SORPRESAS

 En San Pedro de los Pinos, un sector habitacional aledaño a la colonia Vista Hermosa, al oriente de Saltillo, jugando en el patio de una casa abandonada unos niños se encontraron un cadáver enterrado.

Las primeras versiones indican que el cuerpo tendría al menos dos años enterrado ahí, que al parecer se trata de un hombre y que estaba maniatado.

Los vecinos hacen correr la versión de que hace años, cuando Saltillo vivió aquella crisis de inseguridad, de ese lugar fueron «levantadas» varias personas de las que jamás se volvió a saber.

La dueña del inmueble ha dicho que han pasado más de dos años desde que los últimos inquilinos que tuvo dejaron la casa.

Vaya situación desafortunada para esta mujer, que no ha logrado rentar su casa y ahora se encuentra con que los últimos inquilinos le dejaron tremendo recuerdito.

Para quienes piensan que tener casas de renta es un negocio fácil y cómodo, aquí tenemos la otra cara de la moneda.

Lo que le ha sucedido a esta señora saltillense, tiene cierta analogía con lo que le ha pasado al presidente López Obrador. Sus asesores lo convencieron de comprar una refinería en Estados Unidos a precio de ganga.

La refinería Deer Park está en Houston, Texas, ya éramos dueños de la mitad en sociedad con Shell, y por 12 mil millones de pesos se adquirió el resto. Dice el presidente que con esta planta alcanzaremos la autosuficiencia en diésel y gasolina y ya no habrá incrementos en los precios de los combustibles.

Deer Park refina 340 mil barriles por día, los mismos que prometen se procesarán en Dos Bocas, la refinería que el gobierno mexicano construye en Paraíso, Tabasco, y que se estima costará más de 170 mil millones de pesos.

Producirán lo mismo y Deer Park cuesta catorce veces menos, ¿una ganga, no?

Lo malo es que también en esa refinería de Houston hay algunos cadáveres enterrados, de los que nos enteramos después de que el presidente anunció que ya pagó de contado y sin contratar deuda.

Sí, este presidente que ha construido toda una persecución política que hizo naufragar a Altos Hornos de México y sus filiales, con el argumento de que vendieron una planta chatarra, que en realidad no funciona porque Pemex dejó de suministrar amoniaco para la producción de fertilizantes, va y compra una refinería de la que no conocemos sus condiciones físicas y operativas reales, pero sí sabemos que desde 2015 se han desplomado sus ingresos, al grado de que en 2019 tuvo pérdidas por mil 400 millones de dólares, y en 2020 por 4 mil millones de dólares.

Otra «sorpresita» viene en el paquete, la refinería tiene una deuda de 980 millones de dólares, que nuestro país deberá pagar. Ya no resultó tan bueno el negocio, ¿verdad?

Para la casera de San Pedro de Los Pinos el hallazgo de un cadáver en su patio es un hecho desafortunado, pero que de seguro pronto podrá encontrarle solución. Para México resulta trágico este mal –pésimo– negocio en que nos ha metido el gobierno.

Más trágica aún resulta la situación a la que llevaron al país treinta millones de mexicanos que en 2018 se creyeron del mesías que prometió combatir la corrupción y transformar a México, y que comenzó por rehabilitar a cadáveres políticos como Manuel Bartlett e Ignacio Ovalle, para incorporarlos a un gabinete improvisado e incompetente que nos tiene entrampados en una triple crisis de inseguridad, económica y sanitaria.

La única buena noticia es que para darle vuelta a esta situación la solución está en las manos de los electores, que pueden comenzar el 6 de junio por construir los contrapesos para impedir que el gobierno de la cuarta transformación siga imponiendo decisiones arbitrarias e ineficaces.

 

edelapena@infonor.com.mx