Suman una posible octava víctima a los atrapados en Rancherías

Foto: INFONOR

Rancherías, Municipio de Múzquiz.– Desde la madrugada, la familia del trabajador Carlos Moreno Cervantes señaló que se encontraba laborando al interior de la cueva y no habían logrado ningún contacto, pero su nombre no apareció en la lista oficial, integrada por Mauricio Cortez -primer cuerpo rescatado-, Humberto Rodríguez, Damián Robles, Gonzalo Cruz, Leopoldo Méndez, Pedro Ramírez y Francisco Briseño.

Por la tarde, mientras proseguía el desalojo de agua a cargo de los rescatistas de Minera del Norte, su nombre fue sumado al listado, con lo cual aumentó a ocho el número estimado de víctimas del siniestro.

La carencia de un registro exacto y confiable del número e identidad del personal que se encontraba al interior de la mina de la empresa Micarám, se constituyó en una dolorosa prueba más de la ilegalidad en que operan pozos y cuevas que están entregando carbón a la Comisión Federal de Electricidad, no obstante que su director, Manuel Bartlett, recibió desde el año pasado denuncias con pruebas de las irregularidades.

De acuerdo con información proporcionada en el sitio por otros de los trabajadores de Micarám, el propietario, Ernesto Rubén Morales, no tiene a todo el personal registrado en el IMSS y a varios de ellos les paga semanalmente en efectivo entre 3 y 4 mil pesos sin ningún tipo de comprobante.

Trabajadores de la mina dieron cuenta de la presencia en el sitio por un breve lapso de Luisa María Alcalde, cabeza federal de la Secretaría del Trabajo, dependencia que es principal responsable del control de las condiciones de seguridad en las minas y autorizó que Micarám prosiguiera operando, quien se retiró oculta en una patrulla de la Guardia Nacional sin platicar con trabajadores o las familias.

“Vino como agente secreto, no se acercó ni a los trabajadores ni a las familias, hizo unas llamadas por celular y luego desapareció. A lo mejor le dio vergüenza y culpa lo que vio o creyó que le pegaríamos el Covid”, dijo riendo uno de los trabajadores más jóvenes de la mina, que esperaba conocer la suerte de sus compañeros.

Un miembro del equipo de rescate señaló que, pese a la alta capacidad de las bombas utilizadas para el desalojo del agua, la operación se ha desarrollado con mayor lentitud de la estimada por la interconexión entre los dos cañones de la cueva con tres minas aledañas inundadas y la ruptura de un bordo de tierra en una laguna superficial cercana, lo que ha provocado el ingreso constante de agua, “pese a lo cual hemos avanzado y esperamos llegar al fondo lo más pronto posible”.

Explicó que los dos cañones tienen una longitud estimada -no hay un plano confiable- de 140 metros y una inclinación de 30 grados, por lo cual el agua que ingresó a la cueva al romper la pared corrió con fuerza hacia el fondo de los túneles, arrastrando lo que encontró a su paso.

Asimismo, indicó, las instalaciones son muy precarias, incluso con rieles de madera para el carro transportador, lo que dificulta el desplazamiento de los pesados equipos de bombeo y ha dañado el cable de suministro eléctrico obligando a su reparación. (FÉLIX RODRÍGUEZ | INFONOR)