“LA FAMILIA DEL SOLDADO”

 Este más que necesario y valioso documental producido por The New York Times tiene la fuerza de una emocionante mirada acerca de la vida de un soldado estadounidense que regresa de la guerra de Afganistán y al cual las realizadoras Catrin Einhorn y Leslye Davis siguen durante diez años, revelando los episodios más importantes respecto de las consecuencias de la guerra, los lazos familiares y el concepto del patriotismo, desarrollando su trabajo con una honestidad admirable. Es, desde luego, un material indispensable de la variada cartelera que ofrece la plataforma Netflix.

He aquí un documental que es un lujo. Valioso, emocionante, necesario de ver y material ideal para generar discusiones.

“La familia del soldado” (Estados Unidos, 2020) resulta un trabajo entrañable tan solo si se considera la cantidad de tiempo que sus realizadoras empeñaron en terminarlo: una década completa, diez años en que se dedicaron a seguir al soldado protagonista, desde su primera llegada desde el campo de batalla de Afganistán hasta el nacimiento de su tercer hijo.

Se trata de una producción original de The New York Times, que cada vez más se convierte en un poderoso estudio audiovisual, en donde se sigue al sargento Brian Eisch, padre soltero que, por decisión de la justicia, se queda a cargo de sus dos hijos tras la separación de la madre a la que nunca más vieron,

Durante la presidencia de Barack Obama, se ordenó el envío de 30.000 soldados para reforzar en Afganistán y Eisch es llamado a combatir en ese lugar durante 13 meses. Con este dato importante parte el documental, que tiene uno de sus primeros grandes momentos cuando, durante las vacaciones, el soldado regresa por dos semanas y se reencuentra con Joey e Isaac, sus hijos de siete y 12 años respectivamente, en medio de aplausos, emoción y globos multicolores.

Con delicadeza extrema, las realizadoras empiezan a mostrar el entorno, las aprensiones de los hijos que temen por la seguridad de su padre, los momentos de intimidad, aprovechando los escasos días que disfrutan con su padre, sabiendo que Brian Eisch debe regresar al frente de batalla.

El drama se instala en la segunda llegada del padre a Estados Unidos: ha sido herido de gravedad en una emboscada de los talibanes y, luego de muchos tratamientos y operaciones sin éxito, deben amputarle una de sus piernas.

Todo lo narrado ocupa apenas los diez minutos iniciales del documental y los espectadores comprenden que, más que una lectura de corte político o de denuncia, lo que interesa acá es el tratamiento íntimo respecto de la recomposición de un ser humano que cree en los valores de la Patria, ama a su familia y respeta las leyes.

Acá no hay discursos ni a favor ni en contra de las instituciones, solo comentarios al pasar de los hijos, de la mujer que se convertirá en la novia y futura mujer de Eisch y del propio protagonista que, impotente, se convierte en una persona que divide su existencia en antes de y después de la amputación de su pierna.

Así, las realizadoras de este notable documental se cuelan en esta familia que se quiere, se apoya y que parece estar marcada por la desgracia, asistiendo al mismo tiempo en la transformación de Brian, en los cambios que su físico sufre, dominado por la pena y el dolor de los acontecimientos que deberá vivir. De este modo, los espectadores van presenciando cómo pasa el tiempo, cómo crecen los hijos y en las imágenes pasan de niños a preadolescentes y luego en jóvenes que tienen sus propias necesidades y sus particulares interrogantes acerca de la vida.

Algunos, de seguro, pueden criticar el hecho que las directoras de este documental no se pronuncien de manera concreta en la política intervencionista de Estados Unidos, producto de lo cual aparecen estos protagonistas tan pronto héroes como víctimas de la guerra. Sobre todo cuando el filme comienza con la presidencia de Obama y alcanza a la de Donald Trump.

Pero la opción que asumieron Catrin Einhorn y Leslye Davis es otra y es honesta: a ellas les interesa el lado humano de esta familia fracturada por el dolor, la pérdida y las expectativas de un nuevo futuro. Todo esto con una cámara no intrusiva, con absoluto respeto por la intimidad de estas personas a las que acompañan durante diez años en su día a día, debiendo escoger los minutos clave en medio de tanto material grabado, con situaciones que llegan a ser extremas y que descolocan, precisamente porque son ciertas y no tienen filtro alguno.

Un punto verdaderamente notable en la composición de este documental es que las realizadoras muestran a una típica familia estadounidense, con un profundo amor por el Ejército, las armas y una exacerbada masculinidad que puede ser lo opuesto a otros valores, de otras latitudes, pero que en su conjunto nos permite adherir a sus emociones y empatizar con ellos en sus dolores y alegrías en los diez años que transcurren desde el inicio al término de las filmaciones.

Cabe destacar que el título original de este documental, Father Soldier Son (Padre Soldado Hijo) así, sin comas entre las palabras, es muchísimo más directo al sentido que tiene el filme, ya que recalca la pasión, el lazo y la conexión que Brian tiene con el Ejército: hijo de militar, su hijo mayor también será militar y en ese hogar las cuestiones morales de la guerra o las decisiones de los gobiernos de turno no se cuestionan, porque en su interior ellos viven un sentido del patriotismo específico y, por lo mismo, respetable.

De allí que lo más importante de este excelente documental es la transformación que sufre este hombre, buen padre de familia que deberá rearmarse, aprender a aceptar realidades y dolores que no conocía, sin por ello dejar de lado a los suyos que son su centro y cable a tierra.

Destaca en el conjunto que las realizadoras asignen especial importancia a las reflexiones de los hijos que, ya crecidos, tendrán cuestionamientos acerca de su padre, la mujer que ocupa el lugar de la madre ausente y respecto de los valores familiares, dejando que su espontaneidad frente a las cámaras termine por dotar de una especial emoción a este material tan significativo y necesario de apreciar.

 

Documental. EE.UU., 2020. Título original: Father Soldier Son. 99’, SAM 16. De: Catrin Einhom y Leslye Davis. Disponible en: Netflix.

 

 

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación