Contador Andrés Ramos Malacara

Por: Lic. Juan Manuel González Zapata

Existen dos tipos de inmortalidad; la primera es la genética, la que se va transmitiendo de generación en generación, y la segunda es la moral, la que logramos al dejar una huella social incomparable. Hoy quiero dedicar estas líneas de tributo a quien goza de las dos; el Contador, Abogado y Maestro; Andrés Ramos Malacara.

Comenzó su vida en el seno de la cultura del esfuerzo, trabajando desde muy joven llegó a ser comerciante, vendía frutas y como él contaba a propia voz,  desde niño llegó a limpiar tumbas para ganar dinero y ayudar a su familia. Por sus múltiples habilidades, posteriormente ingresó de “Office Boy”, en el GIS, a la vez que estudiaba la carrera de Contabilidad,  para poco a poco y mediante su esfuerzo escalar a la posición de auxiliar contable, y finalmente a Director Corporativo.

Aficionado de los Saraperos, tuvo 5 hijos, y a su esposa María de los Ángeles Rada, como compañera de vida, quienes relatan siempre fue estricto pero justo, con el ánimo final de enseñarlos a trabajar con la misma diciplina y devoción con la que él lo hacía.

De carácter fuerte pero afable y dispuesto al diálogo queda en la memoria de  muchos colaboradores del SAT, de la Administración Fiscal del Estado de Coahuila y del despacho “Ramos Rada y Asociados, S.C. Asesores, Consultores Fiscales y Auditores”.

Como profesionista es un referente de honestidad, excelencia y rectitud; como maestro es ejemplo de empatía, compromiso y dedicación; y, como persona de diciplina, determinación y humildad.

En la iniciativa privada muchos lo recuerdan con respeto y admiración por su ejemplar desempeño como Director Fiscal Corporativo en el Grupo Industrial Saltillo, o como Síndico de Canacintra ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por más de 20 años. Mediante su visión, se fraguaron importantes estrategias corporativas que impactaron en el desarrollo económico del estado de Coahuila.

Una gran parte de su vida fue catedrático Universitario, en ese campo se destacó por su paciencia al enseñar y franqueza al calificar. Muchos contadores y abogados fiscalistas fueron formados por él a su paso por la Salle, la FCA, la UANE, la UVM, y el ITESM, o bien bajo el “consejo particular” que siempre se encontraba dispuesto a dar, cuando alguien acudía apurado a su consulta.

Siendo ese papel de “Consejero de muchos” muestra fehaciente del respeto y admiración que fraguó en los gremios de Contadores, Abogados y Empresarios a lo largo de sus años. Partidario de la mejora continua, y la capacitación constante pugnaba por la Colegiación, por lo que naturalmente llegó a destacar como Presidente del Colegio de Contadores Públicos de Saltillo, Secretario de la Asociación Nacional de Especialistas Fiscales de Monterrey, y miembro de la Barra Mexicana de Abogados.

En el Servicio Público, se desempeñó como Contralor de la Universidad Autónoma de Coahuila; realizando un trabajo excepcional, implementando nuevos métodos, que en aquel entonces fueron parteaguas para la Contabilidad Gubernamental, demostrando una verdadera empatía con los estudiantes de escasos recursos y un compromiso indubitable por la fiscalización.

Fue el primer Ombudsman Fiscal de Coahuila, y a su vez le regaló al país la primera Defensoría Estatal de los Derechos del Contribuyente, mediante la cual dedicó su experiencia y profesionalismo a la protección y promoción de los derechos de los ciudadanos. Cuyo ejemplo, planea ser replicado en Nuevo León, ya que fue invitado para brindar asesoría en la construcción de la Defensoría del Contribuyente del vecino estado.

El Contador deja un gran vacío en nuestros corazones, y muchas semillas de esperanza, honestidad, rectitud y profesionalismo en la Sociedad, pues muy pocos hombres han nacido con sus múltiples virtudes, pero muchos intentamos aprenderlas de Andrés Ramos Malacara; el Contador seguirá siendo una voz en nuestra conciencia, que nos oriente a ser mejores y mantenernos en el camino del bien.

Q.E.P.D. a la derecha de Dios, y pronta resignación a su familia.


El autor es abogado postulante egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila.