MALCOLM Y MARIE

 

Intenso drama en blanco y negro filmado en plena pandemia 

Primero se reunieron en la serie de HBO Euphoria, luego fueron convocados por el director Sam Levinson para protagonizar este drama, filmado con medidas estrictas de seguridad sanitaria entre junio y julio del año pasado. Es que la dupla entre la actriz ganadora del Emmy Zendaya y John David Washington funciona perfectamente y constituye uno de los elementos para admirar u odiar este drama de Netflix que ha levantado polémicas y dividido tanto a los críticos como a los espectadores y que tiene como escenario una hermosa mansión de Malibú, California, lugar al que llegan el director de cine llamado Malcolm y su joven pareja Marie, después de la premier de la nueva película de este realizador, titulada Imaní y que se refiere a una chica negra adicta. Ellos esperan el veredicto de la crítica y del público y pronto comenzará una intensa sesión de recriminaciones, descalificaciones y violencia verbal entre la pareja que constituye el nudo de este impactante filme.

El elemento extra cinematográfico que avala el éxito de “Malcolm y Marie” es la popularidad alcanzada por la serie Euphoria, un aclamado drama sobre adolescentes de la cadena HBO. Gracias a esa serie Zendaya y Sam Levinson se conocieron. La actriz fue recompensada con un Emmy por su trabajo en dicha producción. Ambos decidieron filmar una película sobre una chica negra adicta que está esperando el veredicto de la crítica en una mansión en algún lugar de Malibú.

Pero sobrevino la pandemia de coronavirus y toda la actividad audiovisual se paralizó. Pero ellos estaban ya con el proyecto en mente y decidieron generar las condiciones para sacar adelante la película de cualquier modo y con las más extremas medidas de protección sanitaria se embarcaron en el rodaje de “Malcolm y Marie”, recién estrenada en Netflix, proyecto al que se sumó el actor John David Washington.

El filme es un drama hecho y derecho, de esos que se desarrollan casi en un solo ambiente y que, por lo mismo, obliga a sus actores a generar un intenso cara a cara que, alguna vez, fue la marca de realizadores de la talla de Ingmar Bergman o Woody Allen.

En la película somos testigos de una fuerte discusión de una pareja, situación que se generó por un detalle no menor: el director se olvidó de agradecerle a ella por el logro del filme en su discurso durante la presentación de su trabajo audiovisual. Pero esa anécdota inicial es solo el detonante, porque la película empieza a escarbar en dolores, frustraciones y recriminaciones que estaban guardadas y a partir de eso se genera lo que sucede a continuación y que constituye una inteligente y calculada propuesta que va de lo fascinante, lo visceral y lo egoísta, generando una serie de sensaciones a los espectadores, no siempre agradables por lo que el filme ha dividido a todos: es alabado y odiado sin términos medios, situación por lo demás cautivadora en el sentido que su director no cedió a las presiones de muchos por suavizar la historia, manteniendo el guion original y llevando este drama hasta las últimas consecuencias.

Un buen punto a favor es que, pese a tener solo dos personajes y un solo lugar como localización, no se trata de teatro filmado, sino que es cine de verdad, con un fuerte lenguaje fílmico, utilización de espacios y acertados movimientos de cámara, dejando en claro que el director está haciendo un filme donde hay que reconocer el ingenio del realizador Levinson para establecer su puesta en escena, salvando con gracia sus elementos puramente cinematográficos, dejando de lado las limitaciones que se tienen cuando se trabaja con dos actores en un solo lugar.

La tensión que genera el diálogo, primero, y la discusión después, es otro mérito de “Malcolm y Marie”, sobre todo porque ese fuerte enfrentamiento mantiene un dinamismo que no decae y se mantiene constante a lo largo del metraje, aun cuando el director Levinson emplee sostenidos primeros planos que logran transmitir y resaltar las emociones que están viviendo sus protagonistas. Y acá de nuevo nos enfrentamos con el recuerdo de Bergman y su maravillosa utilización de los primeros planos para provocar a los espectadores, acercándolos al drama presenciado: basta con rememorar “Cara a Cara” o la muy notable “Sonata otoñal” para entender el valor que tiene el plano sostenido en un drama de esta naturaleza.

Así, Zendaya y John David Washington pronuncian sus diálogos, a veces monólogos, que van transmitiendo las emociones y los datos para que los espectadores entiendan y adhieran o no a las razones de esta pareja que, tras la presentación de su película, de las buenas críticas obtenidas y del fervor del público no están celebrando, sino que se están destruyendo emocionalmente durante una intensa sesión que descoloca, molesta, provoca y sorprende al espectador menos avezado frente a este estilo de cine.

No obstante toda la tensión que se desarrolla desde el inicio, la película lentamente deriva en otra cosa, se torna abstracta y se detiene en la intensidad de la relación de la pareja, todo lo cual permite a Levinson volcar diferentes visiones suyas de la vida, considerando que muchos piensan que este filme es una suerte de venganza por una reseña negativa sobre su película anterior, “Nación salvaje”, aparecida en el diario Los Ángeles Times y que acá se menciona al pasar.

Hay que insistir en un punto: este filme no es de gusto masivo, no es película para adolescentes adictos a los superhéroes. Es una película para personas que gustan del cine, que entienden que existen diferentes maneras de concebir el arte cinematográfico y que pueden, por lo tanto, sortear la violencia psicológica de “Malcolm y Marie” que, tras su estreno mundial, ha provocado reacciones que van desde la indignación hasta la indiferencia o la fascinación y encanto por una propuesta que escapa del molde hollywoodense habitual.

Resulta interesante que los actores siempre abordan sus personajes desde la serenidad, a pesar de todo lo que se dicen, situación que de algún modo también nos remite a otro ejemplo inolvidable como fue el cara a cara de Elizabeth Taylor y Paul Newman en ese drama asordinado titulado “La gata sobre el tejado de zinc caliente”, filme de Richard Brooks sobre la obra teatral de Tennessee Williams. Allí como en este trabajo, todo se dice de manera sutil, sin desbordes innecesarios, con una frialdad a ratos que sobrecoge en su fachada por tratar de mantener el orden y el control en todo momento, aunque la violencia y los demonios internos son más poderosos siempre.

Justamente esa contenida manera de abordar el drama es lo que descoloca porque los espectadores están en constante tensión, esperando que cada uno se salga de su serenidad y se desborde toda la intensidad de su enfrentamiento.

Los actores están perfectos en este juego de emociones, cada uno en su estilo que se complementa y a la vez provoca fuertes contrastes y fricciones, lo que enriquece aún más sus respectivas performances, donde ambos son tan culpables como inocentes en esta tensa jornada nocturna.

Con un cuidadoso trabajo en blanco y negro, con suaves contrastes en algunas escenas, este filme puede ser calificado como una inteligente propuesta dramática que viene a robustecer la cada vez más interesante que ofrece Netflix, posicionada como una plataforma ideal para estos tiempos de encierro, cuarentenas y tensión.

FICHA TÉCNICA:

Título original: Malcolm & Marie. País: Estados Unidos. Año: 202. Duración: 106 minutos. Dirección: Sam Levinson. Guion: Sam Levinson. Dirección de Fotografía: Marcell Rév (Blanco y negro; filmado con Cámara Arri). Música: Labrinth. Supervisor: Jean Malone. Edición: Julio Pérez IV, ACE. Asistente director artístico: Keara Birmingham. Decorador del set: Kate English. Efectos visuales: Takashi Takeoka. Diseño de Vestuario: Samantha McMillen, Law Roach. Departamento de maquillaje: Yvette Shelton. Productores: Ashley Levinson, p.g.a., Sam Levinson, p.g.a., Kevin Turen, p.g.a., John David Washington, p.g.a., Zendaya, p.g.a. Productores ejecutivos: Kid Kudi, Aaron L.Gilbert, Harrison Kreiss, Yariv Milchan, Michael Schaeffer, Scott Mescudi. Diseño de producción: Michael Grasley. Compañías productoras: Little Lamb Production, asociada con Fotoken, The Reasonable Bunch; distribución: Netflix. Intérpretes: Zendaya y John David Washington.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación