CAPITALES

El gran negocio relacionado con la crisis del agua 

El tema del agua está correctamente identificado como parte fundamental para cualquier transición hacia un futuro más equitativo. Quienes participaron en la Agenda de Davos señalan, por ejemplo, que el agua es la base de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluidos los relacionados con el hambre, el género y la salud. También se destaca la magnitud del desafío del agua, y la agenda afirma que se prevé que la mitad de la población mundial carecerá de acceso confiable a agua potable para 2025.

Cuando esta perspectiva inquietante se coloca junto al compromiso de los ODS de proporcionar acceso universal al agua potable y el saneamiento para 2030, la magnitud del desafío del agua se vuelve aún más clara. Fundamentalmente, la Agenda de Davos reconoce que este desafío no se limita ciudades donde existe pobreza extrema o densamente pobladas: Londres y Miami se encuentran entre las ciudades que podrían enfrentar una creciente escasez de agua en la próxima década.

Para tal efecto, se han identificado algunos factores importantes: se destacan las tensiones entre el uso de energía y agua. Por ejemplo, se señalan las considerables demandas que los combustibles fósiles imponen a los suministros de agua. También se reconoce la cantidad de energía utilizada para tratar y desalar el agua. La producción y el consumo de alimentos se consideran otros factores importantes. Se observa que la agricultura representa la mayor parte de la extracción mundial de agua dulce y para superar la crisis del agua será necesario abordar el uso del agua en este sector. El desafío básico, según el Foro Económico Mundial, es producir más «cosecha por gota» mediante el uso eficiente del agua y la introducción de nuevas tecnologías.

No existe un estándar de régimen alimentario mundial y, en consecuencia, se excluyen de su análisis los impulsores fundamentales de la crisis del agua. Por ejemplo, se pasan por alto las implicaciones del monocultivo y la agroexportación para el uso del agua. El sector agrícola también está homogenizado, lo que oculta enormes diferencias en el uso y acceso al agua entre los distintos actores involucrados en la producción de alimentos. Al centrarse en la eficiencia y la tecnología, se desconocen factores estructurales y de distribución y reduce el desafío del agua a una cuestión fundamentalmente técnica.

Esto es consistente con la narrativa más amplia de la cumbre de Davos sobre la crisis mundial del agua, que presenta una gestión ineficiente del agua y condiciones climáticas cambiantes como los principales impulsores. Desde esta perspectiva, los mercados tienen un papel clave que desempeñar en la asignación de agua, mientras que se espera que el sector privado impulse el cambio tecnológico y cubra la brecha multimillonaria en la inversión en infraestructura hídrica. Por tanto, el agua se considera un lugar privilegiado para la acumulación y la mercantilización. En otras palabras, la crisis del agua es un gran negocio.

Todo esto apunta hacia la iniciativa «El gran reinicio» que busca extender en lugar de trascender los enfoques de los servicios y la gestión del agua. Sin embargo, las élites económicas y políticas que se reúnen en Davos solo pueden controlar una parte. Se están produciendo procesos interesantes en todo el norte y el sur globales que están avanzando en direcciones alternativas. La remunicipalización de los servicios de agua se ha extendido debido a que las empresas privadas no han cumplido sus promesas de aumentar la inversión y mejorar los servicios.

Los servicios de agua coproducidos también han proliferado, creando alternativas novedosas a los enfoques actuales en algunos casos. Mientras tanto, los movimientos sociales han desafiado los esfuerzos para tratar el agua como una mercancía y han articulado visiones alternativas de los servicios y la gestión del agua. Si bien estos procesos y movimientos representan grietas en este paradigma, se requieren cambios sistémicos para romper las desigualdades estructurales y crear sistemas de agua equitativos y sostenibles. Es discutible si esto se puede lograr en el contexto de una economía mundial capitalista que requiere una expansión sin fin.

 

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