Comparte rector de la UAdeC su experiencia de vida en el ICH con la charla “De ejidatario a Rector” 

 

A través del ciclo de conferencias denominadas “Talks That Inspire Ideas que crean sueños, sueños que cambian vidas”, el Instituto de Ciencias y Humanidades “Salvador González Lobo” de la Universidad Autónoma de Coahuila, cerró su programa con la participación del Rector de la máxima casa de estudios, Salvador Hernández Vélez.

El director del plantel Robertony García dio la bienvenida al Rector y a los participantes que se conectaron a través deMicrosoft Teams, explicando que el ciclo se realizó para compartir con estudiantes y maestros las historias de vida, experiencias personales y profesionales de invitados destacados en distintos ámbitos de la comunidad.

Con el tema “De Ejidatario a Rector”, Salvador Hernández Vélez compartió con estudiantes y docentes del ICH, su experiencia de vida, el aprendizaje académico, lugares donde radicó, y los valores aprendidos en una niñez y adolescencia que vivió en condiciones precarias al formar parte de una familia de ejidatarios y obreros de la Laguna del estado de Coahuila.

Para Salvador Hernández Vélez, su mayor motor e inspiración han sido sus padres, diariamente, comentó, que se encomienda a ellos como una manera de honrarlos, por el respeto que se merecen al enseñarlo que, a pesar de tener una vida con muchas necesidades, pudieron sortear condiciones difíciles al no contar con servicios básicos como luz, agua potable o drenaje, o el dinero para ir a la escuela, pero si con el esfuerzo de querer aprender, trabajar y sobre todo estudiar enfrentando los retos.

Su mamá, Manuela Vélez Adriano, originaria de Viesca, Coahuila, su papá Jesús Hernández Cuevas, de Miguel Auza Zacatecas, y ellos han sido clave fundamental para el desarrollo de Salvador Hernández, enseñándole la disciplina, el trabajo, la solidaridad y la cultura del esfuerzo para nunca darse por vencido.

Relata que él es el mayor de siete hermanos y cuando era niño antes de ir a la escuela tenía labores del rancho, como ir a ordeñar chivas y en fin de semana a cuidarlas, vivía en un pueblo minero muy pequeño que se llama Acacio, Durango en donde también fue danzante o matachín.

Le gustaba jugar al béisbol, a las canicas y al trompo; adoptó el gusto por la lectura gracias a su abuelo Enrique Hernández Martínez, quien todas las noches que cenaban en familia cuando regresaba de la mina, les contaba el libro que estaba leyendo y era muy interesante escucharlo como un excelente cuentacuentos.

Luego al ingresar a la secundaria, cuenta que su mamá fue quien decidió se trasladaran a Torreón, para que él y sus hermanos siguieran estudiando “Doña Manuela Vélez fue quien en contra de mis abuelos e incluso de mi padre, insistiría en trasladarnos a la ciudad para que todos estudiáramos pues decía que la única manera de salir adelante era con el estudio, el esfuerzo y la tenacidad”, afirmó el Rector.

Su gusto por las matemáticas nació desde que estaba en la primaria por la formación y acompañamiento de su profesor Salvador Camacho Peña, de la inspiración de su mamá y la de un amigo de bachillerato Antonio Antolín Fonseca, quien todos los días lo invitaban a su casa a estudiar y compartir el mundo de los libros en una vasta biblioteca con más de 10 mil ejemplares.

Para Salvador Hernández Vélez un día perfecto es amanecer con salud, sentirse bien, tender su cama, tomar café y desarrollar todas a las actividades profesionales y personales que previamente una noche anterior programó, porque afirma que a través de la programación neurolingüística que sus padres le enseñaron, ha permitido trabajar y hacer todo lo planeados día a día.

A la comunidad del ICH les compartió además que estudió en el Instituto Tecnológico de la Laguna, que tiene una maestría en Matemática Educativa, que ha escrito 15 libros y leído 500 libros, que le gusta cocinar y practica el senderismo. El Rector agradeció el espacio para contar algunas cosas de su vida y dijo que, si lo invitan de nuevo, les impartirá una conferencia sobre la importancia de las matemáticas y lo divertidas que son. (EL HERALDO)