Pese a estragos de emergencia sanitaria, subjefa de enfermeras del IMSS Monclova se mantiene en la batalla

 

 La pandemia le quitó a sus familiares, pero no acabó con su entereza

Monclova, Coahila.- Para Olga Isela, subjefa de Enfermeras del Hospital General de Zona (HGZ) No. 7 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Coahuila, el año 2020 fue el más difícil de su vida, pero su fortaleza la ha mantenido de pie en la batalla contra el coronavirus.

A causa del COVID-19, enfrentó las pérdidas de su padre, Jaime, y tres de sus hermanos: Rosa Cecilia, la médica Elisa María y el médico Raúl; aun así, continúa su labor sin rendirse y llama a la población a mantener las medidas preventivas para evitar la enfermedad por el virus SARS-CoV-2.

Sería un año excepcional para la familia. Tenían planeada la celebración de 15 años de sus sobrinas, pero ante la emergencia sanitaria lo que tuvieron fue la pérdida de cuatro integrantes de la familia.

“Crees que tienes la vida resuelta hasta que llega algo y se lleva todo”, expuso Olga Isela, también conocida como “la jefa Olga” en el nosocomio donde labora desde hace 25 años.

Con lágrimas, afirmó que su experiencia con el coronavirus empezó a principios de abril del 2020, cuando ella comenzó a sentir síntomas leves parecidos a la gripe.

Su hermana Celina, quien trabaja en el área administrativa del HGZ No. 7, fue la primera integrante de su familia en mostrar síntomas y, aunque estuvo delicada, decidió atenderse en casa.

El 4 de abril, Olga Isela estaba en el trabajo cuando le informaron que otra de sus hermanas, la doctora Elisa, había ingresado en estado grave al hospital; presentaba insuficiencia respiratoria, llegó con apenas 72 por ciento de saturación de oxígeno y sus pulmones estaban seriamente afectados.

Elisa ingresó un sábado y murió la madrugada del domingo 5 de abril. La noticia del deceso de la doctora de la Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 9 consternó a sus seres queridos y a la comunidad médica.

“La última imagen que tengo de ella fue antes de cerrarse la puerta del elevador. Recuerdo que pensé ‘Dios mío, ¿por qué nosotras, si somos gente buena?’”, expresó “la jefa Olga”.

Afirmó que la partida de Elisa le dejó un gran vacío, porque eran muy unidas y sus familiares les apodaban las “muéganos”; conversaban largas horas, comían y salían siempre juntas.

Tras la muerte de la doctora, Olga Isela empezó a perder el sentido del gusto y a tener fiebre, su temperatura llegaba a los 39 grados centígrados, por lo que se realizó la prueba de COVID-19, que resultó positiva.

El 11 de abril, su esposo, el médico Jorge, también fue diagnosticado e internado en el HGZ No. 7, y aunque estuvo a punto de ser intubado, se recuperó y egresó una semana después.

Confesó que anímicamente se sentía devastada, estaba aislada y al mismo tiempo tenía a su esposo e hijas enfermas. “Me sentía culpable por llevar el virus a mi casa. No quería que nadie se me acercara”.

El superar la enfermedad y ver recuperado a su marido la hicieron sentir mejor, se reincorporó a la brevedad a su trabajo, con la promesa de honrar la memoria de Elisa.

SEPTIEMBRE, OTRO MES DE TRAGEDIAS

El 1 de septiembre falleció su hermano Raúl en el HGZ No. 11 de Piedras Negras. Tenía 48 años de edad y trabajaba en el traslado de pacientes.

El día 20 de ese mismo mes, su padre Jaime murió a los 80 años de edad, y tres días después Rosa Cecilia, otra de sus hermanas; todos a consecuencia del SARS-CoV-2.

“¿Qué les puedo decir? Si mi familia ha sido una de las más dañadas por este virus”, expresó Olga Isela, quien a un año de que iniciara la emergencia sanitaria aseguró que no hay día que no recuerde y se cuestione por lo sucedido.

SOÑABA CON SER MAESTRA

Olga Isela tiene 51 años de edad, nació el 16 de septiembre de 1969 en Monclova. Es la mayor de los seis hijos del matrimonio conformado por Jaime y Olga.

“La jefa Olga” quería ser maestra, pero no pudo porque sus padres no le permitieron irse a estudiar a otra ciudad, así que optó por la enfermería.

En el ámbito de la salud conoció a su esposo Jorge, quien era médico familiar y quien después motivó a sus hermanos Raúl y Elisa a estudiar la misma profesión.

“NUNCA ME VOY A RENDIR”

Actualmente es considerada como una de las enfermeras más eficientes, experimentadas y comprometidas del hospital, con una trayectoria impecable, con grandes aspiraciones y metas en la vida.

Reveló que la emergencia sanitaria la devastó anímicamente por la pérdida de sus familiares y compañeros de trabajo, pero no acabó con su entereza ni su coraje por salir adelante. “Por ellos sigo de pie y no me rindo”, afirmó.

Brindar el mayor de su esfuerzo, dedicación y amor por su trabajo es el mejor homenaje que se puede dar a todos aquellos que ya no están, dijo.

Finalmente, llamó a la población a continuar los cuidados preventivos y a no bajar la guardia, porque el COVID-19 no se ha ido. (EL HERALDO)