EL MESÓN DE SAN ANTONIO

¡Traición a la patria! Dios nos apartó de esa tentación

En memoria de Jaime Rubén Rodríguez Gallardo, fallecido el pasado mes de febrero

La sola frase “traición a la patria” tiene una connotación horripilante, y ahora dicho por nuestro presidente, tiene un contexto de drama que nos remite al ambiente de la Cuarta Transformación.  Pero, ¿cuál es nuestro enemigo? ¿Contra quién peleamos? ¿Por qué peleamos? ¿Cómo son los fantasmas de Andrés Manuel a quienes menciona con tanto miedo y ahínco?

Todo este recorrido de ideas nos inquieta, pues surgen de manera habitual en la forma de dirigir el gobierno de nuestro país. Ya se siente uno en una cristalería, donde no hay que hablar muy alto ni pisar fuerte porque no se vaya a estrellar algo.

En la época de Reforma el peligro era el extranjero, y quien actuaba en favor de ellos era traidor, pues entregaba la soberanía, el terreno y la independencia al enemigo. La ley decía entonces: “si una persona se encuentra al servicio de una potencia extranjera y realiza acciones de espionaje, su conducta desleal podría ser considerada como una traición. Si una o varias personas recurren a la fuerza de las armas para oponerse a los intereses de su país, dicha acción constituye un delito contra la nación”. Peligroso y delicado ambiente provocaban esos dichos, pantanoso y lleno de abrojos. Las guerras y disputas generan vigilancia y acusaciones a veces de la mayor bajeza, pero también se descubre en el acusador un paroxismo delirante, como si el mundo no le acomodara y lo obligara a pronunciar frases atiborradas de fuerzas del mal.

Andrés López Obrador ha recurrido a la frase y al escenario trágico-cómico de “traición a la Patria”, y nos ha puesto en un estado de alerta tal que hasta vemos moros con tranchetes. Yo me pregunto, ¿seré acaso un traidor a la patria en potencia? Reviro con otra frase trillada pero de un gran valor: un soldado en cada hijo te dio.

Ese soy yo, un hombre leal, íntegro.  Apártese de mí cualquier intención de traición y menos a la patria. Por cierto, ¿dónde está ahora la patria? ¿Qué es la patria? ¿Sigue siendo válida la frase “la patria es primero” pronunciada por Vicente Guerrero?

Dice el Código Penal vigente: “Se impondrá la pena de prisión de cinco a cuarenta años y multa hasta de cincuenta mil pesos al mexicano que cometa traición a la Patria en alguna de las formas siguientes: I. Realice actos contra la Independencia, soberanía o integridad de la Nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”. El diccionario dice “la traición consiste en defraudar a familia, amigos, grupo étnico, religión u otro grupo al cual pueda pertenecer, haciendo lo contrario a lo que los otros esperan”.

AMLO, viviendo en Palacio Nacional, imagina cosas que, como simples mortales, no alcanzamos a divisar. Ve una historia nacional distinta y su discurso desemboca en una visión que tiene que doblegarse a sus caprichos. Se mueve el pantano, se pone al país en crisis, pero no se deje llevar por la estridencia, ni por los enojos del presidente. Sabe de historia, pero la utiliza a su favor y a su conveniencia. Dice muchas cosas (no todas muy claras) pero siempre tienen una intención.

Encontré una Alegoría de la Patria Mexicana que tiene su origen en la guerra de independencia: un grabado impreso en un Préstamo patriótico a principios de 1808 en favor del Rey Fernando Séptimo y sus vasallos españoles, representa a la Vieja y a la Nueva España como dos figuras soberanas, como dos países distintos que están al mismo nivel, dos mujeres unidas en la defensa de la corona de Fernando VII. Así, desde antes de que Miguel Hidalgo iniciara la lucha por la independencia en 1810, la imagen de la Patria soberana parece ser ya una realidad tangible.

¿Ocurrirá algo parecido en este momento con la visión presidencial?

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo