conviven más de mil millones de habitantes, imagínese usted que otras enfermedades de virus y bacterias estarán gestándose en aquellas poblaciones, muchas de ellas en la pobreza y en la miseria, y si por ahora fue la gripe, el día de mañana será la polio, el tétano, la viruela, el sarampión, atacados por una malformación congénita que puede ser de orden natural o bien intencionada.

Los medios de comunicación cumplen con su tarea de informar a la población, algunos ya los catalogan como amarillistas, otros descuidados y hedonistas al aprovechar la publicidad y hacer de las suyas, dramatizando la pandemia y llevando a la población a sumergirse psicológicamente en una en un torrente dramático que parece jugar con la vida.

Muchos ya estamos obsesionados de que en la sopa y en los frijoles nos dejen caer el famoso virus, pero nos aguantamos, decía mi comadre; sin embargo, la presencia de esta sepa ha puesto fin  a deficiencias hospitalarias y a la ineficiencia por parte de los médicos y a conocer el verdadero estado de la medicina en México. Y esto es bueno. Una lucha permanente donde países poderosos escuchan a los menos favorecidos, cinco continentes que han hecho conciencia ayudándose unos a otros.

México no es la excepción. Un país que mira por los suyos, por los jóvenes y ancianos, por los niños y las niñas en una tarea difícil que todavía tomara tiempo porque el virus llegó para quedarse. Que ya no se hable de culpables ni de tráfico en general, pero lo cierto es que el COVID 19 conforme pase el tiempo tendrá que ceder y pienso que aminorará su resistencia letal, lógicamente si hacemos caso de los protocolos pues de lo contrario la pandemia se fortalecerá.

Así que es mejor cuidarnos, no salir tanto a la calle, llevar el cubre boca siempre y administrarnos la vacuna en turno. Solamente así podemos decir valientemente: “¡Entre más lejos mejor: Al COVID 19 con amor!”.