EL MESÓN DE SAN ANTONIO

Esperanza en la vida

“El saber vivir es hoy el verdadero saber”. Gracián

La satisfacción de la vida no es sólo el futuro, sino también el presente, sobre todo el pasado, cimientos de una certeza de vida.

Hace un año no pensábamos igual de la vida, veníamos disimulando una indolencia que causaba un hartazgo tan somnoliento, tan sin sentido y sinsabor, que producía una especie de dolor de cabeza, de esos que son molestos pero sin llegar a ser una migraña.

Muchas instituciones tan legendarias se partían a causa de la producción de errores, que se había vuelto costumbre. La política como ejercicio de poder venía arrasando nuestras preocupaciones humanas. Los valores parecían perdidos, las religiones con espasmos producían incredulidades que cuestionaban la propia fe de los fieles. El tiempo dejó de apuntar al futuro.

Las estaciones del año comenzaron a dejar sus propias características: una primavera sin los colores y su cálido viento, un verano con retrasos en las lluvias, un otoño con tormentas atípicas que causan huracanes y desgracias, un invierno con fríos improductivos temblando hasta los huesos. El clima ha cambiado seguramente por el desorden y lo agresivos que hemos sido con la naturaleza.

El tiempo ha sido una cosa duradera, eso es más cierto que la propia vida de cada ser humano, y sin embargo, a nadie le importaba demasiado. Sólo unos pocos habían tomado las cosas con sentido serio de trascendencia. Los demás estábamos en la dinámica de ser sólo espectadores de todo eso que pasaba.

La cultura y la naturaleza, como siempre, están en vilo. ¿Qué será de la humanidad? Algo del saber antiguo nos alerta y algo de futuro nos alienta.

Hoy en que la humanidad entera ha tenido que cuidarse, tanto colectivamente como en lo individual, en donde el sentido de supervivencia es vital, debemos regresar a la reflexión profunda y tratar -de nueva cuenta- de explicarnos dónde somos vulnerables, dónde cometimos errores que nos afectaron a nosotros mismos.  Volver a tener confianza en lo que somos.

El futuro está lleno de incertidumbres.

Sin duda la pandemia, la profunda crisis económica, el encierro y todas las ramificaciones adyacentes, permiten ahora como una ocasión señera ir hacia adentro de nosotros, como quien busca en el fondo del pozo su silueta.

Porque cuando el tiempo es muy clemente y todo parece ir sobre ruedas, uno no presta atención a cosas esenciales, a las más básicas.

Debemos agradecer la ocasión de reflexión que nos impulsa a colaborar, a ser solidarios, sacar alegría ante la adversidad, cuidarnos bien. Hacer de esta circunstancia una manera de pensar y de sentir. Que nos sirva para crecer en la búsqueda de lo esencial, de lo profundo. Ser más atentos, más conscientes, más pacientes, tolerantes, que no llegue la desesperación a descorazonarnos.

Seguramente debemos cambiar hábitos, tendencias, pero sobre todo tomar nota de nuestra fragilidad, de buscar el equilibrio y, en la medida de lo posible, ser justos.

Esa esperanza me alienta, el saber que algo irá mejor y que todo junto nos generará un sentimiento de felicidad.

 

ESPERANZA (Alexis Valdés)

Cuando la tormenta pase

y se amansen los caminos

y seamos sobrevivientes

de un naufragio colectivo.

Con el corazón lloroso

y el destino bendecido

nos sentiremos dichosos

tan sólo por estar vivos.

Y le daremos un abrazo

al primer desconocido

y alabaremos la suerte

de conservar un amigo.

Y entonces recordaremos

todo aquello que perdimos

y de una vez aprenderemos

todo lo que no aprendimos.

Ya no tendremos envidia

pues todos habrán sufrido.

Ya no tendremos desidia

seremos más compasivos.

Valdrá más lo que es de todos

que lo jamás conseguido

Seremos más generosos

y mucho más comprometidos.

Entenderemos lo frágil

que significa estar vivos.

Sudaremos empatía

por quien está y quien se ha ido.

Cuando la tormenta pase

te pido Dios, apenado,

que nos devuelvas mejores,

como nos habías soñado.

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo