EL MESÓN DE SAN ANTONIO

Los libros de texto, en vilo

Difícil es apreciar las limitaciones del pensamiento cuando estas se disfrazan de parámetros ideológicos y buena voluntad, pues no sólo se vierten opiniones y argumentos sesgados sino que, quien los emite, ofendido además por no ser apreciado y totalmente entendido, se queja del mal uso que hacen de sus palabras y se siente lastimado por la forma en que la realidad fue distorsionada y, cabizbajo, intenta disculparse sin esperanza.

Supongo que algo así le pasó a Marx Arriaga después de la discusión y reyerta que generó la convocatoria para ilustrar los nuevos Libros de Texto Gratuito, producto de la Cuarta Transformación.

Todo empezó cuando Marx, titular de la Dirección General de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública -encabezada por la también amloista Delfina Gómez- lanzó una convocatoria para ilustrar los nuevos libros de texto. ¿El premio? Una constancia y un ejemplar del libro. Semejante propuesta pronto ocasionó -justificadamente- un reclamo del gremio de ilustradores que inundaron con memes las portadas de los citados libros. Marx salió al quite para decir “deben sentirse emocionados por sentirse involucrados y tomados en cuenta”. El enojo trascendió tanto que los ilustradores lanzaron una “anticonvocatoria” para no participar y exigir que respeten su trabajo.

Marx Arriaga es un ave de tempestades, pues antes sus propuestas en las bibliotecas públicas llevaron a una postura mendigante a los bibliotecarios.

La problemática de ahora es, además de la falta de pago, el desprecio implícito hacia los profesionales que viven de esas ilustraciones. La postura ideológica y lacaya de Marx (quien se percibe izquierdista) genera la buena aceptación de sus patrocinadores (AMLO y Beatriz Gutiérrez Müller), pero lo aleja del pueblo real que vive de su trabajo.

Las declaraciones son una suerte de ironía que afianzan un resentimiento social en “una forma peculiar de tristeza, tan característico en sujetos que han hecho sus acciones a contra pelo de la realidad, volviéndolos autócratas, triste, su manera de ser tristes, proviene de algo simple, tan simpe que resulta esencial para las desdichas”. Gente que mete la mano en el bolso y extrae con ansias lo olvidado.

Frente a este hecho de desprecio, el Director de Materiales Educativos de la SEP salió a explicar que la falta de una remuneración económica se debe a los tiempos electorales, y que nada lastimaría más la imagen del presidente que repartir dinero en épocas de elecciones.

Al margen de la discusión veamos los colmillos furiosos de Marx Arriaga dejando al descubierto el verdadero manjar que se quiere: enseñar contenidos e imágenes en los libros de texto acordes a la ideología de la Cuarta Transformación. Esa es la columna vertebral en la que quiere la 4T asentar sus cuarteles.

Actualmente el gobierno sólo tiene una oposición visible: los grupos feministas, que luchan todos los días para que el tema no caiga en el olvido, ese olvido que llega cuando AMLO no menciona lo que le incomoda en las mañaneras. Este olvido también lo tenemos otros actores de la sociedad. Ya los bastiones que se oponían, como los empresarios, están en el olvido. El enfrentamiento ideológico se ha vuelto pragmático: si me toca reacciono, si no, no es asunto mío.

Ahora Marx Arriaga ya fue invitado por los ilustradores a un diálogo abierto para discutir la “Convocatoria a creadores visuales para el diseño de los libros de texto gratuito de educación primaria”, para que se expliquen mutuamente porqué sí y por qué no consideran que “los dibujitos” se tienen que pagar. El funcionario, activo más que de costumbre en sus redes sociales, aceptó la idea con gusto… sólo falta ver si, efectivamente acude a ese diálogo.

Por lo pronto, la gran oportunidad de mejorar la información y el contenido de los libros de texto gratuito, está muy lejos de ser una realidad.

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo