ATERRADOS, TERROR EN VERSIÓN ARGENTINA

 Una gratísima sorpresa, sobre todo para los aficionados al cine de terror, es lo que nos entrega “Aterrados”, en la cartelera de Netflix, filme argentino con un manejo estupendo del suspenso, con efectos y recursos mínimos pero que logran introducir a los espectadores en distintas experiencias insólitas que tienen como centro de acción un barrio en Buenos Aires. El filme dirigido por Demián Rugna se sumerge en un esquema que recuerda a la saga de “Actividad Paranormal”, aunque nunca pierde vista su propio estilo y su contexto y se enriquece cuando a través de diferentes versiones, que incluye el funcionamiento de una investigación en conjunto con especialistas del campo paranormal, se trata de explicar el origen de estos terribles sucesos con increíble desenlace.

Lo mejor que tiene “Aterrados” es que logra desde el inicio su cometido: sacude a los espectadores e instala sin aviso un elemento tan simple -los ruidos que emanan desde una cañería- a partir del cual el realizador argentino Demián Rugna, que dirige y también escribe el guion de este filme de terror, entra de lleno en un universo donde el sobresalto y la tensión van en aumento, de sorpresa en sorpresa, creando un enervante clima de inseguridad.

Con una habilidad que asombre, el director Rugna abre un abanico de recursos cinematográficos ya vistos, cierto, pero los emplea con una capacidad impresionante, yendo directo al objetivo que desea alcanzar: asustar al respetable público, entregándole un relato que se afirma en un esquema simple, directo y sin trampas, con astutas referencias a algunos “clásicos” del terror que nos acompañan siempre.

“Aterrados” trabaja con recursos simples, con sustos mínimos pero en extremo eficaces, algunos de los cuales son sencillamente notables por su capacidad de descolocar a los espectadores (ese momento en la cama que se desliza por el suelo en el más puro estilo “El exorcista” es brillante), trabajando con una batería de efectos especiales que no desmerecen en absoluto frente a películas de la industria hollywoodense, gentileza del talento de Marcos Berta.

Contribuye a la calidad general que tiene esta película su cuerpo de intérpretes, porque trabajan en ella grandes y reconocidos talentos argentinos, con una estupenda capacidad para transmitir sensaciones de terror y suspenso frente a las cámaras, con Maximiliano Ghione con un rol protagónico, un tipo común y corriente, sin pasta de heroísmo, hijo de cualquier vecino de Buenos Aires que, entre un humor socarrón y un terror genuino en cada una de sus apariciones, acompañado muy bien por Elvira Onetto y Norberto «Bocha» Gonzalo, entre otros.

“Aterrados” cumple a la perfección con el terror al que se adscribe, no defrauda en sus propósitos y logra un buen nivel para el cine argentino, donde queda en evidencia un trabajo serio y respetuoso de la tradición del género y la posibilidad cierta de generar películas de calidad en distintos estilos, abriendo las puertas para conocer a directores tan interesantes como Rugna.

En su esencia, “Aterrados” es la ruptura de la normalidad. El quiebre de la tranquilidad de un típico barrio del conurbano bonaerense que tiene un impactante comienzo: una joven autodestruye su cabeza contra las paredes de la bañera; el cadáver de un chico regresa a su casa en estado de putrefacción y en el intertanto las cosas se mueven solas y las casas emiten sonidos siniestros que emergen desde las cañerías o las paredes.

Su creador, autor de “¡Malditos sean!” (2011) y “No sabés con quién estás hablando” (2016), alcanza un nivel impecable con este thriller psicológico que se interna derechamente en el terror paranormal, que incluye una dupla de policías, una doctora especialista en actividades paranormales y su asistente, quienes montarán una suerte de laboratorio en las tres casas sospechosas y claro, ese cadáver en descomposición del niño fallecido que se niega a abandonar la cocina de su casa.

Con un estilo delirante, el filme toma su tiempo en armarse, pero una vez instaladas las tres historias, avanza con ritmo imparable hasta su desenlace, poniendo en evidencia que no es el exceso ni los litros de sangre los que hacen digna a una película de terror, sino su construcción, el establecimiento de lo extraño, del enrarecimiento de la cotidianeidad lo que más asusta y provoca.

No es exagerado cuando los críticos señalan que se trata de lo mejor que se ha hecho en el cine de género argentino reciente, porque la película de Rugna funciona perfecta como thriller fantástico y como película de suspenso y terror sobre extraños fenómenos paranormales.

La película del director Rugna funciona (y muy bien) por su trama concisa y, dentro de los parámetros del género, su absoluta coherencia, con efectos especiales que contribuyen de manera precisa al desarrollo del guion y con una fotografía que permite crear el clima necesario, alcanzando aquello que se conoce dentro del género como la “suspensión de la incredulidad”, hecho necesario para que películas con este tipo de planteamiento funcionen, conecten con los espectadores y logren asustar, inquietar y sacudir con sus imágenes, incluso con lo que no se ve pero se intuye.

Hay que apreciar este filme sin prejuicios y con interés, atentos a muchas situaciones que suceden como en un segundo nivel dentro de la historia central, con un trabajo de la luz y la oscuridad y de las apariciones o desapariciones que, de verdad, son más que inquietantes y elevan esta experiencia argentina a niveles de excelencia en un género que siempre aporta tremendas sorpresas como ésta.

 

Aterrados (Argentina/2017). Guion y dirección: Demián Rugna. Elenco: Maxi Ghione, Norberto Gonzalo, Elvira Onetto, Demian Salomón, Agustín Rittano y George Lewis. Fotografía: Mariano Suárez. Edición: Lionel Cornistein. Dirección de arte: María Laura Aguerrebehere. Sonido: Pablo Isola. Distribuidora: Aura Films. Duración: 87 minutos. Apta para mayores de 16 años. Disponible en Netflix.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación