Tras cuidar a pacientes Covid, enfermera resulta contagiada junto con su padre; ambos logran vencer la enfermedad

Adela Ventura Cuevas Jáuregui fue una de las primeras enfermeras en sumarse al combate contra la Covid-19 en el área del Hospital General de Zona 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), acondicionada para este propósito en marzo del 2020.

Tras ayudar a salvar vidas de pacientes positivos de esta enfermedad infecciosa pasó a ser una de ellos, ya que el 27 de julio del mismo año fue internada en el Hospital General de Zona 1 del IMSS, tras presentar síntomas propios de este virus como agotamiento y dificultad para respirar.

«Pasaron 15 días en los que estuve trabajando 12 horas diarias. El último día que iba a trabajar 12 horas me desmayé. Me levanté y aún así me fui a trabajar porque ya era mi compromiso. En Urgencias me empiezan a checar y me dicen ‘traes todos los síntomas de Covid’. Me hacen la prueba y me mandan a mi casa, estuve una semana con tratamiento. No hubo cambios y me internaron», narró este lunes a EL HERALDO, Adela Ventura Cuevas Jáuregui.

Días después de su llegada al General de Zona 1, el 30 de julio, su padre, Clemente Cuevas Escalante, de 70 años, ingresó al mismo nosocomio por Covid-19 y sus habitaciones de recuperación quedaron una al lado de la otra. Su lazo familiar fue el impulso necesario para afrontar este mal.

«Éramos vecinos de habitación. Yo me sentía muy protegida porque tenía a mi hermana, que era la que me bañaba, la que me daba de comer y después a mi papá. Afortunadamente él no tuvo problemas con la saturación de oxigeno pero por ser persona hipertensa y con antecedentes cardíacos, por eso lo mantuvieron ahí», expresó.

Fue el 5 de agosto del 2020 que Clemente fue dado de alta para terminar su tratamiento en casa, mientras que Adela, de 49 años, salió del hospital el 14 del citado mes. Ambos lograron vencer la enfermedad y se hicieron aún más unidos tras esta experiencia.

«No hubo necesidad de plasma, no hubo necesidad de algo más agresivo sino que el medicamento que empezaron a administrarme, con eso empecé a reacción y, bendito Dios, no me intubaron».

DECIR ADIÓS Y AGRADECER

Con voz pausada, Adela recuerda que la experiencia más dolorosa que experimentó durante su estancia en el Hospital fue ver con vida por última vez a Mireya Castilla, compañera de trabajo y una de sus mejores amigas, quien falleció víctima de Covid.

«La peor experiencia, aparte de ver a mi papá ahí. Fue algo muy duro porque vi todo lo que le hicieron, vi cómo lucharon para sacarla de eso pero desafortunadamente ya no salió. Alcancé a despedirme de ella. Eso fue lo más difícil», mencionó.

Madre de Miguel y Benjamín, de 20 y 21 años, respectivamente, la saltillense atribuye y agradece a Dios la oportunidad de haber sanado para poder compartir más tiempo con sus hijos y con sus demás seres queridos.

«A ellos los he hecho fuertes y conscientes de lo que puede representar que yo esté o que no esté. Lo único que le decía al mayor era ‘cuida a tu hermano’. Ellos sabían que soy fuerte y que iba a salir, que iba a poder con eso». (OMAR SOTO / EL HERALDO)