SERENDIPIA

La ignorancia es la fuerza

Es entre otras cosas, una verdad innegable. También es el primer capítulo de Teoría y Práctica del Colectivismo Oligárquico de Emmanuel Goldstein, personaje clave y ficticio de la novela 1984, de George Orwell. Sostiene que, desde finales del Neolítico, ha habido en el mundo tres clases de personas: las de clase alta, las de clase media, y las de clase baja. Continua con que, los objetivos de estos tres grupos son totalmente irreconciliables. El de la clase alta consiste en mantenerse donde está. La clase media pretende quitarle su sitio a la clase media.

Al hablar de la clase baja, es que encontramos el punto más álgido. Su objetivo es abolir todas las diferencias y crear una sociedad en la que todas las personas sean iguales. Empero, hay una característica de esta clase que no siempre le permite si quiera, dedicarse a su objetivo, que es: estar tan abrumada por el trabajo excesivo que solo de manera intermitente puede estar consciente de otra cosa que no sea su vida cotidiana. ¿Les suena?

El condicionamiento hostil a la obediencia, el sistema de educación por competencias, y la subestimación de las necesidades del grueso de la población se traducen cuando menos en: pobreza y depresión. Romantizar la pobreza implica desconocer el poder y los efectos de la “mano invisible”, de la que habló Adam Smith. Metafóricamente, esa teoría consiste en que, la interacción de la oferta y la demanda es la herramienta capaz de alcanzar el bienestar social máximo, mientras se busca el propio interés. Naturalmente, no el interés de la clase baja, y por supuesto, tampoco el de la clase media. Incluso si esta última cree que sí.

En México, cuando menos, sucede un fenómeno muy particular respecto a la clase media. Es en la obra “Clasemediero: pobre no más, desarrollado aún no”, de Luis de la Calle y Luis Rubio, donde se explica más a detalle. En resumen, resulta que la clase media está segmentada en deciles. Por lo que inclusive, hay quienes hablan de clases medias y no de clase media, pues los estratos discrepan considerablemente, y los factores que lo hacen posible son varios. Entre ellos, la cantidad de dependientes económicos, capacidad de gasto, origen, tipos de empleo que desarrollan, y por el grupo social al que pertenecen, solo por mencionar algunos.

Los hitos históricos de las clases son identificables por medio del derecho individual, derecho colectivo, y derecho procesal del trabajo. Desde Noel Babeuf con el “manifiesto de los iguales”, hasta el sindicalismo y la burocracia, o la huelga y el contrato colectivo de trabajo, pasando por sucesos como el incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, en el cual murieron poco menos de ciento cincuenta trabajadoras. No por nada, y otros acontecimientos de igual envergadura existe una Secretaría del Trabajo y Previsión Social en México.

Así, en los albores del año que inicia es que Wall Street se enfrenta a una desestabilización financiera sin precedentes, por inversores minoristas con características en común: conformar ese peldaño de la población que no es de la clase alta. Se trata de personas jóvenes conscientes de la desigualdad, y algunos veteranos desempleados. Básicamente, están aprovechando la falta de regularización y control en la materia, así como las tecnologías de la información y la comunicación para hacer entrar en jaque a grandes inversionistas. Del mismo modo que no han faltado las bofetadas con guante blanco por parte del sector dominante traducidas en impedir las transacciones de compra y venta de acciones en plataformas como Robinhood.

Por otro lado, recientemente la presidenta del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, Claudia Jañez declaró que el fin del outsourcing compromete planes de inversión. Razón por la que las empresas en cuestión reubicarían sus instalaciones si se les obliga a pagar una tasa del 10% de las utilidades a los trabajadores y trabajadoras. Recordemos que, el presidente de México Andrés Manuel decidió aplazar la iniciativa de reforma del outsourcing hasta febrero de 2021, desde finales del año pasado, a cambio de que las empresas contemplaran cambiar las prácticas de subcontratación de sus trabajadores y trabajadoras.

¿Qué parece no estar en discusión? un intercambio proporcional de dar a cambio de recibir. De acuerdo con la Ley Federal del Trabajo vigente en su artículo octavo, trabajador es la persona física que presta a otra, física o moral, un trabajo personal subordinado. Y es que, en efecto, se reconoce la relación en su punto de partida como una subordinación, y no cómo un plano de igualdad. El origen de estas disposiciones, estructuras laborales y jurídicas que las soportan, están impregnadas del interés de esa clase a la que aspiran quienes transitan en los deciles.

Es por esto, que hablar de derechos laborales desde la clase trabajadora, sea baja o mediera, no es vista desde la clase alta, como hablar de igualdad, aún si tiene impresa la palabra en su literalidad. Defender sus derechos es visto como una insurrección a la estabilidad de esa clase privilegiada. El sector empresarial visto desde el punto de la población preponderante, de el de al menos 49.5 millones de mexicanos y mexicanas en situación de pobreza de acuerdo con datos del CONEVAL, es un tipo de Leviatán. Y no es muy distinta su materialización desde el punto de vista de otros y otras tantas.

La autora es estudiante de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila