EL MESÓN DE SAN ANTONIO

El que espera desespera

“Ahora van a estar dale y dale de que ‘¿dónde están las vacunas?’ Van a llegar las vacunas, van a llegar”, dijo el presidente Andrés Manual López Obrador en la mañanera de ayer (lunes), con esa sonrisa medio burlona que suele utilizar cuando un tema ya le empieza a incomodar.

Van a llegar, asegura, como va a llegar el cambio prometido aquel 1 de diciembre del 2018 y que aún no llega; como la reducción a la gasolina que otra vez supera los 20 pesos por litro; como la disminución de crímenes dolosos que se han incrementado de forma alarmante; como los apoyos para el campo que parece no levantarse; como la justicia a los “peces gordos” de las pasadas administraciones que nadan impunes y que nos dejan en vergüenza internacional.

Van a llegar las vacunas, nos dice quien acaba de superar la enfermedad en tiempo récord y sigue sin usar el cubrebocas -ignorando las recomendaciones, no nada más de su flamante subsecretario de Salud, sino de toda la Organización Mundial de la Salud-; van a llegar las vacunas, asegura quien no se la quiere poner todavía hasta que le toque su turno – ¿duda, desconfianza, su religión cristiana se lo prohíbe? -; van a llegar las vacunas, insiste quien tiene todo el sistema hospitalario a su disposición, sin pensar en quienes mueren esperando su turno de ser intubados.

Y es que, como leí hace poco, así está la cosa: cuando dicen “todos vamos a estar bien”, “todos” son ellos, y cuando dicen “no alcanza para todos”, “todos” somos nosotros.

Cuando hace unos días lanzaron el sitio para registrar a los adultos mayores, que son los siguientes que recibirán la vacuna -simple paliativo para entretenernos, porque ni siquiera han terminado de vacunar a todo el personal del sector salud-, el sistema colapsó y mucha gente entró en pánico por no poder acceder a la página. La desesperación se notaba en los comentarios de las redes sociales: “no puedo registrar a mis papás”, “el sitio no funciona”, “¿hasta cuándo lo van a arreglar?”, “si no los registro, ¿no los van a vacunar?”.

Estamos en una situación de incertidumbre y fastidio que me recuerda los viajes que hacíamos en la infancia, cuando preguntábamos a cada rato “¿ya mero llegamos?, ¿cuánto falta?, ¿falta mucho?”. Ocurría entonces que el conductor, al principio paciente, trataba de tranquilizar a los pasajeros diciendo “ya merito, no tardamos, falta poco”, pero ante la insistencia, las respuestas se volvían cada vez más ásperas hasta llegar al enojo: ¡ya no estén dando lata! Entonces teníamos que inventarnos algo para entretenernos: encontrar forma a las nubes, contar “fantasmas” de las carreteras, jugar al “veo-veo”. Lo que fuera para dejar de pensar en la interminable y aburrida carretera.

Ahora, ¿en qué nos podemos entretener en lo que llegan las vacunas? Podríamos hablar del caso Lydia Cacho contra Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, a quien la periodista señaló como responsable de haber detenido la justicia durante 15 años para miles y miles de víctimas en México… pero parece que ese tema les incomoda. O quizá abordar el tema de las becas Jóvenes Construyendo el Futuro, que resultaron ser beneficiosas para muchos funcionarios morenistas y que están plagadas de regularidades… pero tampoco les gusta mucho la idea. También podríamos hablar de las próximas elecciones del país, que dicen serán las más grandes de la historia, y que todo parece indicar que el partido del presidente no saldrá muy bien parado…

¿En qué le gustaría a AMLO que pensáramos que no sea en las vacunas que no han llegado?

En lo que adivinamos, yo seguiré contando los fantasmas de la carretera, esos palitos blancos que están en la orilla del asfalto y que antes eran de cemento, ahora son sólo láminas decorativas.

 

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo