ADÚ

 A través de tres relatos, el director Salvador Calvo, continúa su exploración respecto de la inmigración iniciada con el filme “1898: Los últimos de Filipinas”, ampliando su mirada hacia otros aspectos que no siempre aportan a un relato que, con un par de protagonistas notables y una historia sobrecogedora en su dolor, debería haber sido mejor trabajada por su impactante crudeza y sensibilidad para ser transformado en material fílmico.

Así, huyendo de la miseria y la matanza en su aldea, un niño y su hermana mayor intentan colarse en las bodegas de un avión, tratando de llegar a Europa. En la selva, un activista medioambiental encuentra un elefante, muerto y sin colmillos impotente ante la caza furtiva en una reserva que se cruza con los problemas de su hija recién llegada de España y un grupo de guardias civiles en Melilla, deben contener el asalto a la valla de una muchedumbre de subsaharianos que tratan de ingresar ilegalmente a España. Tres historias y una bicicleta que recorre todo el filme son las piezas para acercarse a este filme disparejo pero necesario, bien filmado pero que no alcanza la estatura que se merecía

El segundo largometraje de Salvador Calvo, “Adú” es el relato de una tragedia humana terrible en sus 90 minutos. Y lo hace por partida triple, con tres historias que no se entrecruzan tan bien como podríamos suponer, pero que alcanza una más que estimable cuota de verdad y dolor, tratando de seguir la senda de González Iñárritu con “Babel”, donde una bala entrecruza de manera dramática tres diferentes historias en tres lugares diferentes del mundo.

El material de “Adú” es la vida misma, lo que por desgracia es algo común en cientos de países: explotación infantil, niños condenados a prostituirse con camioneros para poder comer, chiquillos escondidos en el tren de aterrizaje de un avión para tratar de llegar a Europa mientras grupos de delincuentes se dedican a exterminar elefantes para quitarles sus colmillos. Y en medio de esto, una chica sin rumbo, con serios problemas de adicción a las drogas viaja a regañadientes para estar un tiempo con un padre al que casi ni conoce.

Una secuencia terrible resume el dolor que emana de este filme tan necesario de ver: el joven protector de Adú, Massar, está al límite de sus fuerzas físicas, aniquilado por el VIH que tiene su cuerpo descompensado y la chica que lo examina le aconseja hospitalizarse de inmediato pero él se niega, porque su misión primera está en tratar de lograr que el pequeño Adú alcance la Tierra Prometida; España, donde pareciera estar la llave para abrir la puerta hacia la esperanza.

Por fortuna, el director Salvo no carga los dados y lo que muestra impacta porque el espectador comprende a la perfección cómo la verdad supera con creces a la ficción, logrando un relato sobrio, sin desbordes innecesarios y hasta poético cuando entiende que el poder de la imagen basta para transmitir más ideas que un discurso. Y eso queda comprobado en la impactante escena de Ali, la hermana mayor, flotando en el espacio para desaparecer tragada por las nubes.

El problema de “Adú” es que las tres historias que narra no siempre están equilibradas ni se resuelven de manera satisfactoria, donde destaca con creces la de Adú y Massar, quienes en cada una de sus apariciones alcanza un lirismo y una intensidad que no alcanzan las otras. La historia de los guardias civiles acusados de exceso de violencia está apenas desarrollada y no logra encajar de manera adecuada y la del padre con la hija naufraga por los lugares comunes asociados a la mala relación entre progenitores e hijos, si bien su cierre alcanza una cuota digna de emoción.

En estos tres relatos el director pretende entregar su visión acerca de un continente -África- devastado por la codicia y que vive sumido en la miseria y la verdadera esclavitud en pleno siglo XXI.

Desde el plano inicial del filme con una masa humana registrada en una terminal policial trata de saltar la valla, iniciando una escalada de violencia hasta el momento en que Adú y Massar se reencuentran es un viaje que el director propone a los espectadores, sabiendo perfectamente dónde poner el énfasis y entregar una mirada acerca de este doloroso itinerario.

“Adú” es, en cualquier caso, un buen filme que se adentra en el penoso calvario de los refugiados, de los despojados de toda posibilidad por alcanzar una dignidad que, al parecer, les fue arrebatada desde la misma infancia.

En algún instante, Massar le revela al pequeño Adú que en Somalia lo hacían vestir de mujer para abusar de él, entregando en apenas unos minutos un retrato terrible del abuso y la miseria humana. Porque los condimentos esenciales de la cinta están precisamente en este punto: en seres humanos que van de un lado a otro, huyendo de horrores para, a veces, encontrar otros peores.

Aun cuando su material resulte molesto y hiera la sensibilidad de los espectadores, “Adú” debe ser considerado un material de utilidad, ideal para levantar debates y un filme que cumple con entregar una visión dolorosa respecto de la explotación, la codicia y la insensatez de los seres humanos.

FICHA TËCNICA

Duración: 119 min. País: España. Dirección: Salvador Calvo. Guion: Alejandro Hernández. Música; Roque Baños. Fotografía: Sergi Vilanova. Reparto: Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Miquel Fernández, Zayiddiya Dissou, Moustapha Oumarou, Adam Nourou, Jesús Carroza, Ana Wagener, Nora Navas, Marta Calvó, Josean Bengoetxea, José María Chumo, Candela Cruz, Rubén Miralles, Emilio Buale. Productora: Ikiru Films, La Terraza Films, Telecinco Cinema, ICAA, Mediaset España, Mogambo, Netflix. Género: Drama.

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación