PARA ESTO NO HAY VACUNA

La lista de “famosos” cuya carrera está lejos de la administración pública o ausentes en una formación política es abundante en la elección tan grande que tendrá México este año. Entre los candidatos y precandidatos se leen nombres de cantantes, actores, luchadores, futbolistas, deportistas que sin duda alguna han construido un nombre como resultado de su talento.

Pretenden competir en estas elecciones perfiles como “Quico” que se afamó por ufanarse ante el pobre chavo, pero que es un hombre que no supo influir en Roberto Gómez Bolaños sino hasta después de su muerte. Paquita la del Barrio, que cantaba: “tres veces te engañé” y ahora declara que no sabe a lo que va, pero habrá gente que le diga que hacer.

Ya sabemos lo que nos pasó con el futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien no solo como alcalde sino como gobernador destaca por estar en el último lugar de resultados y que en su momento agradeció en un evento público la presencia del licenciado Benito Juárez García.

La predilección de la seducción sobre el conocimiento abarca todos los partidos políticos, se postula también a Jorge Hank Rhon, cuya marca de popularidad pretende ocultar sus grandes ilegalidades.

No es prohibido que famosos participen, incluso es deseado pues la política es el resultado de una construcción de todos, pero ellos están participando; ¿porque saben que hacer o porque por su fama pueden conquistar el voto?, ahí la medular diferencia, a ningún mexicano en el pleno ejercicio de sus derechos se le debería negar el derecho de votar y ser votado, pero entre ser y hacer está el poder y si se desconoce ello entonces seguimos en un absurdo.

No hay vacuna que remedie este mal. Aunque todos coincidimos que debemos invertir y mejorar la educación pocas veces confiamos en su producto y para muestra un ejemplo, en la política no nos importa si saben o no, al final lo que importa es la seducción.

Este vicio, que ya Platón temía, al convertir la democracia en mera seducción, también es consecuencia de tantos años de observar una clase política cuya corrupción aberrante ha generado un hartazgo que hoy nos hace decir “no más”, pero ello es resultado de las personas no de la educación, técnica o formación. Dudo que usted confíe su salud a un famoso que no sepa nada de medicina, aunque el aumento de “productos milagros” demuestra lo contrario.

No dudo que un candidato quiera hacer cambios, pero querer no es poder, entre querer y el poder hay muchos pasos y acciones que solo son pulidas tras el proceso de aprender y educarse, si querer fuese poder entonces todos tendríamos todo lo que queremos, pero no basta ello, ¿Qué me aporta un candidato, que no pueda hacerlo cualquiera?

Contra tal malestar no existe vacuna, no hay cura más que la educación, pero no solo como proceso sino también la validez del resultado. Sin ese conocimiento podemos asegurar que tres colores en la bandera son muchos, y que con afán de austeridad nos quedemos solamente en blanco. Ojalá que por hartazgo de lo que vivimos demos al traste prohibiendo a Platón, Aristóteles y a Montesquieu. En un malestar enfoquemos el ánimo del dolor en vencer la enfermedad no en culpar a la medicina que la volvió evidente.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.