BARRIO BRAVO

La semana anterior nos referimos a situaciones que ocurren en «el vecindario» a las que convendría estar atentos para evitar replicarlas, y no se trataba de una reflexión del entorno doméstico, sino del ambiente político internacional. Tenía que ver con lo ocurrido en Estados Unidos, el asalto al Capitolio, y el riesgo que aquí tenemos con un presidente tan parecido al de allá, populista y desdeñoso de las instituciones y el estado de derecho.

Pues ahora viene la señal de alerta desde el sur, de un país no colindante, pero bastante próximo al nuestro, y al que poco ponemos atención. Si acaso lo recordamos cuando alguien en un semáforo nos dice que viene desde El Salvador y nos pide una moneda.

El periodista y escritor salvadoreño Roberto Valencia en una colaboración para el Washington Post define desde el título de su artículo, la realidad que allá están viviendo y que salta como llamada de advertencia para nosotros en México: «La (mala) oposición consolidó al bukelismo en El Salvador».

Valencia narra que en una entrevista que él y otros periodistas hicieron en 2016 al entonces alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, este les confió –amparado en sondeos de popularidad– que no podía sobrevivir políticamente fuera del que era su partido. Ni siquiera podía aspirar a reelegirse como alcalde en 2018, mucho menos a las presidenciales de 2019.

Y, sin embargo, señala el artículo de Roberto Valencia, «Cinco años después, Bukele es el presidente de El Salvador, ha creado de la nada Nuevas Ideas, un partido político a su medida que todas las encuestas ubican como el hegemónico, y está a un chasquido de arrasar en las elecciones legislativas y municipales del próximo 28 de febrero».

¿No tenemos también aquí a un presidente que se inventó su propio partido, a su medida? Y no es ese el único razgo que nos habla de semejanzas a las que debemos estar atentos.

Lo que describe el salvadoreño Valencia en el WP bien podría ser un diagnóstico de México, cambiando algunos nombres de personajes, partidos e instituciones.

«Bukele luce cada vez más indestructible. Y esta consolidación del bukelismo ha ocurrido en 2020, el primer año completo de su quinquenio, cuando se perdieron 82 mil empleos formales en un país de menos de siete millones de habitantes, el Producto Interno Bruto se ha desplomado -8.6 %, la gestión de pandemia fue señalada por organizaciones internacionales como violatoria de los derechos humanos, y el periodismo ha revelado suficiente corrupción como para inferir que, en este tema, no hay mucha diferencia entre el gobierno actual y los que le precedieron».

¿Miles de empleos perdidos, desplome de la economía, mala gestión de la pandemia y corrupción?, pero si eso es exactamente lo que aquí vivimos en 2020.

Y añade el artículo: «A pesar del panorama oscuro en lo social y en lo económico, a pesar de episodios que explicitan el talante autoritario del presidente, como la militarización de la Asamblea Legislativa el 9 de febrero de 2020, Bukele no solo ha mantenido los niveles de aprobación que le permitieron ganar las elecciones, sino que los ha aumentado».

Si hasta parece que la región está gobernada bajo un modelo de franquicias. Un Presidente autoritario que opta por la militarización…

El periodista salvadoreño explica lo que está ocurriendo en su país en el rol adoptado por las oposiciones. No han renovado liderazgos ni han marcado distancia con su pasado.

Allá se habla también de un aparato propagandístico oficial que presenta como apéndices de la oposición a periodistas, académicos, organismos no gubernamentales, fundaciones, y universidades. Sí, como aquí, pero sin mañaneras.

«Por acción u omisión, por lo hecho y lo dejado de hacer, la oposición —paradójicamente— ha terminado siendo uno de los elementos que más y mejor ha contribuido a la consolidación del bukelismo en El Salvador», subraya el periodista Roberto Valencia.

Te lo digo Juan, para que lo entiendas Pedro.

 

edelapena@infonor.com.mx